Cómo funciona una hipoteca bonificada en España y qué requisitos tiene

A la hora de elegir este tipo de préstamo, hay que tener en cuenta las circunstancias de los compradores: “siempre recomendamos no dejarse impresionar por la bonificación y hacer cuentas”

Personas acordando la compra de una casa (Imagen Ilustrativa Infobae)

El precio medio de la vivienda (nueva y usada) en España alcanzó 1.903 euros por metro cuadrado en el mes de septiembre, según recoge el Informe de Tendencias del Sector Inmobiliario elaborado por Sociedad de Tasación. Esto supone que para una casa o piso de unos 100 metros cuadrados, el precio se sitúe en unos 190.000 euros de media. Unas cifras que pueden dispararse, dependiendo de la comunidad autónoma en la que se sitúe la vivienda. Por ello, a la hora de hacerse con una, lo más habitual es recurrir a una hipoteca.

Estos acuerdos financieros son préstamos que conceden las entidades bancarias a las personas para que puedan pagar una propiedad con el compromiso de devolverlo en un plazo determinado y con intereses. A cambio, el deudor ofrece como garantía un bien inmueble, como una casa o un terreno. Si el deudor no cumple con los pagos acordados, la entidad financiera tiene el derecho de ejecutar la hipoteca y subastar o vender el inmueble para recuperar el dinero prestado.

Como explican desde el portal de Educación Financiera de BBVA, las hipotecas bonificadas siguen el mismo procedimiento que las normales, pero cuentan con una serie de bonificaciones en los intereses, dependiendo de los productos asociados que se contraten con la entidad. Es decir, a menudo, los bancos ofrecen descuentos en los tipos de interés si el comprador contrata otros servicios. Entre ellos, destacan los siguientes:

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  • Domiciliar la nómina es una de las opciones más comunes que exigen las entidades bancarias para acceder a beneficios o bonificaciones en una hipoteca.
  • Contratación de planes de pensiones
  • Contratación de depósitos bancarios
  • Contratar distintos seguros con la entidad:
    • Seguro de vida: este producto cubre el riesgo de fallecimiento del titular del préstamo. En caso de que esto ocurra, la aseguradora asume la responsabilidad de liquidar el saldo pendiente de la hipoteca, lo que ofrece una mayor tranquilidad a los familiares o beneficiarios.
    • Seguro de hogar: está destinado a proteger la vivienda, ya sea cubriendo el continente (estructura del inmueble) o el contenido (bienes dentro de la casa). Dependiendo de la cobertura contratada, este seguro puede incluir reparaciones por daños o el reemplazo de objetos afectados por incidentes como incendios, inundaciones o robos.
    • Seguro de protección de pagos: diseñado para situaciones en las que el titular del préstamo sufre una pérdida significativa de ingresos, como la pérdida de empleo, una enfermedad grave o incluso el fallecimiento. Este seguro garantiza el pago de varias cuotas mensuales o un capital determinado, ayudando a evitar el impago de la hipoteca en momentos de dificultad financiera.
(Imagen Ilustrativa Infobae)

¿Qué elegir: una hipoteca bonificada o sin bonificar?

La cuestión no es sencilla y es que todo obedecerá a las circunstancias de los compradores. Como explica la portavoz del comparador de hipotecas online, iAhorro, Laura Martínez, elegir o no una hipoteca bonificada “depende de qué bonificación dé y con qué producto”.

Suele interesar tener la nómina y las tarjetas en la misma entidad en la que se tiene la hipoteca. Es lo más lógico. Quizá no es tan interesante tener los seguros. Por ejemplo, el seguro de hogar es obligatorio tenerlo, y si no se encuentra uno mejor en otro sitio, ¿por qué no? Pero el de vida, que además, siempre es uno de los que más controversia tiene, siempre recomendamos no dejarse impresionar por la bonificación y hacer cuentas. No es que no sea interesante, pero quizá no es tan rentable al comprador”, argumenta Martínez.

Y es que, si bien una bonificación del 0,2% en el tipo de interés nominal (TIN) puede parecer atractiva, puede no resultar tan beneficiosa si para obtenerla es necesario contratar un seguro de vida que cuesta 2.000 euros anuales (durante el tiempo en el que se tenga contratada la hipoteca). En ese caso, el ahorro generado por la bonificación podría no compensar el gasto adicional del seguro, lo que lo hace menos ventajoso para el comprador.

Es decir, en estos casos lo mejor es calcular qué le sale mejor al prestatario para no sentirse engañado.

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