El Gobierno mantiene su postura con Junts y se niega a romper los puentes con un partido del que depende para sacar adelante sus iniciativas en el Congreso, pero que pone palos en las ruedas a su acción legislativa siempre que puede. Ante la deriva de los de Carles Puigdemont, posicionándose con más frecuencia en el bloque de la derecha, desde el PSOE agitan las “contradicciones” de su discurso. “No puedes alimentar el odio a derecha ultraderecha y ahora votar con ellos”, afean desde el Ejecutivo para tratar de desactivar la posibilidad de que los independentistas apoyen una moción de censura contra Sánchez: “Sería un suicidio político”, se reafirman en Moncloa.
El partido de Carles Puigdemont permitió la investidura de Pedro Sánchez a mediados de noviembre del año pasado a cambio de la ley de amnistía. También, convalidó dos importantes reales decretos en enero tras pactar con el Ejecutivo permitir a Cataluña la “gestión integral” de las competencias en materia de inmigración. Pero este apoyo ha contrastado con otras votaciones en las que Junts ha unido su fuerza al bloque de la derecha para golpear al Ejecutivo en el Parlamento.
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Estas acciones han provocado varias derrotas parlamentarias para los de Sánchez, lo que da oxígeno al discurso de la derecha de pintar una “legislatura agotada”. La más relevante fue cuando impidió la aprobación de la senda de estabilidad para elaborar los Presupuestos Generales del Estado el pasado mes de julio, aunque este mismo martes volvió a dar un aviso al Gobierno al votar por sorpresa en contra de una proposición de ley para regular el alquiler de temporada y de habitaciones.
Este mismo miércoles, un día después de propiciar una nueva derrota de la izquierda en el Congreso –Sánchez acudió a posta a votar sin saber que Junts cambiaría su sentido del voto–, el partido de Carles Puigdemont subió un peldaño más en sus avisos constantes. “O cumples los acuerdos o derrotas parlamentarias”, remató el diputado Josep Maria Cruset en el Congreso en la sesión de control en la Cámara Baja después de que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, insistiera en que el control de fronteras y de los flujos de inmigración son “competencia exclusiva del Estado y del Gobierno central”, por lo que no se pueden transferir.
El Gobierno espera que Junts defina su hoja de ruta en su congreso
Con la negociación de las cuentas públicas para 2025 en el horizonte, Junts no deja de jalear su poder y usarlo como arma arrojadiza contra el Gobierno, algo que en Moncloa lo enmarcan en la necesidad de los de Puigdemont de “continuar con su relato de que siguen vivos”, señalan fuentes de la parte socialista del Ejecutivo. Estas voces tratan de quitar importancia a estas amenazas, aunque reconocen que contribuyen a generar un “discurso incendiario a propósito de nada”.
Hace unos meses, Moncloa achacaba la actitud de Junts a su disputa con ERC por el liderazgo del independentismo de cara a las elecciones catalanas. Una vez despejada la incógnita y con el socialista Salvador Illa convirtiéndose en presidente de la Generalitat (el primer president no independentista en más de diez años), el Gobierno cree que los avisos de Junts se deben a que la formación posconvergente atraviesa un “momento de reflexión”, con un congreso previsto para finales de octubre en el que “tiene que redefinir lo que serán en los próximos tres años”. “Están condicionados por investidura de Illa y por su congreso; este periodo les condiciona”, añaden fuentes del Gobierno. Por tanto, en Moncloa no ven sostenible que Junts siga apoyando a la derecha, ya que “si no, van a ir a la deriva”.
Moncloa asume que retrasará los Presupuestos
Consciente de la dificultad para aprobar los Presupuestos Generales del Estado de 2025, el Ejecutivo asume que no se dará prisa para presentarlos en el Congreso, cuando hasta hace un par de semanas defendía que los registraría “en tiempo y forma”, es decir, antes de que termine septiembre. En ese entonces, desde el Gobierno ya admitían la posibilidad de que el proyecto presupuestario de 2025 descarrile en el Congreso al coincidir con el importante momento de reflexión de Junts y ERC (también celebra su congreso en noviembre).
También, estas voces afirman que el Ejecutivo redoblará los esfuerzos para atraer a Junts, el voto más delicado. Esta pretensión volverá a tener una prueba la próxima semana, cuando se vuelva a someter a votación la senda de déficit. Si bien, en caso de que el resultado de esta votación sea negativo, Hacienda promete que no cambiará su hoja de ruta y mantiene su compromiso de traer las cuentas a la Cámara Baja.
De cara a esta negociación, fuentes parlamentarias de Junts afirman que el diálogo con el PSOE sigue abierto y que los socialistas sí cumplen en lo relativo a las reuniones mensuales fuera de España con la presencia de un mediador, pero dejan claro que no aflojarán en sus exigencias a cambio de su apoyo a las medidas del Gobierno de coalición.
En este sentido, el propio expresidente de la Generalitat instó a Sánchez a “cumplir sus compromisos y gobernar”. En un mensaje en la red social X, Puigdemont hizo una defensa de “gobernar en minoría”, algo que es “farragoso”, “pero es una buena forma de fomentar la democracia, porque da juego a las minorías”. Aunque criticó que el Gobierno “no haya digerido que un gobierno en minoría no puede actuar como si tuviera mayoría absoluta”, el líder de Junts conminó a Sánchez a seguir negociando: “No sudar la camiseta intentando ganártelos a cada votación es el camino más directo al fracaso”, advirtió.