La misión de Naciones Unidas en Líbano (Unifil) fue creada, en 1978, con el objetivo primordial de responder a una situación crítica en el sur del país, donde la retirada de las fuerzas israelíes debía ser verificada tras años de ocupación. Este fue el inicio de una de las misiones de paz más prolongadas de la ONU, diseñada no solo para garantizar la salida de las tropas extranjeras, sino también para restablecer la paz y la seguridad internacionales en una región azotada por conflictos. Durante los primeros años, Unifil jugó un papel crucial en ayudar al Gobierno del Líbano a recuperar el control efectivo de su territorio, particularmente en áreas donde la presencia de grupos armados había debilitado su autoridad.
A lo largo de las décadas, los objetivos iniciales de la misión tuvieron que ajustarse a medida que la situación en el terreno evolucionaba. En 1982, la invasión israelí del Líbano supuso un desafío importante para Naciones Unidas, que se vio obligada a modificar el enfoque de la misión para adaptarse a los nuevos frentes de conflicto. En el año 2000, con el retiro final de las tropas israelíes del sur del Líbano, el mandato de Unifil fue nuevamente actualizado.
Sin embargo, fue en 2006, tras la violenta guerra entre Israel y Hezbollah, cuando la misión experimentó uno de sus cambios más significativos. La ONU, a través de la Resolución 1701, reforzó el rol de Unifil, asignándole nuevas tareas que iban más allá de la simple observación de la retirada de tropas, y ampliando su mandato para incluir la supervisión del cese de las hostilidades y el apoyo logístico y estratégico a las Fuerzas Armadas Libanesas (LAF).
Entre sus nuevas responsabilidades estaba la coordinación directa con los gobiernos del Líbano e Israel para supervisar la retirada israelí, además de asegurar que el acceso humanitario a las poblaciones civiles afectadas se mantuviera abierto y que el regreso voluntario de los desplazados se hiciera en condiciones de seguridad. La resolución 1701 también otorgó a Unifil el mandato de ayudar al gobierno libanés a establecer una zona libre de personal armado no autorizado entre la Línea Azul (frontera de facto entre Israel y Líbano) y el río Litani, crucial para evitar la escalada de tensiones.
Despliegue español
La participación de España en Unifil comenzó en septiembre de 2006, como parte de la operación Libre Hidalgo, desplegando a sus militares en el sur del Líbano con el objetivo de contribuir, justamente, a la implementación de la Resolución 1701. Desde entonces, las Fuerzas Armadas Españolas han desempeñado un papel fundamental en el mantenimiento de la paz en la región, liderando el Sector Este de la misión desde la base Miguel de Cervantes, ubicada cerca de la localidad de Marjayún.
El despliegue español se ha centrado en el patrullaje y la vigilancia de la línea de separación entre Israel y Líbano, en coordinación con las LAF. Las patrullas se realizan tanto a pie como en vehículos, con el objetivo de prevenir violaciones a la tregua y evitar que las tensiones entre las partes se transformen en enfrentamientos.
El contingente español en Unifil es uno de los más importantes, actualmente con 669 militares destinados a diversas tareas dentro de la misión. Además de las patrullas, los efectivos españoles tienen presencia en los puestos de mando de la misión en Naqoura, donde se encuentra el cuartel general de la fuerza, y donde España también tiene asignados varios puestos clave para oficiales y suboficiales del Ejército de Tierra. De hecho, el actual jefe de Unifil es el general español Lázaro Sáenz.
Una parte esencial del trabajo de las fuerzas españolas en el Líbano ha sido su cooperación constante con las LAF. La misma ha sido crucial para asegurar el despliegue efectivo de las fuerzas libanesas en el sur del país y para mantener la estabilidad en la región. Sin embargo, la misión de España no se limita al componente militar, ya que también incluyen tareas como la asistencia humanitaria y el apoyo a la población civil, que ha sufrido las consecuencias de los enfrentamientos en la frontera.
En este sentido, la relación entre las tropas españolas y la población local en el sur del Líbano ha sido una pieza clave del éxito de la misión. A lo largo de los años, los militares españoles han establecido un vínculo cercano con las comunidades locales, que han llegado a ver a los contingentes como una fuente de protección y estabilidad en medio de un entorno de tensión constante. Este afecto mutuo se ha manifestado en numerosas ocasiones, con los civiles preocupándose por la situación de los militares españoles durante los momentos de mayor escalada de violencia en la región.
Medidas de seguridad
La seguridad de las fuerzas desplegadas en el sur del Líbano ha sido una preocupación constante, especialmente en los últimos meses ante el recrudecimiento de los enfrentamientos entre Israel y Hezbollah. En este contexto, la operación Libre Hidalgo ha adoptado estrictas medidas de seguridad para garantizar la integridad de los efectivos desplegados. Estas medidas se ajustan en función de la situación en el terreno, tal como ha explicado el general Guillermo García del Barrio, comandante del contingente español.
El protocolo de seguridad se organiza en tres niveles que los militares deben seguir dependiendo del grado de amenaza. El nivel 1 establece que todo el personal debe llevar consigo equipo de protección personal, como el chaleco antibalas y el casco. En el nivel 2, se requiere que todo el contingente se refugie en la posición de Naciones Unidas más cercana, equipados con sus protecciones. Finalmente, el nivel 3 implica el traslado de los efectivos a los búnkeres situados en las bases, diseñados para soportar ataques más graves.
Además, Unifil ha establecido procedimientos rigurosos para evitar incidentes a lo largo de la frontera, donde los patrullajes y las observaciones se realizan en vehículos blindados y siempre en grupos, asegurando un contacto constante con la base. Aunque, como ha señalado días atrás García del Barrio, “en una misión militar el riesgo cero no existe”, pero tanto Israel como Líbano han aceptado la presencia de la misión de la ONU en la zona, lo que ha contribuido a mantener una relativa calma durante los últimos años.