Cuando nos cruzamos con un perro por la calle, lo más habitual es que este se acerque a nosotros para olernos e incluso, si es nuestra intención, que se deje acariciar. Este hecho ha colaborado a que, a día de hoy, pensemos que es algo característico de este animal ofrecer cariño y aceptarlo, nos conozca o no, lo que ha dado lugar a algunos malentendidos y situaciones desafortunados.
Porque lo cierto es que, aunque en la mayoría de los casos este principio se cumpla, hay ciertos casos en los que los canes prefieren que ningún desconocido se les acerque: ni animales ni personas. En este sentido, la iniciativa británica Yellow Dog Project, basada en un programa sueco, trata de concienciar sobre el hecho de que “al igual que los humanos, los perros pueden experimentar ansiedad y nerviosismo”. Por ello, es importante que quienes somos responsables de ellos sepamos reconocer los “signos de nerviosismo” para ayudarles a superar sus miedos.
A estos perros se les conoce como Yellowdog o “perros amarillos”, y algunas de las muestras que pueden dar que no se sienten cómodo ante otras personas son los temblores, el jadeo excesivo y un caminar inquieto. “Reconozcamos los signos de nerviosismo y ayudémosles a superar sus miedos”. Un proceso de superación que tendrá diferentes fases, como la de identificar los factores que provocan estas emociones, y una vez hecho también proceder con una exposición gradual que poco a poco vaya desensibilizándolos.
Una cinta, una correa o un lazo amarillos
Otro elemento clave es proporcionar al animal un entorno seguro y protegido. En casa, puede ser un rincón, una habitación, o una casita. “Asegúrate de que este espacio esté libre de posibles factores estresantes y conviértelo en un santuario en el que tu perro pueda retirarse cuando se sienta abrumado”, recomiendan desde Yellow Dog Project. Pero, más allá de esto, hay que velar por nuestra mascota también cuando sale a la calle, ya que una vez allí es muy posible que se cruce con otras personas o animales que invadan su espacio personal.
Es por eso que uno de los puntos claves de la iniciativa ha sido el de colocarles a estos perros especialmente sensibles una cinta amarilla, un chaleco o un pañuelo, así como un lazo, tanto en la correa como en el cuerpo. De este modo, si nos encontramos con un animal ataviado con algo parecido, es que se trata de “un perro que necesita algo de espacio” y no debemos acercarnos ni a este ni a su dueño. “Mantén la distancia y dales tiempo para que se aparten de tu camino”.
A su vez, desde Yellow Dog Project reconocen que “es importante tener en cuenta que llevar el color amarillo no significa que un perro sea agresivo o peligroso”. Al contrario, se trata de un recordatorio para que los demás sepamos que ese perro “puede requerir espacio, precaución o consideraciones especiales”. Y si, por el motivo que sea, queremos o tenemos que acercarnos al animal, será vital que le pidamos permiso explícito del dueño.
Esta costumbre se ha extendido cada vez más en países como Dinamarca y Reino Unido, y es muy probable que acabe llegando a España. Al fin y al cabo, hay muchas razones por las que nuestro perro puede necesitar espacio: tener problemas de salud, haber sido rescatado, que este tuviera una experiencia desagradable con otro animal, estar en celo, en entrenamiento, nervioso o tener una edad avanzado.