Los inmigrantes no reducen la tasa de empleo ni los salarios de los españoles, pero tienen peores condiciones laborales

La inmigración es el primer problema de los españoles en septiembre de 2024, pero es una percepción que difiere de los efectos reales demostrados sobre el mercado de trabajo

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Temporeros en la vendimia de
Temporeros en la vendimia de la Rioja Alavesa. (EFE/ David Aguilar)

La población extranjera ha crecido con fuerza en España en los tres últimos periodos expansivos y alcanza, según el INE, los 6,6 millones de personas, que suponen un récord del 13,6% de la población total del país. Se trata de una proporción de inmigrantes todavía inferior a la de otros países europeos (como Alemania), pero su presencia en el mercado laboral es notable. Según el observatorio del mercado de trabajo de Fedea y BBVA Research publicado este jueves, la inmigración explica el 90% del crecimiento de la población activa desde 2021 y su empleo crece a mayor ritmo que el de los españoles.

En paralelo a este auge, la inmigración ha pasado a ser la primera preocupación para los españoles. Según el barómetro del CIS de septiembre, el 30,4% de los encuestados lo señala como el primer problema, pero desciende hasta el 13,7% los que indican que es el problema que “personalmente” afecta más. Esta percepción social difiere mucho de los efectos reales demostrados sobre la vida de la población local, como demuestra un estudio publicado en 2024 por la fundación Iseak. En él se constata que la población nativa sobrestima el porcentaje de inmigrantes que hay en España, su nivel de desempleo, su de los servicios sanitarios y la cantidad de ayudas públicas que reciben.

Raquel Carrasco, profesora de Economía de la UC3M, ha ahondado en el impacto de la inmigración en el mercado de trabajo y no ha encontrado evidencia que respalde la idea de que la entrada de extranjeros reduzca la tasa de empleo y los salarios de los españoles en términos agregados, aspectos que se suelen señalar habitualmente como problemáticos. En un estudio realizado junto con Juan F. Jimeno y Ana Carolina Ortega detecta a través de un análisis de los datos de censo (que incluyen inmigración legal e ilegal) que el impacto de la inmigración sobre la tasa de empleo de los españoles es negativo, pero con una elasticidad estimada en el nivel agregado de solo el -0,022. “Lo cual significa que un aumento del 10% en el ratio inmigrantes/trabajadores nacionales provocaría un descenso de la tasa de empleo de los trabajadores nacionales del 0,22%”, señala el documento.

Mayor es la correlación negativa estimada con los datos de permisos de trabajo (inmigración legal), con una elasticidad de -0,18, una cifra estadísticamente significativa que “implicaría un descenso del 1,8% en la tasa de empleo de los trabajadores nacionales ante un aumento del 10% en el ratio de inmigrantes sobre trabajadores del país”. No obstante, los investigadores explican que esta correlación negativa “no se debe en su totalidad a un impacto adverso de la inmigración, sino al hecho de que los inmigrantes acuden a aquellos sectores en los que la tasa de empleo de los trabajadores del país es menor”. Esto se debe a que “los inmigrantes tienden a concentrarse en aquellos sectores en los que los trabajadores nacionales son más reticentes a trabajar”.

Los autores también analizan el impacto de la última regularización de inmigrantes ilegales (realizada en 2005), que afectó a 577.000 personas y provocó un aumento del 40% de la proporción de inmigrantes legales. La caída de la tasa de empleo de los trabajadores españoles como consecuencia de esta regularización, según la estimación más negativa del estudio (-0,02) y suponiendo que todos los inmigrantes legalizados no estuvieran trabajando anteriormente, “solo habría sido de 0,8 puntos porcentuales”.

En cuanto a los salarios, el análisis realizado con los datos de la Encuesta de Estructura Salarial (EES) del INE (que solo registra inmigración legal) apunta a una “ausencia de efecto alguno de la inmigración sobre los salarios de los trabajadores españoles” (con una elasticidad del 0,007) y podría explicarse por la existencia de un salario mínimo fijado por acuerdos colectivos en cada sector. No obstante, este análisis es limitado porque la EES no incluye información de los sectores de servicio doméstico y primario, en los que se produce una gran concentración inmigratoria, y no informa sobre las condiciones de los inmigrantes ilegales. “En general, no hemos encontrado efectos significativos de la inmigración sobre el mercado laboral”, concluye el estudio.

Cobran menos y se concentran en determinados sectores

Lo que sí muestran los datos es que los extranjeros tienen salarios inferiores a los españoles y presentan peores condiciones laborales en términos agregados. Según las últimas cifras de salarios de la EPA, referidas a 2022, los extranjeros tienen un sueldo medio un 33% inferior al de los españoles, pero la mayor parte de este diferencial se explica por la composición del empleo inmigrante. “Las características son muy distintas: son más jóvenes; tienen menos años de estudios; ocupan puestos de trabajo menos cualificados y registran más parcialidad y temporalidad”, explica Carrasco. Por ello, la economista defiende que si se descuentan estos condicionantes, “solo quedaría una diferencia no explicada del 6%” en su salario medio.

Florentino Felgueroso, investigador asociado de Fedea, ahonda en esta composición desigual del empleo extranjero. Según su análisis de datos de la EPA, la mitad de los 4,2 millones de ocupados con nacionalidad extranjera se agrupa en quince ocupaciones, siendo las principales empleo doméstico, camareros asalariados y personal de limpieza, que representan un 18% del empleo de este colectivo.

A pesar de esta concentración en empleos poco cualificados, Felgueroso detecta que el nuevo proceso de incorporación de inmigrantes al mercado de trabajo se está produciendo con menores tasas de segregación ocupacional que las registradas antes de la Gran Recesión porque hay un aumento de la participación de los inmigrantes en prácticamente todas las ocupaciones. Además, las últimas cohortes de inmigrantes presentan una menor segregación que la de los llegados hace más de una década y que la que tienen actualmente los que permanecen en España desde entonces.

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