“La huelga de periódicos, una catástrofe para todos”. Con este titular, Juan Antonio Giner se estrenó como periodista en 1978 en el periódico La Vanguardia. Fue el inicio de una larga relación de casi 50 años, pero también un vaticinio, puesto que, desde entonces, Giner no ha dejado de hacer lo mismo: reflexionar sobre el periodismo.
Porque, el que entonces era un recién doctorado con una beca en la ciudad de Nueva York, hoy presume de ser un referente de peso en la evolución que han seguido los diferentes medios de comunicación en todo el mundo. A su faceta como articulista la precede la de ser cofundador del Innovation International Media Consulting Group, una importante consultora de medios que ha trabajado para las cabeceras más importantes.
Ahora, sin embargo, a este hombre habrá que añadirle la categoría de escritor o de ensayista, puesto que acaba de publicar el libro La Edad de Oro del Periodismo (Libros de Vanguardia, 2024), una recopilación de sus columnas escritas en el periódico catalán y medios de comunicación, entre ellos Infobae, sobre “el pasado, presente y futuro del periodismo”. En este libro, se ayuda también de las grandes figuras de la prensa: los mejores reporteros, los mejores editores, pero también los grandes empresarios que, en un momento u otro, fueron claves para el desarrollo de la profesión a nivel mundial.
“Añadir más tomates a la sopa de tomates”
No obstante, pese a todos estos mitos -héroes y villanos- a los que analiza en pequeños textos, que asegura, “van dirigidos tanto a periodistas como a lectores”, formula en voz alta una posibilidad: “¿Es esta la Edad de Oro del periodismo?”. “Yo digo que sí es la mejor época”, se reafirma desde su atril, “aunque el periodismo actual se enfrente a muchos problemas, sobre todo de gestión”. Este hecho no impide, para él, que todas las herramientas y oportunidades actuales brinden a los medios la oportunidad perfecta para seguir manteniendo la esencia de lo que siempre ha sido lo fundamental.
“Lo más importante en el periodismo son los lectores”, defiende Juan Antonio, que recuerda algunas anécdotas como cuando Abe Rosenthal, el legendario director del New York TImes, explicó que el secreto del éxito de su periódico era “añadir tomate a la sopa de tomates” en vez de agua: más sabor, más contenido, más compromiso. En la misma línea, Giner también recuerda al que para él ha sido uno de los mejores periodistas de todos los tiempos, Hubert Veue-Méry, fundador del medio francés Le Monde, y una frase que ilustra a la perfección cuál es el camino que debe tomar el periodismo en los tiempos actuales: “Solo haciendo un medio imprescindible a los lectores, los lectores se verán obligados a comprarnos”.
“Hemos ido ganando la libertad de expresión palabra por palabra”
Es entonces cuando ha dado paso a sus acompañantes en el escenario: Rosalía Lloret, CEO de Eldiario.es, Juan Caño, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, Juan Antonio Martínez Soler, fundador del periódico 20 Minutos, Andrés Rodríguez, fundador y presidente de SPAINMEDIA y Javier Cremades, creador del bufete internacional Cremades & Calvo Sotelo y presidente de la World Jurist Association y la World Law Foundation, en cuyo centro se encuentran reunidos.
“Yo también considero que estamos en una Edad de Oro”, ha afirmado Lloret, la primera en pronunciarse. En los últimos años, ha visto como el sector trataba de “recuperar la credibilidad y confianza en el buen periodismo”, componentes imprescindibles para el desarrollo de la profesión que se vieron comprometidos durante la crisis de 2010. Por aquel entonces, muchos medios cerraban, y los que no eran sospechosos -y culpados- de ‘venderse’ a quienes aseguraran su supervivencia económica a través de la publicidad.
“La única forma de evitar la dependencia de la publicidad era que los lectores pagaran por la información: asegurar la sostenibilidad”. Antes trabajó en el grupo PRISA, empresa de comunicación que rechazó el modelo de suscripción -pagar por leer las noticias en la web de El País, medio principal de la compañía- que propuso. Pero si bien entonces dijeron que no, finalmente lo decidieron aplicar seis años después. “Lo que puede devolver esa edad de oro al periodismo es la conexión directa con los lectores que supone la suscripción digital”. Información comprometida frente al periodismo chatarra y basura, beneficiado por los algoritmos.
También Andrés Rodríguez se mostraría de acuerdo poco después, afirmando que la misión esencial del periodismo “está más viva que nunca porque los tiempos de hoy son más confusos que nunca”. La rentabilidad de los medios, de las editoriales en su caso, también forman parte del “entretenimiento” que supone dedicarse al sector. “Es gracias al talento y al empeño por la información que seguimos teniendo perspectiva de presente y de futuro”. Por eso, en su caso no se trata de ceder ante los anunciantes, sino adelantarse y encontrar aquello que necesiten, sin por ello abandonar lo que hasta ahora había caracterizado a la profesión: el papel.
Esperar al futuro o mirar al pasado
Más reservado que Lloret y Rodríguez se ha mostrado Juan Caño, que piensa que la Edad de Oro del periodismo español fue durante la Transición democrática. Entonces, medios como Cuadernos para el Diálogo, Cambio 16, Destino o La Calle engancharon a los lectores al “periodismo moderno” que no se había visto hasta entonces en España. “Dieron la vuelta a todo lo que se había visto durante el Régimen”, argumenta. Todo lo contrario de lo que se está pudiendo ver ahora en el país, con el reciente anuncio del Gobierno de un decreto ley que ”restringe las virtudes del periodismo”.
A nivel internacional, en cambio, sitúa esa época dorada en los albores del siglo XX, cuando medios como el Daily Mail, el Daily Mirror y el Daily Express vendían 4 millones de ejemplares, cifras impensables a día de hoy. “Nunca ha habido tanto éxito”, recalca, si bien al final concede que tal vez la verdadera Edad de Oro llegue en un futuro no muy lejano, “cuando la mujer se incorpore a los puestos de dirección de los grandes medios”, algo que ya está empezando a verse cada vez más.
Poco después, José Antonio Martínez Soler ha tomado la palabra para volver a lanzar un mensaje optimista: “Ahora el periodismo es mejor que nunca”. “No siempre el tiempo pasado fue mejor”, advierte, pese a que admite que, a nivel personal, su “década de oro” fue en los años 70 y a principios de los 80, cuando “los poderes fácticos” del franquismo, ante la muerte de Carrero Blanco y la cada vez mayor debilidad del dictador permitían a los medios atreverse a contar la verdad.
“El poder cada vez era más débil, pero los jóvenes estábamos empujando”. Pero ni las nuevas generaciones ni las antiguas conocían hasta dónde les iba a llevar el futuro, lo que hacía que ambos frentes, el conservador y el que apostaba por un nuevo país, tuvieran miedo de ir demasiado lejos. De este modo, los cambios fueron llegando poco a poco, pero llegando: “Hemos ido ganando palabra por palabra la libertad de expresión”, ha recordado Martínez Soler. “A partir del 82 la Transición termina, y entonces el periodismo pierde porque los poderes fácticos vuelven a salir”.
El periodista desnudo
El último en hablar ha sido Javier Cremades, que desde su posición de jurista también ha querido aportar su punto de vista, empezando por algo tan básico que está en la Constitución: “La opinión es libre, pero la información es veraz”. Y es precisamente esa veracidad lo que está amenazado, pues se ha puesto en juego el propio acceso a la verdad.
Además, continúa reflexionando sobre el hecho de que “hay gente insatisfecha con las democracias por algo que se llama el valor compartido: se responsabiliza a las empresas de los males de la sociedad”. Sin embargo, ha asegurado que en el mundo de los medios de comunicación las empresas “son necesarias”, algo con lo que Juan Antonio ha intervenido asegurando que “si la empresa no le apoya, el periodismo está desnudo”.
En cualquier caso, Cremades también se ha mostrado convencido de que “la Edad de Oro del periodismo está por llegar”. Una época en la información seguirá velando por el bienestar de las sociedades, y cuyos máximos referentes seguirán ahí, en cada noticia, en cada periódico y, por supuesto, en cada página del libro de Juan Antonio Giner.