Portugal atraviesa ahora mismo uno de los momentos más críticos de los últimos años en relación a los incendios. Más de 110 están activos ahora mismo: por el centro y por el norte del país, si bien a nivel de hectáreas 2024 sigue siendo el cuarto peor de los últimos diez años.
Y es que, hace tres días, las hectáreas calcinadas no llegaban a 18.600, mientras que ahora rozan las 100.000. La cantidad y amplitud geográfica asustan, y es por eso que el Gobierno luso ha declarado la situación de emergencia hasta el final del jueves, así como el de calamidad para los municipios más afectados.
Tan grave es la situación que, inevitablemente, España se ha visto implicada. En primer lugar, voluntariamente, puesto que ya desde hoy Portugal cuenta con 270 miembros de la Unidad Militar de Emergencia española que están ayudando en las labores de extinción.
El rey Felipe VI ha comunicado también la tarde de este miércoles que cuente con España para reforzar su ayuda, y que espere del país vecino la “total solidaridad” del pueblo español. Además, el monarca ha asegurado la “disponibilidad para reforzar los apoyos aéreos y otros del Estado español”.
Pero, además, los incendios han llegado a España a través de otro camino: el humo. Una enorme nube oscura se expande a través de 100.000 kilómetros cuadrados sobre el océano Atlántico. Este fenómeno se ha podido apreciar desde distintos puntos de la Península Ibérica, pero especialmente en Galicia y Asturias, desde donde se ha podido asistir a un amanecer con la luna y el sol completamente rojos, así como el cielo oscurecido.
En algunas zonas de la comunidad autónoma este efecto ha durado apenas unas horas, como es el caso de la ciudad de Santiago de Compostela, mientras que en otras las nubes de humo no se han marchado y han seguido produciendo este efecto óptico en el paisaje.
Los testimonios impresionan
Los incendios han dejado varias imágenes de un gran impacto, además de las de esta mañana. No en vano, han sido 72 horas agónicas en la lucha contra una de las catástrofes más habituales del verano, y que hasta ahora parecía que no iba a golpear con fuerza la Península. Pero, finalmente, ha sido en los últimos días de la estación más cálida del año cuando el desastre ha ocurrido: