La Dirección General de Tráfico (en sus siglas, DGT) tiene más de medio centenar de señales de peligro o advertencia dentro de su catálogo oficial. Estas señales advierten a los conductores sobre peligros potenciales en la vía y son fundamentales para garantizar la seguridad vial.
Cada una de estas señales sigue el diseño estándar de triángulo con borde rojo y un símbolo en el centro que representa el peligro específico. Algunos ejemplos incluyen la proximidad de una curva peligrosa, el cruce de animales o la presencia de un semáforo.
Este último viene indicado por la señal P-3 de la DGT, que se utiliza para alertar a los conductores sobre la proximidad de uno de estos dispositivos luminosos. Podemos encontrarla especialmente en lugares donde la visibilidad del mismo puede estar limitada, como curvas o cambios de rasante, lo que ayuda a prevenir frenadas bruscas y posibles accidentes en este tipo de intersecciones.
Cruzar en ámbar un semáforo
El semáforo es uno de los elementos esenciales para la regulación del tráfico y son el tercer grupo de señales en importancia, solo por detrás de los agentes de tráfico y las señales de balizamiento. El artículo 146 del Reglamento General de Circulación describe los comportamientos requeridos para los diferentes colores de luces del semáforo, tanto si aparecen de forma fija o si lo hacen de manera intermitente.
Si bien está claro que el color verde indica la posibilidad de cruzar y el rojo la prohibición, el color ámbar ha suscitado dudas en muchos conductores sobre cómo actuar cuando la señal luminosa se encuentra en el paso intermedio.
Lo primero que hay que entender es que su significado puede variar si esta luz está fija o en cambio, está intermitente. En un principio, la luz ámbar indica que los conductores deben detenerse, como lo harían ante la luz roja, a menos que estén tan cerca del semáforo que detenerse bruscamente podría causar un riesgo de seguridad. Así lo estipula el reglamento de circulación.
Por el contrario, si la luz amarilla o ámbar se encuentra intermitente, esto no obliga a detener el vehículo, pero sí obliga a ceder el paso al peatón si este se dispone a cruzar. La GDT recuerda que saltarse un semáforo conlleva una multa de 200 euros y la consecuente pérdida de 4 puntos del permiso de conducir.
En rojo siendo peatón
La DGT también puede multar a los peatones por cruzar un semáforo en rojo, aunque no haya vehículos cerca. Según la normativa vigente, los peatones también están obligados a respetar las señales de tráfico, incluidas las luces de los semáforos. Cruzar en rojo es considerado una infracción de tráfico, y puede resultar en una multa de hasta 200 euros.
Esta sanción forma parte de las medidas de seguridad vial que buscan reducir los accidentes de tráfico y proteger tanto a conductores como a peatones. Aunque no es tan frecuente como las multas a conductores, los agentes de tráfico tienen la autoridad para imponer sanciones a los peatones que no respeten las normas.