Cuando un trabajador sufre un accidente laboral, la ley española prevé una serie de compensaciones económicas para mitigar los daños sufridos, las cuales dependen del grado de las lesiones y de las responsabilidades de la empresa. Las indemnizaciones que pueden corresponder van desde la baja médica con prestaciones hasta pagos más específicos por incapacidad temporal o permanente, e incluso pueden existir recargos en las prestaciones si el accidente se produjo por negligencia del empleador en cuanto a medidas de seguridad.
El primer derecho con el que cuenta un trabajador tras un accidente laboral es la baja médica, durante la cual no trabajará y percibirá una prestación económica. Esta prestación, equivalente al 75% de la base reguladora del salario del trabajador, se paga desde el primer día de la baja. Es importante destacar que algunas empresas, por convenios colectivos, pueden complementar esta prestación hasta alcanzar el 100% del salario, lo que asegura que el trabajador no pierda poder adquisitivo mientras se recupera.
El pago de esta prestación está a cargo de la mutua de accidentes o de la Seguridad Social, dependiendo de las circunstancias, y su duración será hasta que el trabajador sea dado de alta médica o se le reconozca algún grado de incapacidad permanente.
Indemnización por lesiones permanentes no invalidantes e incapacidad permanente
Si tras la recuperación el trabajador queda con secuelas permanentes, pero estas no le impiden continuar trabajando, podrá recibir una indemnización por lesiones permanentes no invalidantes. Este tipo de indemnización busca compensar las mutilaciones, deformidades u otras consecuencias permanentes que afecten la integridad física del empleado, aunque no su capacidad laboral. El monto de esta indemnización se calcula según un baremo oficial establecido por la Seguridad Social, y, aunque los pagos suelen ser modestos, es un derecho que el trabajador debe reclamar una vez haya obtenido el alta médica.
En los casos más graves, cuando las secuelas del accidente impiden al trabajador realizar su trabajo con normalidad, puede reconocerse una incapacidad permanente. Existen diferentes grados de incapacidad:
- Incapacidad permanente parcial: el trabajador puede seguir trabajando, pero con ciertas limitaciones. La indemnización que se recibe en estos casos es un pago único equivalente a 24 veces la base reguladora.
- Incapacidad permanente total: el trabajador no puede desempeñar su puesto habitual, pero sí podría dedicarse a otra actividad. En estos casos, la prestación mensual es del 55% de la base reguladora, aunque puede incrementarse al 75% bajo determinadas condiciones.
- Incapacidad permanente absoluta: impide al trabajador realizar cualquier tipo de trabajo, y la prestación mensual es del 100% de la base reguladora.
- Gran invalidez: es el grado más alto de incapacidad y se otorga cuando el trabajador necesita la asistencia de otra persona para realizar actividades cotidianas. En este caso, se percibe el 100% de la base reguladora más un complemento económico.
Pago adicional en caso de falta de medidas de seguridad
Si se determina que el accidente se produjo por la omisión de medidas de seguridad por parte del empleador, el trabajador puede tener derecho a un recargo en las prestaciones, que varía entre el 30% y el 50%. Este recargo es un pago adicional mensual que se suma a las prestaciones de incapacidad y que debe asumir directamente la empresa, como sanción por no cumplir con sus obligaciones de prevención de riesgos laborales. Para obtener este recargo, es necesario demostrar que el accidente fue consecuencia directa de la negligencia de la empresa en la adopción de medidas de seguridad.