Cuando el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y el expresidente de la Junta de Comunidades, José Bono, visitaron la Ciudad de México hace años, en los tiempos en los que el actual presidente Andrés Manuel López Obrador (también conocido como AMLO) era gobernador de la capital, la reunión no salió como esperaban. “Nos citó a las 6:30 horas y yo iba ‘inquietado’, pero luego nos dijeron que todos los días daba una rueda de prensa a las 7:00, incluso el día de Navidad”, ha contado García-Page esta semana. “Nada más sentarnos dijo: ‘Odio a los españoles y odio a España. Nunca viajaré a España’”.
Y ahora, en un momento en que al presidente mexicano le quedan dos días en el cargo, pues el martes será sustituido por Claudia Sheinbaum, de su mismo partido político, la relación entre México y España no pasa por su mejor momento, al menos al nivel de las altas esferas.
El motivo es, precisamente, la toma de posesión de Claudia Sheinbaum, que será la primera mujer presidenta del país norteamericano. Y el desencadenante de la polémica es la decisión del Gobierno mexicano de no invitar al rey Felipe VI a ese evento, argumentando que el monarca no respondió a la carta que López Obrador le envió en 2019, instándole a pedir perdón por la conquista del año 1521.
Desde entonces, las reacciones se han sucedido sin cesar: Pedro Sánchez calificó la no-invitación de “inaceptable” e “inexplicable”, y AMLO calificó de “una falta de respeto adicional” la insinuación del gobierno español de que la decisión viene de él y no de Sheinbaum, por lo que parece que considera que la próxima presidenta “es manipulable”. Pero al margen de la lucha de declaraciones y críticas tan habituales en los patios de los colegios y las ruedas de prensa de los mandatarios, las ‘peleas’ de López Obrador con España no se han limitado al terreno político.
OHL, Iberdrola y Repsol, en el punto de mira
En 2022, tres años después de la controversia de la carta enviada al rey de España para exigir “disculpas”, López Obrador resucitó la polémica —que se había diluido con el paso de los meses y no había tenido consecuencias diplomáticas, políticas o en los negocios— al proponer una “pausa” en las relaciones entre los países hasta que España pidiera perdón “por el saqueo de sus empresas durante el periodo neoliberal”.
Incluso dio nombres: “Era más que estrecha la relación del Gobierno de España con el Gobierno de México durante los sexenios del periodo neoliberal. Las empresas españolas hacían lo que querían”, dijo en una de sus conferencias ‘mañaneras’. “Nos veían como tierra de conquista, nos veían como una segunda conquista, pero eso ya se acabó. Hay pruebas abundantes de eso con Repsol, OHL e Iberdrola”. A continuación, acusó a las compañías de “saqueo” y “corrupción”, y finalizó: “Han ofendido a los mexicanos”.
De estas empresas, la más polémica ha sido OHL, que de hecho —igual que en España— ha protagonizado en México escándalos de corrupción. En 2015, durante el gobierno del predecesor de AMLO, Enrique Peña Nieto, se filtraron los audios de unas conversaciones entre directivos de la compañía y funcionarios del Estado de México, en los que se discuten unos presuntos sobornos para inflar las cifras de las autopistas que tenía concesionadas en el país. La empresa lo negó, pero en 2017 vendió su filial mexicana a un fondo australiano que incluso cambió el nombre de la sociedad porque se había convertido en sinónimo de ‘corrupción’.
En cuanto a Repsol, AMLO la puso en su punto de mira por los contratos que consiguió bajo la administración de Felipe Calderón. “Yo nada más les recuerdo que durante el Gobierno del presidente Felipe Calderón tenía como empresa contratista favorita a Repsol, una empresa española. Que si se le hace una auditoría técnico-administrativa, se encontraría que saquearon la Hacienda Pública”, aseguró. Y en una reunión con congresistas de Estados Unidos, afirmó: “A mí no me paga Repsol, sino los mexicanos”.
De la bronca al apretón de manos
Pero, sin duda, el principal ‘archienemigo’ de AMLO entre las empresas españolas ha sido Iberdrola. La compañía poseía en México varias centrales eléctricas que proveían de electricidad a la empresa estatal CFE con unas condiciones que López Obrador consideraba demasiado “ventajosas” para la empresa.
Durante todo su mandato, el presidente ha buscado favorecer a sus compañías energéticas estatales —Pemex en el petróleo y CFE en la electricidad— frente a las empresas privadas, impulsando incluso una polémica reforma a la ley eléctrica que fue tumbada por el Tribunal Supremo. Iberdrola era una de las compañías que, según su visión, se interponía en sus objetivos. “Ahora se están revisando normas y se van a revisar esos contratos leoninos. Entonces, hay una campaña contra nuestro gobierno por las propias empresas”, señaló en 2020. “En el caso de Iberdrola, tengo información que son ellos los que están promoviendo esta campaña, nada más que encubiertos, porque el conservadurismo tiene dos características: es muy corrupto e hipócrita. Tengo que decirlo, que el pueblo se entere y que el pueblo lo sepa”.
Sin embargo, al contrario que en los otros casos, Iberdrola no eludió la confrontación. Después de estas declaraciones de AMLO, su presidente, Ignacio Sánchez Galán, dijo que la empresa no realizaría nuevas inversiones en México debido a los obstáculos que el Gobierno estaba poniendo a la generación eléctrica privada. (Irónicamente, en 2014, en protesta a la reforma eléctrica española, Sánchez Galán también dijo que dejaría de invertir en España y señaló: “Somos más británicos o mexicanos que españoles”).
En este caso, la empresa acabó cumpliendo la amenaza. En 2023, Iberdrola anunció la venta del 55% de su negocio en México al fondo Mexico Infrastructure Partners (MIP), en una operación que recibió el apoyo del Gobierno de AMLO. Para López Obrador, la compra de las plantas fue una “nacionalización”, ya que el MIP pondrá a CFE a cargo de la operación de las plantas. Cuando el dinero sustituyó a las palabras, la ‘pelea’ se transformó en sonrisas y apretones de manos.
“Agradecemos mucho a Iberdrola, a su director general, su presidente global, por la voluntad de llegar a un acuerdo”, dijo López Obrador en ese momento. “Hemos tenido algunas discrepancias, pero el diálogo lo puede todo, el diálogo y la buena voluntad. De esas diferencias, de esas discrepancias, surge esto que es algo extraordinario.”. El acuerdo incluyó la venta de 13 plantas eléctricas a un precio de 6.000 millones de dólares.
España es el segundo país que más invierte en México y México es el país latinoamericano con más presencia en España. A pesar de las ocasionales peleas políticas, en los últimos años esta relación simbiótica ha continuado reforzándose y, según han comentado esta semana varios economistas, nada hace pensar que eso vaya a cambiar.