El alcohol es la droga más consumida en España entre la población general: más del 90% de las personas entre 15 y 64 años han bebido en algún momento de su vida y, de media, suelen empezar a los 14 años. Este consumo es habitual para un 64,5% de la población y un 9% lo realiza de manera diaria, pero solo se considera problemático y de riesgo en un 6% de los casos, según los datos de la última encuesta EDADES.
Esta ingesta peligrosa es más común entre los grupos de menores de edad, afectando a un 10,8% de los jóvenes de 15 a 24 años en el país. Prácticas como el botellón o el binge drinking (consumo intensivo, a partir de las cinco copas) se han incrementado entre los adolescentes españoles, especialmente porque tienen una percepción baja del riesgo asociado al alcohol y les resulta sencillo conseguirlo.
No es de extrañar entonces que crezcan los diagnósticos de adicción al alcohol. Es, junto a la cocaína, la principal sustancia que causa problemas de drogodependencia entre los españoles, según el informe anual de Proyecto Hombre. Pero identificar que se tiene un problema y pedir ayuda para solucionarlo es algo más complejo: los pacientes de Proyecto Hombre tardan una media de 19 años en tratarse. Para el psicólogo Luis Miguel Real, esto puede deberse a que “vivimos en una sociedad que lo tiene demasiado normalizado”. Especializado en el tratamiento de patologías asociadas en drogodependencia, el terapeuta ha compartido en sus redes sociales las principales señales de alerta para “saber que te estás pasando de la raya con el alcohol”.
“Los problemas con el alcohol no empiezan con una botella diaria, empiezan de a poquito, casi sin darte cuenta. No hace falta estar tirado en una cuneta para darte cuenta de que tienes un problema. Las señales están ahí, solo que muchas veces preferimos mirar para otro lado”, explica en su perfil de Twitter (ahora X).
“Es solo una cerveza, no pasa nada”
Hay un clásico que se repite en las personas que comienzan a desarrollar una adicción al alcohol, señala Real: “Me tomo una para relajarme”. El alcohol te hace creer que “una birra o un vinito no matan a nadie”, apunta, pero “si cada vez que tienes un día de mierda lo primero que piensas es en tomarte algo, ya vas mal”, asegura. “El alcohol no es solución a nada”, recuerda el psicólogo, pues aunque “te calma el malestar por un rato”, esa ingesta puede generar un bucle: “Mañana te va a hacer falta otra, y así, sin parar”.
La segunda señal de alerta que marca está en el consumo diario, algo que hacen un 9% de los españoles entre 15 y 64 años. “¿Antes bebías solo los findes y ahora de repente te encuentras tomándote una copa un martes como si fuera lo más normal del mundo? Ahí tienes un problema, amigo”, alerta. “Si el alcohol empieza a ser parte de tu rutina, aunque sea de manera ‘inocente’, algo no cuadra. Se cuela como ese invitado pesado que se queda después de la fiesta, y antes de que te des cuenta, ya estás abriendo la botella sin pensarlo”.
En este momento, asegura, hay que tener cuidado con las excusas: “Si te sorprendes diciendo ‘es solo una cerveza, no pasa nada’ o ‘me lo he ganado, hoy fue un día de mierda’, alerta roja. Si necesitas justificar cada copa que te tomas, probablemente hay algo más que no estás queriendo ver. Las excusas son el truco mental más viejo del libro”.
Mayor tolerancia, mayor consumo
Al hacer del alcohol un acompañante diario, aumenta la tolerancia a la sustancia y se necesitan mayores cantidades para volver a ir “contento”. “Cuanto más bebes, más necesitas para que te suba, y ahí es donde la cosa empieza a complicarse. Más alcohol, más riesgos, más problemas”, explica Real.
A este consumo, le sigue la temida resaca, que deja de serlo tanto: “Al principio te parecía el fin del mundo, pero ahora es como ‘bah, es lo que hay’”, cuenta el psicólogo. Por eso, “si empiezas a ver la resaca como algo que forma parte de tu vida, es que ya has normalizado algo que no deberías”.
“El alcohol te hace perder el control”
El último punto para saber que se ha generado un problema de adicción es también “el más negado”, según Real: “Si, tras una noche de borrachera, te despiertas y no te reconoces en tus acciones, algo está mal. El alcohol te hace perder el control, y si no puedes manejar tus impulsos o emociones cuando bebes, estás en terreno peligroso”.