Tras el éxito de ‘Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer’, Ryan Murphy decidió convertir esta única temporada en una serie antológica en la que contar diferentes crímenes famosos de Estados Unidos. Ahora, con su segunda temporada, el creador ha decidido dar a conocer la historia de los hermanos Lyle y Erik Menéndez.
Durante los años 80 en el 722 de North Drive Elm en Beverly Hills habitaba la familia Menéndez: José, María ‘Kitty’ y sus dos hijos, Lyle y Erik. La noche del 20 de agosto de 1989 los vecinos aseguraron haber escuchados ruidos en la vivienda, como fuegos artificiales, pero no le dieron mayor importancia. Lo que no sabían en ese momento es que se trataba de disparos.
Los dos hijos, armados con una escopeta cada uno, dispararon a quemarropa a su padre en la parte posterior de la cabeza. La madre se despertó con el ruido e intentó escapar, pero acabó recibiendo varios disparos en el brazo, pecho y cara. Entonces los hermanos se marcharon del lugar, arrojaron las armas en Mullholand Drive y compraron entradas en una sala de cine local para ver la película ‘Licencia para matar’, para utilizar el hecho como coartada.
A las 23:47, cuando los hermanos regresaron a casa, Lyle llamó al 911 y gritó: “¡Alguien ha matado a mis padres!”. La Policía consideró sospechosos a los hermanos de inmediato, pero un principio faltaban las pistas.
La primera sospecha vino cuando tras el crimen, Lyle y Erik pasaron los meses posteriores gastando el dinero de sus padres. Desde relojes Rolex, un Porsche 911 y comidas en restaurantes de lujo todo apuntaba a un interés por parte de ambos sospechosos en el asesinato.
Sin embargo, la pista clave llegó por parte de Erik, que confesó los asesinatos a su psiquiatra. Normalmente la confidencialidad entre médico y paciente habría prevenido que lo contará a los agentes, pero una de las excepciones de este derecho es cuando el paciente pone en peligro al terapeuta y en esta caso Lyle le había amenazado si los delataba.
Una detención y dos juicios
En marzo de 1990, los hermanos fueron arrestados por el asesinato en primer grado de sus padres. El caso dio lugar a una batalla legal de varios años muy seguida por los medios que involucró a dos jurados, dos juicios y un juicio nulo.
La defensa de los Menéndez argumentó que los hermanos mataron a sus padres en defensa propia. Esto se debía a que ambos alegaban haber sufrido abusos de sus padres, incluido el abuso sexual de su padre, José.
Por su parte, los fiscales argumentaron que el motivo era el dinero. Alegan que los hermanos querían el control del patrimonio de 14,5 millones de dólares de sus padres y, según los informes, los hermanos gastaron hasta 700.000 dólares de su herencia en artículos de lujo, proyectos comerciales y viajes.
El primer juicio terminó el 13 de enero de 1994 y fue anulado. Los jurados no pudieron ponerse de acuerdo sobre si los hermanos deberían ser condenados por homicidio involuntario debido al presunto abuso o por asesinato en primer grado.
Al final del segundo juicio, el jurado declaró a Lyle y Erik Menéndez culpables de asesinato en primer grado. Los hermanos fueron condenados a dos cadenas perpetuas consecutivas sin posibilidad de libertad condicional.
La vida en prisión
Desde su ingreso en prisión, los hermanos han pasado por diferentes centros penitenciarios y han llegado incluso a casarse. En enero de 1997, Lyle se casó con una amiga por correspondencia con quién mantenía contacto postal desde hace un tiempo, pero el matrimonio duró menos de un año, después de que ella supuestamente descubriera que Lyle le engañaba dirigiéndose por escrito a otra mujer.
Más tarde, en noviembre de 2003, Lyle, entonces de treinta y cinco años, se casó con Rebecca Sneed, editora de una revista, de treinta y tres años de edad de Sacramento, en una ceremonia en el área de visitas de la prisión de máxima seguridad Mule Creek State Prison.
Por su parte, Erik se casó en 1997 a través de una ceremonia telefónica en la Prisión Estatal de Folsom. En junio de 1999, Erik, entonces de veintiocho años, se casó en segundas nupcias con Ruth Tammi Saccoman, de treinta y siete años, en la Prisión Estatal de Folsom en una sala de espera de la cárcel.
Sin embargo, durante todo este tiempo ambos han estado separados, llegando a asegurar que estuvieron más de diez años sin hablar. No fue hasta el 4 de abril de 2018 que las restricciones de seguridad de Lyle Menéndez, entonces con cincuenta años, disminuyeron y fue trasladado de la prisión estatal de Mule Creek, donde se encontraba su hermano Erik, de entonces cuarenta y siete años.
Este penal permite a reclusos interactuar entre ellos, según un blog del Departamento Penitenciario de California, y ambos finalmente pudieron reencontrarse. El periodista Robert Rand de ABC News relató que cuando el guardia abrió la puerta, Lyle vio a su hermano y ambos “rompieron a llorar de inmediato”. “Simplemente se abrazaron durante unos minutos sin decirse ninguna palabra”, añadió Rand. “Luego los funcionarios de la prisión les permitieron pasar una hora juntos en una habitación”.
Las pruebas que podrían cambiarlo todo
Después de casi treinta años tras las rejas, los hermanos siguen defendiendo que el crimen que cometieron fue en defensa de los abusos que habían sufrido durante años por parte de sus padres. Nuevas pruebas podrían respaldar esta afirmación, y el abogado defensor de los hermanos, Cliff Gardner, espera conseguir su liberación.
Esta evidencia incluye una carta que, según Gardner, fue escrita por Erik Menéndez a su primo, Andy Cano, en diciembre de 1988, aproximadamente ocho meses antes del crimen, según CBS News. Parte de la carta dice: “He estado tratando de evitar a papá. Sigue sucediendo, Andy, pero ahora es peor para mí. … Todas las noches me quedo despierto pensando que podría entrar… Tengo miedo. … Está loco. Me ha advertido cientos de veces que no se lo cuente a nadie, especialmente a Lyle”.
Andy Cano testificó en los juicios de los hermanos y dijo que Erik le dijo, años antes del asesinato, que su padre lo estaba tocando de manera inapropiada. Sin embargo, los fiscales en el juicio sugirieron que Cano estaba mintiendo.
La otra parte es una declaración realizada por Roy Rosselló, ex miembro de la boy band puertorriqueña Menudo, en abril de 2023 en la que alegaba que el padre de Erik y Lyle, José, lo agredió sexualmente cuando era adolescente.
En una declaración jurada presentada en 2023, Rosselló dijo que visitó la casa de José Menéndez en el otoño de 1983 o 1984 cuando era adolescente. Dijo que bebió “una copa de vino” y luego sintió que “no tenía control” sobre su cuerpo. Alegó que José lo llevó a una habitación y lo violó. Rosselló también afirmó en la declaración jurada que José abusó sexualmente de él en otros dos casos.
“Sé lo que me hizo en su casa”, dijo Rosselló en la serie documental de Peacock Menendez + Menudo: Boys Betrayed, según People. “Ese es el hombre que me violó... Ese es el pedófilo”.
Erik respondió al reclamo de Rosselló en una llamada telefónica con Rand, el periodista que se ha mantenido en contacto con los hermanos. “Es triste saber que hubo otra víctima de mi padre. Siempre esperé y creí que algún día la verdad sobre mi padre saldría a la luz, pero nunca deseé que saliera así, como resultado del trauma que sufrió otro niño”, dijo.
En mayo de 2023, Gardner presentó una petición de habeas corpus, presentando la carta y la declaración jurada de Rosselló como nueva evidencia que argumenta que las condenas de sus clientes deberían ser revocadas. La Oficina del Fiscal de Distrito del Condado de Los Ángeles dijo que está investigando las afirmaciones hechas en la petición de hábeas.