Una vez arrancado septiembre, también lo ha hecho el curso escolar, y como cada año los alumnos de segundo de Bachillerato comienzan con la vista puesta en junio para realizar la llamada Prueba de Acceso a la Universidad (PAU).
Tras años en el que se ha querido cambiar este examen, esto finalmente se hará en 2025. Los cambios empezarán estableciendo criterios comunes y homogéneos para todos los territorios, tanto en formato como a la hora de evaluar. Hay que recordar que las pruebas no pueden ser iguales en toda España porque las competencias en Educación están regidas por las comunidades autónomas, y cada región tiene un sistema educativo diferente. Uno de los primeros cambios ha sido recuperar la denominación que hasta ahora se llamaba Selectividad, recuperándose el nombre que tenía hace una década, pero que también se le ha llamado Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU o EvaU), entre otros.
Los coordinadores de las pruebas de acceso a la universidad en diferentes comunidades autónomas han alcanzado un acuerdo para homogeneizar dichas pruebas. Entre las novedades destacan que solo habrá un modelo de cada examen, en lugar de dos que establecía la posibilidad de elegir, como venía ocurriendo hasta la fecha. Sin embargo, sí se permitirá escoger entre los apartados de cada ejercicio. Así lo establece el documento de consenso al que ha tenido acceso el diario El País y que llega tres meses después de que el Gobierno decidiera cuáles iban a ser los nuevos criterios para el examen de acceso a las universidades españolas. En este tiempo, el texto se ha trabajado en varias reuniones y finalmente será ratificado por las universidades españolas este mismo viernes en la reunión de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) que se celebra en Bilbao.
Unas pruebas más exigentes
Según el mencionado diario, además de haber un único modelo, las pruebas incluirán entre un 20% y un 25% de preguntas orientadas a evaluar las competencias de los estudiantes, enfocadas en la relación de conceptos, y serán de respuesta obligatoria. Para obtener la calificación máxima, será necesario responder correctamente a preguntas que cubran entre el 75% y el 80% del temario de cada asignatura, por lo que los estudiantes deberán prepararse todo el contenido.
Asimismo, al menos el 70% de las respuestas deberán ser abiertas o requerir respuestas breves. El acuerdo contempla que en los exámenes de castellano, lenguas cooficiales y extranjeras, un 10% de la nota dependerá de la “coherencia, cohesión, corrección gramatical, léxica y ortográfica, así como de la presentación”. En el resto de asignaturas, esta norma se aplicará en las tareas que requieran la “composición de un texto prolijo”.
Cada ejercicio tendrá una duración de 90 minutos, con un descanso mínimo de media hora en caso de que haya exámenes consecutivos. El alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo tendrá derecho a tener más tiempo para realizar cada ejercicio, si así lo prescribe su necesaria adaptación y sin que afecte a la duración de sus descansos.
Esto no acaba aquí. Según el texto, la idea es que se sigan trabajando en mejoras “de forma conjunta” para poder llegar “al máximo consenso posible y a una homogeneización de las materias en todo el territorio español”.