El 29 de abril de 2011, la abadía de Westminster acogía la celebración de la boda entre Guillermo de Inglaterra, primogénito del entonces príncipe Carlos, y Kate Middleton. En aquel enlace, un desconocido James Middleton se enfrentó a sus problemas de dislexia y salió al altar para leer ante la atenta mirada de miembros de la realeza internacional.
Aquel día, el mundo puso cara al hermano de la que acabaría siendo princesa de Gales, un apuesto joven que, mientras lidiaba con su involuntario salto a un mundo totalmente desconocido para él, tuvo que batallar también con sus propios demonios y con una maltrecha salud mental que le llevó a pensar en suicidarse.
De todo ello habla ahora el hermano de Kate en Meet Ella: The dog who saved my life (’Conoce a Ella: el perro que me salvó la vida’), un libro autobiográfico que verá la luz el próximo 24 de septiembre y del que la prensa británica ya ha publicado algunos extractos.
La noche que Ella le salvó la vida
Entre los episodios que James Middleton relata en sus reveladoras memorias, se encuentra la noche de 2017 en la que, atosigado por sus propios pensamientos y convencido de que la vida “no vale la pena”, subió al tejado de su casa y se planteó lanzarse al vacío.
Así lo cuenta él mismo, que por primera vez habla abiertamente de este suceso: “Camino de un lado a otro, pero no hay alivio para el tormento que siento en mi mente. (...) Pensamientos oscuros me invaden. ¿Qué puedo hacer para detenerlos? Pienso en saltar desde el tejado. ¿Quién me encontraría? ¿Un taxista que pase por allí?”, escribe.
Sin embargo, mientras recorría el tejado y los pensamientos suicidas le invadían, James se percató de que su pequeña spaniel, Ella, le miraba desde abajo. “Como yo, ha estado despierta toda la noche. Siente mi extraño y agitado estado mental”, describe James, que confiesa que en ese preciso instante supo que no se quitaría la vida. “¿Qué le pasaría a Ella si yo muriera? ¿Cuánto tiempo tendría que esperar sola en el apartamento a que alguien la encontrara?”, se preguntó entonces.
Desde aquel momento, su mascota se convirtió en su tabla de salvación. El cuñado del príncipe Guillermo fundó una empresa de alimentación ética para perros y, tras el fallecimiento de Ella el pasado año, decidió plasmar en un libro todo lo que había vivido junto a ella. Actualmente, James vive con seis perros, todos familiares de Ella.
Guillermo, uno más en la familia
El hermano de la princesa Kate ha confesado a People que escribir este libro ha sido “un viaje” para él. “Espero que mi hijo pueda aprender sobre su propia salud mental mucho antes que yo para que no tenga que pasar por algunos de los momentos tan dolorosos que pasé yo”, agrega.
Entre esas vivencias complicadas estuvo su incursión en la familia real británica, un momento para el que nadie está preparado, y mucho menos aquellas personas que no han nacido en palacios reales. Así, James cuenta que, aunque no había directrices oficiales de Buckingham, Guillermo le daba una sugerencia constante a modo de mantra: “Ten cuidado”.
A pesar de ello, el cuñado del príncipe de Gales confiesa que hubo momentos en que se equivocó, como cuando publicó una fotografía en Halloween con un vestido de lunares y se dijo que era de su hermana. “No lo era. Era el de una amiga. En esa ocasión no pasó nada malo, pero empecé a ser más cauto con las fotos que compartía y me di cuenta de que incluso las historias más triviales adquirían una importancia desproporcionada”, apunta.
James reconoce que, cuando conoció a Guillermo, le puso a prueba como cuñado. “Tenía que ganarse mi confianza”, asegura. Y eso no tardó en ocurrir, pues el príncipe mostró fascinación por Ella desde que la conoció y no dudaba en escabullirse de las partidas familiares de los Middleton al Racing Demon. “Guillermo se estremece ante nuestra determinación despiadada de ganar a toda costa. Está encantado de ser el primero en perder y, cuando ya no se siente obligado a participar, se escabulle para abrazar a Ella”, desvela el hermano de Kate.
El apoyo de su familia
Buena parte de los problemas mentales de James Middleton se remontaban a su niñez. Y es que siendo adulto fue diagnosticado de un trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH), algo que empeoró su depresión.
Tras ponerle nombre a sus dolencias, el joven empezó a ir a terapia y tuvo que explicarles a sus padres este proceso. Carole y Michael Middleton acompañaron a su hijo a dos sesiones, pero seguían “desconcertados, llenos de preguntas” a las que James no podía responder, según relata él mismo.
A los suegros del príncipe Guillermo también les invadió la culpabilidad y les llevó un tiempo comprender “las complejas maquinaciones” de la mente de su hijo. Para ello, contaron con el apoyo de sus hijas, Kate y Pippa. La princesa y su hermana también acompañaron a James a una sesión de terapia y la esposa de Guillermo, muy comprometida con la salud mental, hizo algunas “preguntas pertinentes” al psicólogo. Aquella actitud de Kate generó “mucha gratitud y admiración” por parte de James, que alaba en sus memorias “el conocimiento y la compasión” de su hermana.