El ‘boom’ del turismo rural deja cifras récord, pero afecta a las comunidades locales por su falta de planificación

Muchas de estas zonas ven cómo en verano coinciden fiestas, residentes, asiduos y turistas, lo que resulta en una realidad que los pueblos “no están preparados” para afrontar

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Más del 60% de los madrileños eligen las dos Castillas y Asturias para el turismo rural. (Europa Press)
Más del 60% de los madrileños eligen las dos Castillas y Asturias para el turismo rural. (Europa Press)

En un verano en el que se han vuelto a batir récords de ocupación vacacional, de viajeros y de protestas contra la masificación, el turismo rural en España ha registrado cifras destacadas durante esos meses. La ocupación de estos destinos turísticos ha alcanzado hasta el 80%, según las asociaciones de propietarios, como Asetur y Autural, superando el 55% reportado por las plataformas de reservas. Este crecimiento refleja el interés por destinos tranquilos y en contacto con la naturaleza, lo que ha favorecido tanto a las zonas tradicionales del norte como a regiones del sur y las Islas Canarias. Sin embargo, esta mayor afluencia también plantea retos en términos de sostenibilidad y modelo económico.

Recientemente, Pedro Carreño, presidente de la Asociación Española del Turismo Rural (Asetur), explicaba que en España hay aproximadamente 8.000 pueblos con unas 15.000 casas de alojamiento rural, lo que supone una media de dos casas por pueblo, y afirmaba que “eso nunca podría ser saturación”, en declaraciones recogidas por la Agencia EFE. Sin embargo, las tendencias del mercado turístico son particulares, al estar marcadas por una fuerte estacionalidad. Muchos de estos pueblos ven cómo, en los meses veraniegos, coinciden fiestas, residentes, familias que acuden en temporada y turistas que llegan a pernoctar, lo que resulta en una realidad que los pueblos “no están preparados” para afrontar, según admitía Carreño.

La falta de planificación lleva a la ‘turistificación’

El modelo de turismo rural, si bien surgió como una alternativa sostenible y alejada de los principales focos de viajeros, está comenzando a repercutir tanto en el entorno natural como en las comunidades locales. Según indicaba en idealista Marcos Sánchez Foncueva, experto en urbanismo y gestión del suelo, la falta de planificación estratégica y la mala gestión de los fondos europeos han llevado a que este modelo no logre cumplir con su objetivo de revitalizar el medio rural de manera sostenible. Foncueva destacaba que, aunque este turismo se presenta como una alternativa económica viable, su implementación a gran escala ha generado efectos contraproducentes como la pérdida de actividades agroganaderas tradicionales y la desconexión de los habitantes con su entorno productivo.

Este turismo rural ha sido fomentado históricamente por políticas europeas, como el documento de la Comisión Europea El futuro del mundo rural (1988). En él, se sugería la creación de infraestructuras turísticas como un medio para revitalizar las zonas rurales. Sin embargo, Foncueva critica este enfoque que, mal gestionado en muchas regiones de España, ha derivado en una excesiva dependencia de las subvenciones y en una escasa planificación en la implementación de los proyectos.

En lugar de integrar el turismo de manera equilibrada con otras actividades productivas tradicionales, se han creado infraestructuras turísticas desproporcionadas, poco integracionistas y sin una visión a largo plazo. Por su parte, Foncueva aboga por un enfoque que priorice la diversificación económica y la integración del turismo con las actividades tradicionales. Esto requiere una gestión eficaz de los recursos, una mayor participación ciudadana y la implementación de sistemas de control que aseguren que las inversiones se realicen de manera eficiente.

Un verano de protestas al modelo turístico, que llegan al entorno rural

España se ha consolidado como el país de Europa más afectado por el impacto del turismo, según una encuesta realizada por la agencia YouGov. Un 32% de los encuestados en el país considera que hay demasiados turistas extranjeros en su área de residencia, una cifra que se eleva al 48% en Cataluña, donde el turismo masivo genera un gran descontento. Este territorio recibe 32 millones de turistas al año, una cifra que cuadruplica su población local. A nivel europeo, España también lidera la percepción negativa hacia los turistas extranjeros, con un 28% de los españoles expresando una opinión desfavorable sobre ellos.

En cuanto a las protestas contra la turistificación, España también encabeza la simpatía hacia estas movilizaciones, con un 66% de apoyo. Las protestas más destacadas han tenido lugar en ciudades como Barcelona y Palma de Mallorca, donde los residentes se han movilizado en contra del turismo masivo y el impacto que tiene en su calidad de vida. En el resto de Europa, países como Francia, Alemania y Suecia también muestran un alto apoyo a las medidas para limitar el turismo descontrolado, como la restricción del número de visitantes en áreas populares y la prohibición de nuevos hoteles.

5 pueblos españoles donde el turismo nacional se ha incrementado más que antes de la pandemia.

Estas protestas no han tardado en llegar al entorno rural. Miles de cántabros se manifestaron en mayo, en una concentración contra lo que consideran una amenaza directa para su entorno y su forma de vida: la masificación turística y el “pelotazo urbanístico” en la costa. La manifestación tuvo lugar en los terrenos entre Loredo y Langre, donde se proyectan desarrollos de viviendas y un campo de golf, lo que, para muchos residentes, es otro ejemplo del modelo especulativo que prioriza los intereses económicos sobre el bienestar de la comunidad local. Convocada por la formación política Cantabristas, esta movilización se presentó como una defensa no solo de esta zona costera, sino de toda la región, ante lo que se percibe como un “modelo depredador” que está transformando a Cantabria en una mercancía.

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