Cara y cruz de las energías renovables: permiten que el PIB crezca más y reducen las emisiones, pero algunos territorios las rechazan

La generación de electricidad con energía renovable bate récords históricos y España ha conseguido reducir su dependencia energética del exterior. El avance puede verse frenado por la oposición local en algunas zonas rurales, que no se están beneficiando completamente de las inversiones

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El sol sale detrás de un aerogenerador, cerca de Zaragoza. (Vincent West/Reuters)
El sol sale detrás de un aerogenerador, cerca de Zaragoza. (Vincent West/Reuters)

Las energías renovables instaladas en España han comenzado a impulsar el crecimiento económico gracias a la disminución de la dependencia energética, y también han permitido que cada vez se emitan menos gases de efecto invernadero en la producción de electricidad. No obstante, el balance positivo no es tan evidente cuando se analiza el impacto en los territorios: el empleo que generan las nuevas plantas no se mantiene en el tiempo y han surgido movimientos contrarios al impacto paisajístico y medioambiental de las instalaciones. Al menos parte del éxito de la transición energética diseñada en el Plan Nacional de Energía y Clima dependerá de que se logre la aceptación social en las zonas rurales.

España ya genera más de la mitad de la energía eléctrica con renovables, un hito que se logró a finales de 2023 y que se ha consolidado este año, con un 57,5% de generación con fuentes renovables a fecha del 27 de septiembre de 2024. Esta energía se produce en el propio territorio español, lo que ha permitido que desciendan el volumen relativo de las importaciones y la dependencia energética del exterior.

Según los cálculos del Banco de España, la dependencia energética —medida como la ratio entre las importaciones y exportaciones energéticas reales y la energía bruta disponible— ha caído desde el entorno del 80% en los años de la burbuja inmobiliaria a un 68,4% en 2023. En consonancia, el peso de las importaciones sobre el PIB se ha reducido hasta el 2,9% en 2023 y el saldo energético es cada vez más equilibrado.

El director general de Economía del Banco de España, Ángel Gavilán, explicó durante la presentación de las últimas proyecciones macroeconómicas que esta evolución de las importaciones repercute en un mayor crecimiento del PIB. “Creemos que el crecimiento de economía española se está desacoplando del crecimiento de las importaciones”, afirmó.

Cuanto más elevadas son las importaciones, más crecimiento restan, y al haberse contenido en los últimos años, también serían uno de los factores diferenciales para que España crezca más que la media de la UE. Además, un aumento en la participación de las energías renovables hace que la economía sea menos vulnerable a los shocks en los precios internacionales de los insumos de la energía no renovable.

A la mayor producción con renovables se suma un descenso del consumo energético por ganancias de eficiencia, lo que ha dado como resultado una notable caída de las emisiones de CO₂ por generación de electricidad. En 2023 se emitieron 0,12 toneladas de CO₂ por cada MWh de electricidad, siete centésimas menos que en 2019, pese a superar el nivel del PIB. Y la reducción se está intensificando en 2024, lo que contribuye a avanzar hacia el objetivo de cero emisiones netas para 2050.

El discutido impacto en los territorios

La mayor parte de la superficie disponible para instalar proyectos solares y eólicos se ubica en los entornos rurales, por lo que son estos los que se ven expuestos al impacto que puedan generar a nivel paisajístico y medioambiental. Además, son inversiones que generan un empleo poco duradero, según demuestra el reciente estudio Do renewable energy investments create local jobs?, por lo que es difícil que sirvan para fijar población.

El trabajo, realizado por Natalia Fabra, Eduardo Gutiérrez, Aitor Lacuesta y Roberto Ramos, encuentra “efectos débiles” sobre el desempleo de los municipios en los que se instalan las plantas solares y fotovoltaicas, lo que indica que “algunos puestos de trabajo nuevos van a manos de no residentes”. Según sus estimaciones, los proyectos solares crean 5.551 nuevos empleos locales al año y los eólicos 1.871, cifras lejanas al impacto total estimado por el Ministerio de Transición Ecológica.

“Esta discrepancia sugiere que solo una pequeña fracción de los efectos positivos en el empleo permanecerán en los municipios locales donde se realizan las inversiones, y el resto se acumulará en otras partes”, señalan los autores. Además, la mayor parte del empleo se genera durante la fase de construcción, descendiendo en la de mantenimiento. No obstante, el estudio también detecta que los locales tienden a beneficiarse más del aumento de los ingresos fiscales y del ingreso per cápita de fuentes distintas de los salarios cuando llegan los proyectos renovables.

Movimientos contra proyectos renovables

En los últimos años, se han extendido por España protestas bajo el lema “Renovables sí, pero no así” organizadas por agrupaciones vecinales y ecologistas. Critican especialmente los proyectos eólicos y fotovoltaicos a gran escala, asegurando perjuicios como que contribuyen a la despoblación, suponen pérdida de biodiversidad y de cultivos y se llevan a cabo con procesos opacos.

Ante este clima de opinión, los autores del citado estudio proponen una solución: “Dado que la aceptación de estas inversiones por parte de las comunidades locales es crucial para una mayor difusión de las energías renovables, nuestra evidencia sugiere que los municipios anfitriones deberían recibir una compensación para compartir las ganancias de las inversiones en energías renovables de manera más equitativa”. Compensaciones que, por el momento, no se han planteado.

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