El padre de Maya, la joven española asesinada por Hamás el 7-O: “Los que intentan sembrar el terror han perdido su batalla conmigo”

Eduardo Villalobo atiende a ‘Infobae España’ antes de volar a Israel para visitar la tumba de su hija en el aniversario de su asesinato

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Maya Villalobo y su padre, Eduardo. (Cedidas)
Maya Villalobo y su padre, Eduardo. (Cedidas)

Maya Villalobo tendría que haber cumplido 20 años el pasado 1 de octubre. Sin embargo, su padre, Eduardo, acaba de aterrizar en Israel en plena escalada de la guerra en Oriente Medio para visitar su tumba. Antes, atiende a Infobae España para honrar la memoria de Maya, una joven que “fue toda amor, toda amistad y toda felicidad” antes de ser asesinada por los terroristas de Hamás el 7-O, cuando cumplía el servicio militar israelí.

Pregunta: Cuando se está realizando esta entrevista, estaríais celebrando el 20 cumpleaños de Maya. ¿Cómo la recuerdas?

Respuesta: Maya estaba en el mejor momento de su vida cuando fue asesinada por los terroristas de Hamás. Como se suele decir coloquialmente, estaba disfrutona. Esa persona disfrutona, simpática, amable, con un corazón enorme es la que quiero recordar. Pero este 1 de octubre ha sido un día tan triste que no he podido recordarla así todo el tiempo que hubiese querido. Por desgracia sólo he recordado su trágica, horrible, inhumana e injusta muerte. Todo el día sentí su ausencia, más si cabe que otros días, y el vacío que, en mí, su madre, nuestra familia de España e Israel, sus amigos y los míos de ambos lados, ha dejado. Hay mucha gente sufriendo la pérdida de Maya. Incluso mucha gente que la conoció poco. No obstante, espero que pronto me empapen los recuerdos de la persona que Maya fue en vida.

P: Maya nació y vivía en Israel junto a su madre. ¿Cómo era su vida allí?

R: La vida que cualquier joven de su edad, sin excepción, debería tener. Se puede echar un vistazo a sus redes sociales para saber lo que antes decía, cómo disfrutaba de la vida. Desde que terminó la enseñanza secundaria hasta que se incorporó al servicio militar, que como es sabido es obligatorio en Israel, Maya empleaba parte de su tiempo trabajando en una pizzería, pasando tiempo con su madre, a la que quería con locura, ayudando a sus abuelos siempre que la necesitaban, cuidando a su prima Shaya y, casi cada shabbat (el séptimo día de la semana en el calendario hebreo), comiendo con el resto de la familia. Dedicaba tiempo a hacer deporte, y una mención especial merece el lado de la amistad: siempre que podía quedaba con amigas y amigos para ir a tomar un café, cenar, ir de fiesta y, sobre todo, charlar de la vida. Se iban a un banco cerca de casa donde se ve el skyline de Tel Aviv y allí pasaban las horas. Aparte de todo eso, empleaba cierto tiempo en el teléfono para grabar videos, para ver Instagram, TikTok o algo que le interesara en YouTube. Y cómo no, cada día hacía una videollamada a su papi.

P: Y de España, ¿qué era lo que más le gustaba?

R: Le encantaba venir a España, a Sevilla, sobre todo en los momentos en que la ciudad se echa a la calle: Semana Santa y Feria de Abril. Es verdad que no hacía falta nada especial para que, en cualquier momento, dijera: “¿Damos un paseíto?” En los últimos años teníamos la costumbre de quedarnos a la ida y la vuelta de sus viajes en Madrid. Imagina la Gran Vía llena de gente los días de Navidad, pues ese gentío le encantaba. He de reconocer que quería pasar tiempo en Madrid, incluso vivir allí en el futuro, que desgraciadamente se truncó. Declarada por ella misma como una fashion victim, era mejor comprar en la capital que en Sevilla. También intentábamos visitar otras ciudades del tipo Sevilla, como Granada o Toledo, pero también disfrutaba de la playa de Zahora, en Cádiz, o Ayamonte. Sentía que era estupendo tener dos raíces, doblemente ciudadana: española e israelí. De hecho, un verano quiso traer a sus mejores amigas a España.

Maya Villalobo junto a tres de sus amigas. (Cedida)
Maya Villalobo junto a tres de sus amigas. (Cedida)

P: ¿Qué planes tenía Maya para cuando finalizase el servicio obligatorio militar?

R: Quería viajar durante unos meses, por eso estuvo trabajando, para ahorrar. Bueno, y trabajaba porque era una joven responsable que quería tener su “pequeña” independencia económica. Este tipo de viajes iniciáticos por el mundo es común entre los jóvenes israelíes que terminan el servicio militar. Y luego, pues ya vendría la continuación de los estudios. Mostró inquietud por la medicina, pero no logró un puesto en la mili relacionado con eso. Lo descartó. Tenía claro que tenía que ser algo relacionado con las personas, tenía un carácter dado a los demás. Sirva de ejemplo la ayuda que prestaba a sus abuelos cuando la necesitaban, o que, además de cuidar a Shaya, trabajara también de babysitter. Le gustaban mucho los animales, alguna vez también habló de veterinaria. Muchas personas dijeron de Maya que hablando español, hebreo e inglés, terminaría trabajando en algo internacional.

“No soy un héroe, ni quiero serlo”

P: Estos días tenías previsto viajar a Israel con motivo del primer aniversario de la muerte de Maya, pero la guerra continúa y el país está siendo atacado por Irán. Ya acudiste al funeral en unas condiciones similares.

R: Sí, la situación el día 12 de octubre de 2023, el día que viajé a Israel, era también dura. No soy un héroe, ni quiero serlo, no me voy a poner en peligro, pero tengo la necesidad de estar con Maya el día 7, con su madre, y llorar juntos. Para mi bienestar psicológico es necesario que vaya pasando las diferentes fases del duelo, y el aniversario lo es. Y algo importante: no siendo un héroe, como digo, los que intentan sembrar el terror han perdido su batalla conmigo. No van a conseguir que no esté junto a Maya, una persona que era justo lo contrario a ellos. Es que ni siquiera van a conseguir que los odie.

P: A juzgar por sus últimas fotografías publicadas, parecía que estaba aprovechando la experiencia del servicio militar obligatorio. Muchas de sus compañeras también fueron asesinadas.

R: Recuerdo el día en que la despedimos su madre y yo cuando se iba a incorporar. Su cara reflejaba que iba en busca de algo. ¿Amistad verdadera? ¿Desarrollo personal? ¿Cumplir con su responsabilidad como ciudadana? Sé positivamente que en el poco tiempo que estuvo en la instrucción y en la base de Nahal Oz ya había encontrado parte de las cosas que iba buscando. Estoy seguro de que murió rodeada de mucho amor, de mucho cariño, de mucha amistad, rodeada de al menos 15 compañeras que se dieron estos sentimientos mutuamente. Por el carácter de Maya, seguro que puso todos esos sentimientos a disposición de las otras soldados. No me cabe la menor duda. Dentro de una muerte horrible y cruel, un poco de consuelo obtengo pensando en que todas estaban abrazadas dándose todo lo que he comentado.

P: ¿Cómo fue el último contacto con ella? ¿Es cierto que tuvo tiempo de mensajearse con su madre?

R: La noche anterior al sábado 7 de octubre hablé con Maya, como casi todos los días. Durante el servicio militar no siempre podíamos hablar. No recuerdo muy bien de qué hablamos, ¿por qué tendría que recordarlo? Al día siguiente hablaríamos de nuevo. Lo que sí recuerdo es cómo terminó Maya su llamada: “Te quiero, papito”. Siempre lo hacía. Los días previos hablábamos de su viaje a España, que hubiese sido el día 12 de octubre, el día que, por desgracia, yo viajaba a Israel. Ya pensábamos qué haríamos el día de mi cumpleaños, el día 13 de octubre, pero todo se truncó. Fue el día más horroroso de mi vida. Ver un féretro con Maya, abrazar la madera en vez de a ella, ver cómo desaparece para siempre bajo tierra...

El 7 de octubre no tuvo tiempo de comunicarse directamente con su madre o conmigo. A través de una de las soldados que sí escapó de la sala de guerra, a la que prendieron fuego los terroristas de Hamás, Galit, la madre de Maya, recibió un mensaje alrededor de las 9:30 horas. Traducido del hebreo: “Mami estoy bien. Te quiero mucho”. No he contactado con la joven para conocer las circunstancias exactas por las que envió el mensaje. A esa hora seguro estaban bien, porque el ejercito aseguró que el trágico final se produjo hacia el mediodía. Y la ayuda de las IDF (Fuerzas de Defensa de Israel) no llegó hasta una hora después. Evidentemente las familias piden responsabilidades y explicaciones de cómo pudo ser que la ayuda llegara tan tarde, además de otras responsabilidades por desoír las advertencias que las soldados llevaban informando desde un año antes. Lo que ocurrió el día 7 fue informado y simplemente no se tenido en cuenta por... Pues no sé por quién, pero debería asumir su responsabilidad.

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P: ¿Cómo vivisteis las horas de incertidumbre hasta que llegó la noticia del fatal desenlace? Solicitaste ayuda al Ministerio de Exteriores en redes sociales ante la falta de información.

R: A toda persona que me escribió o me llamó durante esos días le dije siempre lo mismo: Maya está bien y pronto estará con nosotros. Sí, pedí ayuda al Ministerio. Pensamos que si estaba secuestrada, alguna ventaja se podría obtener de su nacionalidad española. Pedí también ayuda de un psicólogo, pues no sabía cómo podría reaccionar ante una situación a la que nunca me había enfrentado. Entre todos hemos construido un Estado del que tenemos que estar orgullosos. Digo esto porque no pasó mucho tiempo para que una psicóloga me llamara. No tengo palabras para agradecer la ayuda de las instituciones, incluyendo la Embajada de España en Israel. También a la Guardia Civil, que me contactó para denunciar la desaparición (en ese momento) de Maya. Los muchos años de terrorismo, sobre todo de ETA, en España han hecho que la estructura encargada de las víctimas del Terrorismo del Ministerio del Interior sea robusta y funcione a la perfección. No sólo resalto el trabajo de las y los trabajadores que me han atendido para esto o lo otro, sino que resalto a las personas cariñosas, bondadosas y empáticas que hay detrás de cada uno de esos trabajadores del Estado. Mencionar a alguien sería no ensalzar a los demás, pero la embajadora en Israel y el cónsul en Jerusalén me dieron consuelo y un abrazo necesario en el funeral. Lloraban como el resto de los familiares y amigos que estábamos allí despidiendo a Maya.

P: Pedisteis apoyo psicológico por parte del Ministerio del Interior. ¿Seguís contando con ese servicio? ¿Ha resultado satisfactorio?

R: Lo pedí y pronto una psicóloga me estuvo llamando todos los días sin excepción. Incluso vino a visitarme al aeropuerto de Barajas cuando hice escala al volver a Sevilla. Luego solicité la posibilidad de hacer sesiones conjuntas con Galit, la madre de Maya. Y sí, ella como yo somos víctimas del terrorismo, así que tenemos sesiones con una psicóloga por videollamada y en inglés. Y claro que sí, toda ayuda es útil, y compartir con Galit nuestros sentimientos, miedos, etc. me hace y me ha hecho mucho bien.

“Sé que la causa acabará cerrada”

P: La Audiencia Nacional mantiene una causa abierta por los asesinatos de Maya e Iván Illarramendi, pero la Fiscalía solicitó el archivo al no poder sentar en el banquillo a los terroristas de Hamás.

R: Por eso decidí personarme en la causa abierta. Sé que la causa acabará cerrada o suspensa porque no se podrá juzgar a nadie. Me gustaría que la justicia humana (lo digo así porque los terroristas de Hamas buscan la justicia divina) se impusiera a los terroristas y no quería que mi país no hiciera un esfuerzo porque eso fuera así. Además, es importante que toda víctima del terrorismo sepa las circunstancias de los asesinatos. Estoy pensando en todas esas familias de asesinados por ETA que no saben aún nada de los asesinos de sus seres queridos. Aprovecho, además, para acordarme de la familia de Iván, de su hermano Ander, con el que mantengo contacto.

P: En tus escasas declaraciones públicas, has abogado por promulgar cariño y amor frente a la guerra. Pese al vil asesinato de tu hija.

R: Lo he dicho anteriormente: de mí los terroristas no obtienen el odio ni ninguno de los absurdos objetivos que fueron buscando con sus asesinatos del 7 de octubre. Nada, cero. Y mucho menos van a conseguir que sienta odio hacia la población que dicen defender, cosa que pongo en duda. Siempre he puesto por delante, como has podido escucharme varias veces en la entrevista, a las personas. Mi sufrimiento, como he dicho en ocasiones, es el mismo que el de cualquier otra persona víctima, de un lado y del otro, así que no tiene patria ni bandera.

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