En España hay 2.916.000 personas que poseen una segunda residencia, según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE). Muchas de estas personas adquieren segundas viviendas como una inversión, para disfrutar de periodos vacacionales, o como una alternativa a su residencia habitual.
La demanda de estas segundas viviendas en España ha sido tradicionalmente elevada, tanto entre los ciudadanos locales como entre los extranjeros que buscan aprovechar el clima favorable, los paisajes atractivos y la alta calidad de vida del país.
Sin embargo, el incremento en los precios refleja una tensión creciente en el mercado, donde el acceso a la vivienda se vuelve cada vez más difícil, tanto para quienes buscan una primera residencia como para quienes desean adquirir una segunda propiedad.
Y es que, durante el pasado mes de septiembre, el precio de adquisición de las viviendas experimentó un aumento interanual del 8,7%, marcando un récord histórico, lo que supone un coste medio de 2.182 euros por metro cuadrado, según los últimos datos del portal inmobiliario Idealista.
Qué impuestos hay que pagar al adquirir una segunda residencia
Como explican desde Idealista, al comprar un inmueble en España, tanto si ya se es propietario de una primera vivienda como si no, hay una serie de impuestos que deben pagarse.
Entre ellos, destacan el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales (ITP) si se trata de una vivienda de segunda mano, o el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) en caso de que sea una vivienda de nueva construcción.
El ITP es un impuesto transferido a las comunidades autónomas y su porcentaje varía entre el 6% y el 10% del valor de la propiedad, dependiendo de la región en la que se realice la compra. Para las viviendas nuevas, se aplica un IVA del 10%, al que se añade el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados (AJD), que oscila entre el 1% y el 1,5% del valor escriturado de la propiedad.
Una vez adquirida la segunda vivienda, el principal impuesto que afecta a los propietarios es el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI). Este impuesto es gestionado por los ayuntamientos locales y se calcula en función del valor catastral de la propiedad. Su carácter es anual y su tasa varía según la ubicación y el tipo de inmueble.
En el caso de una segunda residencia, el importe puede ser más elevado que para una vivienda habitual, ya que algunas administraciones locales aplican descuentos solo para la vivienda principal. Además, las segundas viviendas están sujetas a un gravamen del 2% sobre el valor catastral reflejado en el recibo del IBI, que se debe declarar en el IRPF.
Por otro lado, si la segunda vivienda está alquilada, el propietario está obligado a incluir los ingresos por alquiler en su declaración de la renta anual. La tasa impositiva sobre estos ingresos varía entre el 19% y el 45%, dependiendo de los ingresos totales del contribuyente. No obstante, el propietario puede deducir ciertos gastos asociados, como los de mantenimiento o los gastos de comunidad, lo que puede reducir la carga fiscal sobre los ingresos generados por el alquiler.
Además de estos impuestos, la compra de una segunda vivienda conlleva otros gastos importantes, como los honorarios notariales, los costes de registro de la propiedad, los servicios de gestoría, y en algunos casos, las comisiones bancarias si se recurre a un préstamo hipotecario. Todos estos factores elevan el coste total de la compra, lo que debe ser tenido en cuenta a la hora de planificar la inversión.