El consumo de los hogares de España ha superado el nivel anterior a la pandemia en términos agregados por el impacto positivo de los flujos migratorios, pero el gasto medio por hogar aún es inferior al de 2019. A diferencia de otros periodos históricos, el consumo privado no termina de despegar con la recuperación económica y el aumento de los ingresos reales. Los datos reflejados en este artículo están pendientes de ser actualizados por el INE, por lo que pueden verse mejorados, pero el Banco de España ya detecta que hay motivos estructurales detrás del tímido avance de esta variable macroeconómica.
Según los últimos datos de la Contabilidad Nacional Trimestral, referidos al segundo trimestre de 2024, el consumo de los hogares solo es un 0,8% superior al del cuarto trimestre de 2019 y el consumo medio todavía se encontraba en 2023 un 2,7% por debajo del nivel prepandemia, de acuerdo con los datos de la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF). En contraste, el PIB ha crecido un 4,7%; la renta bruta disponible de los hogares ha aumentado un 4,9% y el empleo, medido en número de ocupados, es un 8,6% superior al de los tres últimos meses de 2019.
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“El consumo de las familias está sorprendiendo a la baja”, ha señalado durante la presentación de las proyecciones trimestrales el director general de Economía y Estadística del Banco de España, Ángel Gavilán, añadiendo que las señales sobre su evolución “son mixtas” y apuntan a una “estabilidad del consumo en los niveles actuales”.
El análisis de la institución a partir de la EPF, que se publicará próximamente, detecta que el consumo real se ha debilitado especialmente en automóviles y bienes duraderos, como los muebles, el vestido y el calzado. También es algo inferior en ocio y cultura y el único grupo que se encuentra por encima son los bienes de primera necesidad, mucho menos recortables por sus características.
Solo consumen más los mayores de 65 años
El descenso en el consumo es prácticamente transversal por edades, a excepción de los hogares cuyo cabeza de familia tiene 65 o más años. Esto se explica porque sus rentas han crecido más que las de la población de mediana edad impulsadas por la revalorización de las pensiones y porque son un grupo poblacional con más propensión a gastar en bienes de primera necesidad.
Sí se registran más diferencias por niveles de renta y por nacionalidad del sustentador principal del hogar: “La debilidad del consumo está siendo particularmente acusada entre los hogares cuyo cabeza de familia es de nacionalidad extranjera y entre aquellos que se encuentran en el cuartil superior de la distribución de la renta”, señala el Banco de España.
“Gran parte de la debilidad del consumo promedio tiene que ver con la debilidad del consumo de los hogares con rentas más altas”, ha señalado Carlos Thomas, director general adjunto de Economía e Investigación, atribuyendo a este factor dos tercios de la brecha entre la evolución actual del consumo de los hogares y la que debería haber tenido si esta variable se hubiera comportado como en anteriores periodos expansivos. El dinero que el 50% de los hogares con más renta (cuartil 3 y cuartil 4) antes destinaban a consumir, ahora lo están ahorrando para invertir, por ejemplo, en activos inmobiliarios.
La tasa de ahorro de los hogares aumentó con la pandemia y todavía se encontraba en 2023 un 5,6% por encima de la cifra de 2019. De hecho, los grupos de población que más han reducido su consumo son los que mantienen un nivel de ahorro superior. Los hogares de edades centrales, entre los 35 y los 54 años, tienen una tasa de ahorro un 1,8% superior a la de antes de la pandemia y los cuartiles 3 y 4 cuentan con un 4% más de ahorros.
El tercio restante de la brecha del consumo se debe al comportamiento de los hogares extranjeros, cuyo consumo es todavía un 5% inferior al nivel prepandemia, frente al 2% por debajo de los hogares españoles. “Disponen de más ahorro destinado a distintos usos, como el envío de remesas a sus países de origen”, ha explicado Thomas. Es habitual que el volumen de remesas crezca cuando aumenta la inmigración, pero el crecimiento también se registra en términos per cápita, pasando de 180 euros por persona en 2019 a 220 en 2023, lo que respalda la hipótesis.
Riesgo para el crecimiento del PIB
Adicionalmente, hay mayores niveles de incertidumbre y menores de confianza que en 2019, lo que también podría estar condicionando decisiones de compra de bienes duraderos en algunos segmentos de población. El Banco de España prevé que el consumo privado y la inversión empresarial sean claves para el crecimiento del PIB en 2025 y 2026, años en los que se debilitaría la aportación de la demanda externa, que hasta el momento ha dado sorpresas positivas.
Los cambios estructurales descritos en el consumo suponen un riesgo para ese crecimiento económico proyectado, aunque el auge del ahorro en detrimento del gasto acerca el comportamiento de la sociedad española al de las principales economías de la zona euro. La institución proyecta una caída del ahorro a medio plazo, pero “la convergencia será muy lenta”, ha advertido Ángel Gavilán.