‘EducaFakes’, 150 páginas contra los mitos de la educación: ni la concertada es mejor que la pública ni hay “adoctrinamiento”

‘Infobae España’ entrevista al sociólogo Daniel Turienzo, que junto al profesor Jesús Rogero recopila y desmiente en un libro las mentiras y medias verdades del sistema educativo de España

Guardar
Daniel Turienzo, profesor titular de Sociología en la Universidad Autónoma de Madrid, y Jesus Rogero, profesor del Máster de Políticas y gobernanza de sistemas educativos de la Universidad Camilo José Cela.
Daniel Turienzo, profesor titular de Sociología en la Universidad Autónoma de Madrid, y Jesus Rogero, profesor del Máster de Políticas y gobernanza de sistemas educativos de la Universidad Camilo José Cela.

Repetir mil veces una mentira no hace que se convierta en verdad y afirmar que la educación española “es peor ahora que antes” es no querer ver la realidad, al menos no de forma objetiva. Ese “antes” al que hacen referencia muchas voces, procedentes desde el Congreso de los Diputados hasta las terrazas en los bares, no es idílico. Y aunque el “ahora” tampoco es perfecto, ni mucho menos, estas y muchas otras afirmaciones que se lanzan al aire y pertenecen al imaginario colectivo han sido recogidas y refutadas con datos por Daniel Turienzo, profesor titular de Sociología en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), y Jesús Rogero, profesor del Máster de Políticas y Gobernanza de Sistemas Educativos de la Universidad Camilo José Cela.

El profesor y el sociólogo han escrito EducaFakes: 50 mentiras y medias verdades sobre la educación española (Capitán Swing, 2024) donde abordan desde la política educativa que está instaurada en el país hasta la segregación en las aulas, pasando por la presencia de la religión y la división entre los centros públicos, concertados y privados. En una entrevista con Infobae España, Turienzo desgrana y matiza algunas de las principales conclusiones a las que han llegado navegando entre decenas de informes y de datos.

Pregunta: Frente a los comentarios y opiniones que han surgido en los últimos años respecto a la educación en España, en el libro desmentís que haya adoctrinamiento y recordáis que en las aulas no se enseña un temario aséptico, sino que hay valores presentes en las clases que se transmiten a los alumnos.

Respuesta: Hay familias que piensan que la escuela tiene que dar una formación técnica y que los valores se deben de transmitir en el hogar. Pero nosotros creemos que hay valores que tiene que transmitir la educación obligatoria, y son los valores respetados por todos en la democracia y que contribuyen a formar ciudadanos críticos. La educación pública tiene que contribuir a formar en la diversidad, en la igualdad, en la justicia, es decir, en los valores respetados por todos y recogidos en la Constitución Española, en la Carta de Derechos del Niño y en la Declaración de Derechos Humanos. Sin embargo, de un tiempo a esta parte se ha puesto de moda esa idea del ‘pin parental’ y la idea de que se adoctrina, cuando es un debate artificial. Hay una anécdota que lo ilustra. Un presidente autonómico desarrolló una normativa diciendo que iba a desideologizar las escuelas porque decía que se adoctrinaba. Cuando un periodista le preguntó cuántas quejas había registrado el año anterior por ese motivo, dijo que cero. No había ninguna queja y las familias no percibían eso, pero él saca una ley por la batalla cultural y genera una alarma social en un sitio donde no existía.

P: En relación con el supuesto adoctrinamiento, también tratáis la presencia de la religión en el aula.

R: Cuando hablamos de adoctrinamiento en las aulas, el único referente que se nos ocurría era precisamente el vinculado a la religión católica. Es decir, cuando hablábamos de cualquier otro tema, lo podemos hacer con arreglo a la ley y a la ciencia. Sin embargo, la religión es el único caso en el que hay cuestiones que no son verificables. En este sentido, desde un punto de vista técnico, el dinero y el tiempo que se invierte en impartir religión católica sería muy útil dedicarlo a otras asignaturas. Desde un punto de vista político, consideramos que la mejor herramienta y la mejor forma de garantizar la libertad de credo y la libertad de conciencia es sacar la religión del aula. Es cierto que para entender nuestra cultura hay que entender las religiones porque, sobre todo a la hora de hablar de arte o historia en España, han jugado un papel fundamental. Pero creo que se podrían tratar de una manera que no se basa en dogmas de fe. Es decir, el problema que tenemos es que, hoy en día, al enseñar religión católica al niño le tienes que decir: ‘Esto lo tienes que creer porque es un dogma de fe’. Sin embargo, se puede trabajar de una manera aséptica desde todas las materias. Entonces, cuando lleguemos a explicar la Edad Media en España o cómo influyó en los movimientos pictóricos, debemos contar el papel de la Iglesia Católica, pero no lo explicas basándote en la fe, sino en la historia y en el arte.

P: Hablando de la Iglesia Católica, dedicáis una buena parte del libro a desmentir mitos como que la educación concertada es más eficiente y exigente que la pública, así como más barata.

R: Sí, cuando hablamos de educación concertada, tenemos que tener claro que somos una rareza internacional y que hay que entenderla en un contexto histórico. Cuando surge, la educación concertada, que se regula sobre todo a través de la ley de 1985, lo hace porque durante el franquismo había unas ayudas que eran aleatorias y que se daban a los centros sin que cumplieran ningún requisito, y la ley lo intenta regular. Entonces se crea el sistema de conciertos, pero se ha pervertido porque cada vez es más grande, especialmente en algunas comunidades. En España, ahora mismo estamos sufriendo una caída demográfica muy grande y entonces en algunos sitios es necesario cerrar aulas. Lo que pasa es que cuando vemos comunidades, como por ejemplo Andalucía, vemos que todas las aulas que se están cerrando son públicas. Es una decisión solo política, porque se está cerrando el sistema público, pero realmente se podría cerrar el concertado. Es decir, si queremos reducir las principales consecuencias del sistema concertado, ahora es el momento.

Foto de archivo de un aula vacía. (Europa Press)
Foto de archivo de un aula vacía. (Europa Press)

P: ¿Por qué se cierran los colegios públicos y no los concertados?

R: Por una parte, porque el sistema de conciertos es perverso. Es decir, el concierto lo tienes que renovar cada cuatro años. En algunas comunidades, sobre todo conservadoras, llegan hasta los ocho y los diez años. Entonces, durante esos diez años que tú has firmado el concierto no se puede tocar el número de aulas. Tenemos gobiernos que la única solución, entre comillas, que les queda es tocar uno público. Es esa parte perversa de la ley. Por otra parte, porque no hay una apuesta decidida, ya que a la hora de renovar conciertos se podría hacer calculando la prospección demográfica, y no se hace. También pasa que, hoy en día en España, la concertada permite mantener un statu quo porque las familias están contentas por lo que nosotros llamamos clases medias aspiracionales, que buscan la diferenciación social y eso lo pueden conseguir gracias a un sistema que segrega. Es decir, pagan una cuota que hace que muchos alumnos no puedan o no quieran ir a un centro que les cobra por una enseñanza básica que debería ser gratuita. Consiguen lo que pretenden, que es diferenciarse socialmente. Y los únicos que pierden en esta batalla son el alumno y la calidad de la educación, porque tenemos centros que si no estuvieran segregados obtendrían mejores resultados.

P: Ese es otro de los puntos que defendéis, que la concertada para muchos se traduce en una mejor calidad educativa, pero no es así.

R: Cuando analizamos la mayoría de indicadores entre pública y concertada, entendemos que la concertada obtiene unos mejores resultados. Es fácil dejarse llevar y creer que es una afirmación objetiva. Sin embargo, desde los años 70 se viene evidenciando que las características sociofamiliares influyen en los resultados. Es decir, el cómo sea tu familia, qué posibilidades tiene, qué capital social y cultural, etc. El problema es que estamos comparando los resultados de dos poblaciones que no son iguales. Por ejemplo, en los resultados del Informe PISA, vemos que los centros privados obtienen mejores resultados que los públicos. Sin embargo, cuando restamos el efecto del mayor del nivel socioeconómico de las familias que acuden a los centros privados, los resultados son iguales. Incluso en algunas comunidades son los centros públicos son los que tienen un mejor resultado.

P: De hecho, se han publicado informes que muestran que la educación concertada ‘infla’ la nota de sus alumnos.

R: Eso se ha estudiado bastante. El año pasado se presentaron dos informes que hablaban de esta cuestión. En el primero, la evaluación del propio sistema universitario hablaba de que se inflaban mucho más las notas en los centros privados. Pero otro informe de un think tank decía que no, que se inflaban de manera similar. Esto depende de si observamos los resultados del número de sobresalientes o del número de aprobados. No obstante, sí que parece que en algunos casos sí que está determinado. En un estudio de la Complutense, se analizó a los alumnos que habían accedido a la universidad con la misma nota. Lo que descubrieron, y además fue categórico, es que el alumnado que venía de la pública, al compararlo con alumnos que venían de centros privados y concertados, un año después su rendimiento en la universidad era un 40% más alto. Lo que nos viene a decir es que, con las mismas notas, vienen mejor preparados los de la pública.

Despedidos por vacaciones: miles de empleados de la educación se van al paro en el verano de 2024 pese a la reforma laboral.

P: Respecto a los resultado del Informe PISA, en España se apreciaban grandes diferencias ente comunidades autónomas, ¿qué influye en estos resultados y qué deberían hacer las regiones más rezagadas?

R: Aquí es importante señalar que el nivel de competencias de un alumno no responde solo al sistema educativo. En España, todavía persiste una fractura norte-sur muy grande. Uno de los mitos que intentamos desmentir es el que dice que el sistema educativo de una región que está al norte es mucho mejor que el de una del sur. Sin embargo, cuando analizamos otros elementos, también volvemos a ver la fractura norte-sur, por ejemplo, con el número de libros en el hogar o el nivel formativo de los padres y de las madres. Es decir, hay que tener en cuenta que los resultados se ven influenciados por las trayectorias históricas, de modo que los sectores productivos de cada región tienen un impacto muy largo y muy importante en los resultados educativos. Hay mucho margen de mejora, pero estas diferencias es muy difícil que desaparezcan de la noche a la mañana. Es decir, que Murcia y Euskadi obtengan los mismos resultados educativos a corto plazo es imposible porque las poblaciones que tiene Murcia y la población que tiene Euskadi son totalmente diversas. En este sentido, es interesante la comparación que hace José Saturnino Martínez, que analiza los resultados PISA con las tasas de analfabetismo del siglo XIX y hay cierta correlación. Es decir, aquellas sociedades que ya hace 100 años estaban mejor preparadas, siguen hoy mejor preparadas.

P: A raíz del último informe PISA, Pedro Sánchez anunciaba medidas de refuerzo en lectura y matemáticas. ¿Son realmente efectivas?

R: Es mejor llevar a cabo medidas más estables, más a largo plazo y que intentan impactar antes de que aparezcan las dificultades. Pero la propuesta es muy buena y tiene un éxito probado en muchos países donde se han probado propuestas similares. El problema que puede tener este programa es el escaso alcance. Tiene muy poca dotación presupuestaria y solo va a llegar a un número concreto de alumnos. El hecho de que sea tan reducido cuando se compara con otros programas de otros países muestra que es muy poco ambicioso.

Guardar