Este fin de semana ha sido especial en La Palma. Conocida como ‘La isla bonita’, este carismático lugar ubicado en el archipiélago de las islas Canarias ha recordado cómo, hace tres años, el volcán Tajogaite entró en erupción, poniendo patas arriba toda la vida en la isla. Lava, temblores, gases, humo y ceniza se convirtieron en un peligro real para toda la población, que en muchos casos tuvo que abandonar sus hogares para permanecer a salvo.
Comenzó un 19 de septiembre de 2021 y no se detuvo hasta después de 85 días. Casi tres meses en los que el fuego arrasó 1.200 hectáreas y los daños causados en cultivos y edificios alcanzaron un valor de 500 millones de euros. Pero acaso las mayores heridas no las recibiera la isla, sino quienes en ella nacían. Más de 5.000 personas fueron evacuadas entonces, y a día de hoy hay algunas familias que todavía no han podido regresar.
La voz de los afectados
Se estima que alrededor de unas 90 familias siguen viviendo en casas contenedor desde que tuvieran que marcharse tras la erupción. Y es que, a pesar de que en muchos aspectos La Palma ha recobrado la normalidad, todavía siguen en activo muchos procesos de reconstrucción, como el pueblo de Todoque, que quedó completamente sepultado por los efectos de la erupción volcánica. En algunos casos, las casas no solo han sido recuperadas, sino que se han convertido en un atractivo turístico, objeto de fotografías y guías turísticas, mientras la vida de quienes allí vivían aún permanece bajo las cenizas.
La Plataforma de Afectados por el Volcán en Cumbre Vieja 2021 es probablemente la entidad que más ha alzado la voz para que todas las personas perjudicadas puedan volver a tener una vida normal lo antes posible. A raíz del tercer aniversario, han emitido un comunicado en el que han señalado algunas de las consecuencias aún visibles de “la mayor catástrofe natural de Europa en casi un siglo”.
La necesidad de una compensación justa
La Plataforma, creada por varios de los afectados, también ha subrayado que “en estos tres años se han tomado decisiones desacertadas e incluso humillantes” para los habitantes de la isla. La primera de ellas fue cuando el Gobierno decidió dar como ayuda 30.000 euros en compensación “por la destrucción total de una vivienda”, una cantidad que subiría finalmente a 60.000 euros. “Cantidades irrisorias para los efectos de un volcán en los que no solo se destruye la vivienda, sino también el solar sobre el que se asienta”.
Junto al hacinamiento en las “infraviviendas” en forma de contenedor que tuvieron que sufrir los afectados, la asociación de afectados también critica que las autoridades canarias ocultara grabaciones y actas en las sesiones del Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por riesgo volcánico en la Comunidad Autónoma de Canarias (PEVOLCA). Sesiones tras las que se tardó mucho en activar la alarma, “a pesar de que la erupción era inminente”.
La Plataforma ha recordado también que todavía no se ha realizado el pago de los 100 millones aprobado en diciembre por el Consejo de Ministros para “pagar las compensaciones por todas las viviendas habituales, conforme a un pago justo en el que se contemple el valor real de la vivienda”. También ha reclamado, en ese mismo texto, “que se busque una solución urbanística en forma de compensación complementaria a todos aquellos terrenos que tienen más de 10 metros de espesor de lava”. “El volcán nos arrebató nuestras casas, nuestros callejones, nuestros patios, nuestras huertas”, concluyen en la asociación, “pero nunca nos arrebatará nuestra lucha y nuestra palabra”.
Sin riesgo de una nueva erupción
Afortunadamente para los isleños, aunque la recuperación sea lenta, parece muy improbable que el volcán entre de nuevo en la erupción. Este mensaje, lanzado por distintos expertos independientes y también por entidades como el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), vino motivado por la alarma de algunos vecinos tras sentirse nuevos temblores que, no obstante, son habituales tras una erupción debido a que la tierra aún se está estabilizando. Los errores que tuvieron lugar entonces, al fin y al cabo, han servido para fortalecer un sistema que hasta entonces no se había tomado demasiado en serio pese a la erupción de otro volcán submarino en El Hierro unos años antes.