Los pequeños inversores en España se caracterizan, en gran medida, por tener un perfil inversor conservador, lo que ha originado que en las últimas décadas hayan dirigido la mayor parte de sus ahorros a activos tradicionales de poco riesgo, como inmobiliario, depósitos, cuentas remuneradas o renta fija. Ahora se empieza a vislumbrar un cambio de tendencia en la inversión de los minoristas, que empiezan a asumir más riesgos a cambio de obtener mayor rentabilidad, canalizando una mayor parte de sus inversiones hacia activos de renta variable.
Los catalizadores de este cambio han sido el Banco Central Europeo (BCE) y la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), tras decidir bajar los tipos de interés después de dos años de subidas en el primer caso y de cuatro años en el segundo. Ello ha hecho que la proporción de minoristas que invierten en renta variable buscando mayores retornos haya aumentado significativamente en el tercer trimestre, mientras que la asignación a efectivo descendió, según los datos del informe El pulso del inversor minorista, elaborado por eToro.
En concreto, los minoristas españoles que invierten en empresas cotizadas locales han aumentado siete puntos porcentuales, del 44% al 51%, entre julio y septiembre, mientras que el incremento de aquellos que poseen acciones de cotizadas internacionales fue de nueve puntos porcentuales, del 25% al 34%. Al mismo tiempo, los que optan por la asignación de efectivo cayeron del 73% al 69%.
“El principio del fin de los tipos de ahorro”
“Desde que la Reserva Federal dio luz verde a los recortes de los tipos de interés, comenzamos a asistir al principio del fin de los tipos de ahorro. Esto llevará inevitablemente a que más gente busque en el mercado de valores una mejor rentabilidad para su efectivo, algo que ya estamos empezando a ver”, señala Sam North, analista de eToro.
El experto argumenta que un entorno de tipos de interés más bajos “también es bueno para las empresas que cotizan en Bolsa, lo que significa que podemos esperar que los beneficios se mantengan o incluso aumenten, lo que apoya más a los mercados de renta variable. En consecuencia, es probable que los inversores sigan reasignando fondos del efectivo a la renta variable en busca de mayores rendimientos”.
Hambre de Bolsa
Aunque los inversores de prácticamente todas las edades son más propensos a invertir ahora en renta variable que hace tres meses, la tendencia es más pronunciada en la generación millennial, de edades comprendidas entre los 29 y los 43 años.
Los millennials, “ricos en liquidez y ávidos de riesgo”, a juicio de North, lideran la inversión en activos de renta variable. De ellos, los que invierten en cotizadas nacionales aumentaron en 11 puntos porcentuales en el tercer trimestre del año, pasando del 37% al 48%, mientras que los que invierten en empresas cotizadas en el extranjero aumentaron en 14 puntos, desde el 26% al 40%.
“Con sus largos horizontes temporales de inversión, los millennials están liderando la entrada en la renta variable”, apunta North. En su opinión, “esta generación tiene el lujo del tiempo a su favor, lo que les permite capear los altibajos del mercado en busca de crecimiento a largo plazo. También son más propensos que sus homólogos más jóvenes de la Generación Z a disponer de efectivo para invertir”, incide.
Y es que la tendencia hacia la inversión en renta variable es mucho menos pronunciada entre la cohorte más joven de inversores, la Generación Z, que en los últimos tres meses mantuvo sin cambios la inversión en valores locales, mientras que la de valores internacionales aumentó en 10 puntos porcentuales.
En cuanto a las cotizadas preferidas por los pequeños inversores, las del sector tecnológico son las más deseadas, con un aumento de cuatro puntos porcentuales en su asignación, hasta el 41%; seguido por el sector farmacéutico, con un 29%, y por el energético, con el 40%, que experimentaron aumentos significativos de cuatro y cinco puntos porcentuales, respectivamente.
2,4 millones de familias invierten en Bolsa
El aumento de la inversión de las familias en acciones de empresas cotizadas españolas ya se empezó a notar en 2023, aunque de forma moderada, con un incremento de dos décimas, hasta alcanzar el 16,4% del total. Pese a ello, todavía es la tercera cifra más baja de los últimos 31 años, según datos del Informe Sobre la Propiedad de las Acciones Españolas Cotizadas publicado por el Servicio de Estudios de BME.
Además, según la última Encuesta Financiera de las Familias, elaborada por el Banco de España, un 12,5% de los hogares españoles son propietarios de acciones de empresas cotizadas, lo que supone una cifra de 2,4 millones de familias.
A pesar de ello, y aunque el acumulado de activos financieros en manos de hogares españoles alcanzaron los 2,83 billones de euros en 2023, un 5,8% más respecto de 2022 y un crecimiento del 40% respecto de hace una década, “siguen manteniendo una elevada concentración en depósitos bancarios”, reconocen desde BME. En concreto, según datos publicados el pasado viernes por el Banco de España, a cierre de agosto, los hogares tenían depositados en la banca española 1,018 billones de euros.