El sector servicios ha experimentado un proceso de crecimiento en España superior al del resto de los sectores en el último siglo y se ha consolidado como el mayoritario, un fenómeno habitual (tercerización) en las economías desarrolladas. El periodo de la pandemia no ha sido una excepción a esta tendencia porque los servicios han sido los que mejor se han recuperado del shock del confinamiento. De hecho, su crecimiento camufla la caída de la agricultura, la industria y la construcción, sectores en los que ha impactado más la crisis energética, las rupturas en las cadenas de suministros y la inflación de las materias primas, entre otros factores.
Los datos de la Contabilidad Nacional publicados este miércoles por el INE revelan que la agricultura producía un 10,9% menos en 2023 que en 2019; la industria un -2,2% y la construcción un -5,9%. Al contrario, los servicios ya generaron el año pasado un 6,9% más que antes de la pandemia y se recuperaron completamente en 2022, junto con el conjunto del Producto Interior Bruto (PIB). El tirón de los servicios ha sido más que suficiente para culminar la recuperación económica, ya que suponen un 68,7% del PIB, frente al 14,7% de la industria; el 5,4% de la construcción y el 2,5% de la agricultura.
Este desacople en la recuperación de las principales ramas de actividad está pasando desapercibido, pero el reducido peso de la industria (lejano del 20% que se pretendía alcanzar) puede dejar a España rezagada en la construcción de la autonomía estratégica europea. La industria española se aleja de esa cifra deseada desde mediados de los años 90 y permanece relativamente estable en su peso actual desde 2009. A cambio, la economía española tiene un mayor peso del sector servicios que la media de la UE, lo que configura una composición sectorial beneficiosa en los últimos años.
La mayor parte de los servicios han tenido un comportamiento más favorable que el resto de los sectores en la media de la zona euro, según reflejan los datos disponibles en Eurostat de valor añadido bruto (VAB) por ramas de actividad. Pero en España el contraste es mayor, con cifras superiores de recuperación de los servicios en comparación con la caída del resto de los sectores, aunque los datos actualizados del VAB los publicará el INE el próximo 30 de septiembre y se incorporarán posteriormente al instituto estadístico europeo.
Incluso dentro de los servicios hay ganadores y perdedores. Los de información y comunicaciones se disparan: crecen un 21,7% en comparación con 2019 y apenas notaron la crisis, ya que en 2021 habían superado el nivel anterior a la pandemia. Le siguen las actividades profesionales, científicas y técnicas con un crecimiento de la producción del 12,3% y las actividades inmobiliarias (12,1%), que son los únicos servicios que han tenido un crecimiento ininterrumpido, sin retroceso en 2020.
Esto contrasta con la situación de las actividades artísticas y recreativas, que se hundieron en 2020 (-20,7%) por la paralización de todos los eventos presenciales y aún no han recuperado el nivel de 2019 (se encuentran un 3,1% por debajo). Esta evoluación concuerda con que los hogares tampoco hayan recuperado sus niveles de gasto medio en ocio al priorizar destinos como el ahorro y el envío de dinero a los países de origen en el caso de los extranjeros.
Paradógicamente, la caída de producción en tres de las cuatro ramas principales de actividad no ha tenido un reflejo simétrico en los niveles de empleo. Según la Contabilidad Nacional, solo ha descendido un 2,8% el empleo en la agricultura, mientras que se ha mantenido en la industria (con un 0,3% más) y ha crecido notablemente en la construcción, un 8,4%. Respecto a los servicios, el empleo ha crecido menos (5,1%) que la producción, lo que habría conllevado ganancias de productividad.
Los servicios impulsan el crecimiento diferencial de España
El mayor peso del sector servicios en España y el menor de la industria ha favorecido la evolución económica en los últimos años. Aunque la caída del PIB español en 2020 fue la más profunda (-10,9%) y la desventaja continuó en 2021 (todavía con un 5% por debajo de 2019), el ritmo cambió a partir de 2022 por la irrupción de la crisis energética e inflacionista, que ha dañado especialmente a los países más energéticamente dependientes y con mayor peso de la industria.
La diferencia es clara respecto a la primera economía del euro, Alemania, cuyo sector manufacturero ha soportado menos la crisis que el español al experimentar mayores aumentos del precio de la energía y una menor capacidad para diversificar fuentes de suministro energético. El 15% de la energía bruta disponible en España ya es renovable y se produce en el país, lo que favorece la independencia energética y abarata los suministros.
Si se comparan los nuevos datos de la Contabilidad Anual con los últimos disponibles en Eurostat, España adelantó a Alemania en 2022 en la recuperación postcovid y en 2023 consolidó un crecimiento del nivel del PIB por delante de las tres principales economías del euro. El diferencial positivo ha permanecido en la primera mitad de 2024, en la que España ha acelerado ligeramente sus avances trimestrales (0,8%), mientras que el área del euro se ha desacelerado (0,2%). Otro factor que contribuye al mayor crecimiento de España son los flujos migratorios positivos, que se mantendrán en el corto plazo.