Germán González es uno de los reporteros más populares de Sálvame. El periodista conquistó a los espectadores con sus vídeos cargados de sentido del humor e ironía y, más de un año después del final del programa de Telecinco, debuta como presentador en El gran premio de la cocina, un talent culinario que se emitirá de lunes a viernes en la sobremesa de La 1.
El cántabro será el encargado de conducir el concurso junto a una compañera de excepción: la actriz Lydia Bosch, que regresa a la cadena pública en la que saltó a la fama hace cuatro décadas. “Aún no me creo que esté presentando un programa con Lydia Bosch”, confesaba González a Infobae España tras la presentación del formato en el FesTVal de Vitoria-Gasteiz.
Aunque reconoce estar “muy contento, agradecido, feliz y pletórico”, el flamante presentador de TVE agrega que le invaden los nervios porque “hablamos de palabras mayores” al saltar a las labores de conducción de la mano de una figura histórica de la televisión española.
Germán y Lydia no se conocían, pero ambos cuentan que su química fue evidente desde el momento en que se conocieron en la prueba, un casting al que él llegó tarde: “Estaba trabajando en otro sitio, llegué tarde al casting, tuve que hacer esperar a Lydia Bosch y aun así me recibió con su mejor sonrisa”, explica el periodista, con quien Bosch confesaba haber sentido “la misma conexión que con Emilio Aragón”.
La grabación de la prueba no salió precisamente bien, pero afloró algo muy importante para entretener a los espectadores: el sentido del humor. “Estábamos nerviosos. Ella se equivocaba en cosas y yo también, pero fue muy gracioso porque entre los dos nos vacilábamos y salimos airosos. Fue muy divertido y todos los que estaban en esa sala estaban descojonados”, relata Germán.
El que fuera rostro de Telecinco confiesa que le apetecía convertirse en presentador, aunque en muchas ocasiones no se veía capaz por “ese síndrome del impostor que nos han metido a todos”. En ese sentido, la buena sintonía con Lydia le ha brindado una confianza muy valiosa: “Lydia me ha ayudado inconscientemente. Me he sentido como en otros formatos en los que he brillado por el clima que había, como en Cazamariposas. (...) Creo que es muy difícil encontrar un ambiente laboral en el que se te permita brillar con libertad total”.
“La tele es acumular fracasos”
En los últimos meses, han sido muchos los seguidores de Germán González que reclamaban su presencia en Ni que fuéramos Shhh, la ‘secuela’ de Sálvame en TEN y plataformas de streaming. “Me ofrecieron estar ahí antes de empezar, cuando todavía casi no se sabía lo que iban a hacer, pero tenía otro compromiso y no podía estar”, desvela ahora el periodista.
Pese a que no pudo formar parte de este proyecto, solo tiene buenas palabras para quienes fueran sus compañeros: “Luego me han ido surgiendo otras cosas, pero les adoro, lo que están haciendo me parece brillante, son amos del entretenimiento y expertos en hacer mucho con poco”.
Donde sí estuvo fue en Cuentos Chinos, el programa fallido de Telecinco en el access prime time que supuso el regreso de Jorge Javier Vázquez tras el final de Sálvame. “No sé qué falló allí, sí que se tuvo poca paciencia, pero he estado en más programas que han durado nada y menos. La tele es acumular fracasos y esperar a que llegue el éxito”, sentencia.
Ahora que va a ponerse al frente de un formato diario en una televisión pública, espera que esa paciencia sea mayor: “Al final lo importante es que te den la oportunidad y la confianza de mantenerlo. Que no dignan ‘un mal dato, fuera’. Creo que TVE va a apostar por este formato y lo va a dejar”, expresa, recordando que también trabajó en la primera edición de MasterChef y no funcionó en audiencias hasta la tercera gala.
Puestos a soñar, le encantaría que este debut como presentador en TVE le catapulte a conducir el Benidorm Fest, certamen que ha seguido durante dos años “desde el foso” como declarado eurofán. Lo que no podría ser es concursante de El gran premio de la cocina, dado el nivel culinario que confiesa tener: “En mi casa solo hay fruta, pechugas de pollo y hamburguesas veganas, cosas que pueda hacer ‘vuelta y vuelta’”.
Sobre el hate que le pueda caer ahora que está en primera línea de batalla, Germán afirma que “tener haters significa que molestas en el buen sentido. Lo peor que te puede ocurrir es pasar sin pena ni gloria”. Y sentencia: “El hate constructivo es bueno y el no constructivo es tan absurdo que me da risa, porque yo de la mediocridad hago un arte”.