Los fans de Taylor Swift y Oasis levantaron la liebre sobre las posibles irregularidades cometidas por el uso del modelo de precios dinámicos que utilizan algunas plataformas en la venta de entradas online a conciertos. Una fórmula que permite aumentar el precio de las entradas en función del incremento de la demanda y que podría estar incumpliendo la normativa de la Unión Europea dirigida a la protección al consumidor. En el caso de Oasis, las entradas para sus conciertos pasaron de un coste inicial de 130 euros hasta los 350 euros.
Ante estas denuncias, la Unión Europea y Reino Unido han movido ficha y revisan la normativa sobre los precios dinámicos para mejorarla y evitar abusos a los consumidores. Esta urgencia se debe a que “los precios dinámicos se podrían considerar como una práctica abusiva, ya que algunas plataformas podrían estar infringiendo la normativa de competencia y de protección al consumidor, al no proporcionar suficiente información sobre cómo se fijan los precios”, afirma Jordi Moguel, profesor de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC, y experto en Derecho del consumidor.
El experto argumenta que los posibles actos ilícitos de estas plataformas de venta de entradas se centran en dos áreas: “Como empresas con posible poder dominante en el mercado, están sujetas a la normativa de defensa de la competencia, que prohíbe abusos como la fijación de precios o la discriminación entre consumidores”.
Además, sus prácticas podrían considerarse desleales bajo la Ley de Competencia Desleal, en caso de que discriminen entre usuarios al ofrecer precios diferentes sin informar adecuadamente o si manipulan el comportamiento de los consumidores mediante largas esperas y aumentos de precios, lo que “genera frustración y decisiones de compra impulsivas”, indica el experto.
Frenar la reventa, la excusa
Ante estas críticas, fuentes de Ticketmaster, una de las principales compañías del mundo en venta de entradas online, argumentan que seleccionan algunas entradas, que suelen ser las mejores o las que ya tienen un precio mayor, y sobre ellas ponen el precio dinámico con el objetivo de evitar que esas entradas puedan ir a un mercado secundario con precios mucho más altos.
Antes de que se mejore la actual normativa, la correcta aplicación de la existente podría evitar abusos a los consumidores, debido a que “el nuevo Reglamento de Servicios Digitales podría obligar a las plataformas a ser más transparentes, informando adecuadamente a los consumidores sobre los factores que influyen en la fluctuación de los precios y limitando los incrementos injustificados”, sugiere Moguel.
Entre las medidas que se pueden aplicar para evitar que se infle el precio de las entradas, Moguel propone exigir que se informe adecuadamente a los usuarios acerca de los factores que influyen en la actualización de precios, elaborar protocolos de actuación para reducir al máximo los errores de conexión o las largas esperas, o no incrementar el precio más allá de un porcentaje en relación con el precio de venta exigido por el organizador.
Incide en que “una regulación más estricta podría ser el camino para evitar abusos y garantizar una mayor protección al consumidor”. Pone como ejemplo la Sale of Tickets Act en Irlanda, que regula el mercado de reventa y que “podría extenderse para abordar los precios dinámicos en el futuro”.
22 euros de subida en un año
Las reclamaciones de los fans contra los precios dinámicos, con los que los promotores buscan maximizar sus ingresos, coinciden con la subida del precio de las entradas, que se ha acelerado desde que terminó la pandemia. Según el Observatorio Ticketmaster, en 2023 las entradas se encarecieron de media un 38%, hasta los 80 euros, frente a los 58 de solo un año antes. A pesar de ello, el año pasado se vendieron un 48% más de entradas en España que en 2022.
“Tras la pandemia, ha habido un aumento significativo de la asistencia a eventos y el deseo de vivir experiencias únicas. Ante esto, promotores y artistas implantan estrategias como los precios dinámicos, que se aplican sobre todo en eventos con alta demanda”, explica Carlos Moreno, profesor colaborador en los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya.
El encarecimiento de las entradas y la falta de regulación clara en torno a los precios dinámicos hacen que algunos fans no puedan permitirse asistir a los eventos. Según Ticketmaster, en 2023 el 36% de los que dejaron de asistir a conciertos lo atribuyeron al alto precio de las entradas, mientras que el 23% alegaron la falta de interés en el evento, un 21% la falta de tiempo y el 20% el agotamiento de las entradas.