Ni fueron manipulados, ni engañados. Dominique Pelicot, que drogó y violó a su mujer durante casi una década, afirma que el resto de acusados sabían lo que hacían. El principal acusado del caso Mazan, que juzga las constantes agresiones sufridas por Gisèle Pelicot por parte de decenas de hombres diferentes, ha vuelto este martes a los tribunales tras una prolongada ausencia debido a una infección urinaria. Pelicot se ha subido por primera vez al estrado para permitir analizar su personalidad y los crímenes cometidos contra su mujer, que ha admitido sin duda. “Soy un violador”, ha asegurado, “como todos los demás acusados”.
Hasta ahora, los abogados de la defensa de los 50 hombres implicados en el caso han intentado reducir los cargos contra sus clientes, desvinculándolos del delito de violación. Salvo en excepciones, tanto los letrados como sus clientes han insistido en que no tenían ninguna intención de abusar de Gisèle y, sin intención criminal, no pueden haber cometido un delito. Afirman que ellos no sabían que la mujer había sido drogada, que pensaban que ella consentía y se trataba de un juego dentro del matrimonio, algo que los investigadores del caso no han terminado de creerse. Los acusados han apuntado que Pelicot era un “jefe de orquesta” que organizaba los encuentros y muchos han dicho sentirse manipulados y condicionados a actuar como actuaron. De hecho, en algunas de las grabaciones se puede escuchar cómo Pelicot daba órdenes a los hombres de cómo abusar de su mujer.
“Conocían su estado”
Pero Dominique ha compartido este martes un relato diferente. El exmarido de Gisèle ha afirmado que el resto de hombres “conocían su estado” y participaron igualmente en las violaciones, algunos en repetidas ocasiones. “La única persona a la que manipulé fue a mi mujer”, ha respondido a los letrados. La estrategia de su abogada, Béatrice Zavarro, pasa por demostrar que estos “actos monstruosos” no fueron cometidos por un monstruo, sino por “un hombre entre los hombres”.
El principal acusado reconoció haber comenzado a suministrar ansiolíticos a su mujer en 2011 y poder abusar sexualmente de ella. En un principio, actuaba solo, pero en 2014 empezó a invitar a otros hombres a que se sumaran a él para abusar de su esposa, inspirado en una página de encuentros sexuales. Fue entonces cuando comenzó a entablar conversaciones en la plataforma Coco.gg, a través de la que encontró a decenas de hombres que participaron en las agresiones.
Sin embargo, Pelicot ha negado que fuera detrás de ellos: No busqué a nadie, ellos mismos vinieron en mi busca. Me preguntaron y dije que sí. Ellos aceptaron, ellos vinieron. No esposé a nadie para que viniera a mi casa”, ha asegurado. “No les puse un fusil en la sien para que vinieran -subrayó-. Lo aceptaron desde el principio. La única pregunta que hacían era ¿cuánto tengo que poner?”, aunque ha aclarado que nunca pidió dinero. Ha afirmado, igualmente, que siempre avisó a “los contactos” de que su esposa estaba inconsciente y ellos serían grabados. Para registrar las imágenes, Pelicot utilizó un trípode y una cámara, por lo que no podían ignorar lo que sucedía. Su versión coincidiría con las opiniones de los investigadores, que insistieron en la existencia de “primeros planos” en las grabaciones, lo que hace complicado que los acusados no supiesen que se estaba haciendo un vídeo del momento. Según ha confesado, ya habría grabado a su mujer manteniendo relaciones sexuales, pero sin su conocimiento.
El presidente del tribunal, Roger Arata, preguntó durante la declaración si cabía la posibilidad de que algunos de los acusados “se pudieran sentir manipulados”. “No podían sentirse bajo mi influencia o manipulación, ya que se desnudaban en la cocina, con perfecto conocimiento de causa”, ha defendido Pelicot. “Nunca toqué el dinero, ni manipulé ni forcé a nadie”, ha añadido.
Sí que ha asegurado haber sido víctima de chantaje: “Me pedían 3.000 y luego 5.000 euros por las fotos. He recibido amenazas”, ha declarado.
Pelicot asegura que pidió test de VIH a todos los participantes
Los constantes abusos dejaron secuelas en Gisèle: se le han diagnosticado cuatro enfermedades sexualmente transmisibles directamente imputables a las violaciones y padece además un fuerte estrés postraumático con pensamientos suicidas. Según ha podido saberse, entre los acusados existe una persona seropositiva, que no le transmitió el VIH al estar el virus inactivo.
Al ser interrogado al respecto, Pelicot ha defendido que él pidió pruebas negativas a todos los participantes y habría sido engañado por este acusado.