Ya se usa en Reino Unido, en Portugal, Alemania, Grecia o Italia, pero ahora España trabaja para sumarse al carro del cannabis medicinal. El Ministerio de Sanidad sacó a consulta pública este lunes el borrador del real decreto que regula el uso del cannabis con fines terapéuticos. Una regulación limitada a cuatro patologías, esperada por muchos y criticada por otros, pero que, en definitiva, hará que “el paciente deje de ser un delincuente”, según Manuel Guzmán, vicepresidente del Observatorio Español de Cannabis Medicinal y colaborador de la asociación Dosemociones.
“El cannabis se ha asociado tradicionalmente a una droga, a una sustancia de uso no controlado”, admite Guzmán a Infobae España, un papel que también tienen los opiáceos o la morfina. “Pero ahora lo que se trata es de darle un valor terapéutico que ya se le ha dado en muchos otros países, subirnos simplemente a ese tren”, añade.
El borrador de Sanidad reconoce que “la evidencia científica ha mostrado un grado de beneficio variable del cannabis y de sus extractos en algunas indicaciones terapéuticas”, algo que Guzmán, catedrático de Bioquímica y Bología Molecular, ha investigado desde finales de los 90. “El cannabis tiene una serie de principios activos que pueden tener efectos terapéuticos relevantes en el paciente”, explica, especialmente aquellos que sufren enfermedades crónicas o “con mucha sintomatología asociada” como la fibromialgia, la endometriosis o el cáncer. Los compuestos del cannabis ayudan a paliar algunos de los síntomas más negativos que sufren: vómitos y náuseas, pérdida de apetito y de peso, convulsiones en pacientes con epilepsia, rigidez muscular en aquellos que padecen esclerosis múltiple...
Los conocidos THC (tetrahidrocannabinol) y CBD (cannabidiol) son los que formarán las “fórmulas magistrales de estandarizados de cannabis” anunciadas por Sanidad, que se administrarán en distintas concentraciones a través de aceites, jarabes u otros productos similares, pero siempre por vía oral, pues esta ofrece mayores garantías para el paciente. Sin embargo, se plantean otras vías, como la tópica y la inhalatoria, cuando se genere evidencia científica de calidad.
¿Efectos secundarios? “Son bastante seguros”
Como todos los medicamentos, apunta el bioquímico, el cannabis también puede tener sus efectos secundarios, pero “de forma general son bastante seguros. No tienen asociaciones tóxicas ni pueden producir una sobredosis mortal, como sí pueden producir otros psicofármacos”
A corto plazo, en los pacientes más sensibles o cuando la dosis sea muy alta, se puede sufrir mareo, confusión o ataques de miedo y pánico. En el peor de los casos, un brote psicótico. “‘Un mal viaje’, por entendernos”, explica, algo que puede solucionarse “si se ajustan las dosis”.
El experto no niega que el cannabis pueda generar adicción a largo plazo, pero en menor medida que otros psicofármacos que ya se utilizan, como los opioides, las benzodiacepinas o los antidepresivos. Para evitar que se produzca, “conviene seguir al paciente, tratarlo adecuadamente y ver que tiene sus efectos terapéuticos, pero que no incurre en adicción”, recomienda.
Un decreto “restrictivo”: “Esperemos que se vaya abriendo un poquito”
El cannabis puede ser útil para una amplia diversidad de afecciones, pero el borrador de decreto presentado por el Gobierno solo recoge cuatro: la rigidez y los espasmos musculares asociados a la esclerosis múltiple, formas graves de epilepsia refractaria, el dolor crónico refractario y las náuseas y vómitos causadas por la quimioterapia. Solo se indicará, además, para los pacientes en los que los medicamentos ya autorizados no han sido eficaces.
Por ello, Guzmán considera que es un texto “restrictivo”. “Se deberían haber incluido otras indicaciones que también son relevantes para muchos pacientes de enfermedades crónicas. Por ejemplo, la mejora del sueño o la mejora del apetito y evitar la pérdida de peso en pacientes de cáncer”, explica. Podría aplicarse también ante problemas de ansiedad y otros problemas de salud mental que pueden sufrir las personas con enfermedades crónicas.
Le resulta igual de limitado en el terreno de la prescripción, que solo podrían realizar especialistas como el neurólogo o el oncólogo. Desde su punto de vista, sería útil “que también pudieran prescribir los médicos de atención primaria, que son al final los que ven un mayor número de pacientes en la sanidad pública”. Además, entiende que se debería “ofrecer la posibilidad a algunos profesionales” de usar “en primera línea” el cannabis, ya sea en combinación con otros o como sustituto inmediato para aquellas personas que no toleren los tratamientos tradicionales.
Lo mismo ocurre con su acceso: la propuesta de Sanidad restringe la capacidad de hacer las fórmulas magistrales “solo en farmacias de hospitales”, pero Guzmán propone “que se pudieran también hacer en farmacias comunitarias”. “Si la cosa empieza a rodar, esperemos que en los próximos años [la norma] se vaya abriendo un poquito más”, dice.
El paciente deja de ser delincuente
De aprobarse, el real decreto del Ministerio de Sanidad dará una cobertura jurídica a aquellas personas que consumen esta sustancia de forma terapéutica y no recreativa. Además, supondrá una protección sanitaria, pues “cuando el paciente va al mercado negro a comprar, no sabe qué es lo que está tomando: no sabe qué porcentaje de THC o CBD tiene la sustancia, no sabe si tiene alguna contaminación”. “Incorporar el cannabis a nuestro Sistema Nacional de Salud hace que el paciente deje de ser un delincuente y, por supuesto, que sepa lo que está tomando. Si no regulamos, eso nunca lo vamos a conseguir”, opina, Guzmán.
Prevé, no obstante, que puede haber reticencias entre algunos sanitarios a prescribir cannabis de forma terapéutica. “Esperemos que haya médicos suficientes que prescriban y que se pueda implementar el decreto”, concluye.