Daniel tenía 15 años cuando se enteró de que era adoptado. Fue al presentarse para un trabajo como aprendiz de mecánica, cuando al preparar la documentación para lograr el empleo, descubrió una sentencia de adopción en la que ponía su nombre. Han pasado más de cinco décadas desde entonces, y no ha sido hasta ahora cuando, finalmente ha logrado conocer con 70 años a su madre biológica, que tiene 95.
“Cuando descubrí la sentencia de adopción, se me cayó el cielo a la cabeza”, ha contado este hombre, natural de Rennes, en un reportaje publicado por Ouest-France. Les preguntó a sus padres adoptivos sobre su verdadero origen, pero estos sabían tan poco como él, salvo que fue encontrado en una acera. Por ello, el por aquel entonces joven Daniel decidió comenzar una investigación a través de los diferentes archivos municipales y judiciales de su ciudad. “Me pregunté toda la vida por qué me habían abandonado”, ha confesado ahora. “Lloré por ello”.
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Sin embargo, no fue hasta 2002 cuando un cambio en la legislación le permitió avanzar en sus pesquisas: fue ese año cuando se decidieron desclasificar los expedientes de adopción. Solo que, por desgracia, Daniel no se enteró de esta noticia hasta veinte años más tarde. “Nadie me avisó, a pesar de las medidas que había tomado”, ha lamentado en su entrevista con el medio galo, triste por haber perdido dos décadas de tiempo.
Un feliz reencuentro
Finalmente, en 2024 Daniel logró que el Consejo Nacional de Acceso a los Orígenes Personales (CNAOP) le enviara su expediente, lo que le permitió descubrir, en última instancia, que su madre residía en un pequeño pueblo llamado Ille-et-Vilaine. Fue allí donde el hombre puso fin a tantos y tantos años de incertidumbre, con un encuentro en el que la mujer, lejos de rechazarlo, le recibió con los brazos abiertos.
“Me sacó fotografías, me habló de su vida, de la guerra. Yo le conté la mía”, ha contado en el reportaje. Daniel también había encontrado mucho antes un documento redactado por una trabajadora social, en la que explicaba cómo su madre, cuando era tan joven, había sido maltratada por las personas para las que trabajaba y con las que vivía.
“No quiero que sufra más”
Al conocer todo el contexto de carencias que atravesaba la mujer cuando le tuvo con 25 años, comprendió que “no puede culparla”. Y esto no es lo único que Daniel ha encontrado: también ha conocido a su medio hermano, 16 años más pequeño que él. “Había un buen sentimiento entre nosotros”, ha afirmado a France-Ouest. Así, pese al shock inicial, ha explicado que “es como si nos hubiéramos conocido desde siempre. Me ayuda a olvidar la miseria que experimenté”.
Sus padres adoptivos fallecieron cuando él apenas tenía 30 años, así que Daniel ha pasado mucho tiempo sin familia. Ahora, llama a su madre biológica cada semana, y también se ve con su hermano. ”Pero es difícil. Quiero que tenga confianza y quiero saber algo que me ha inquietado toda mi vida”, ha reconocido. “Mi madre me dirá lo que tenga que decirme, yo no quiero que ella sufra más”.