La octava jornada en el caso Mazan, que juzga las decenas de violaciones a las que se enfrentó Gisèle Pélicot durante casi diez años por parte de su exmarido, Dominique, y más de 70 hombres, ha sido protagonizada por la ausencia del principal acusado, que pese a que ha llegado al palco del tribunal penal de Vaucluse, en Aviñón, donde está teniendo lugar el juicio, no se ha sentado a tomar declaración.
Según ha explicado este miércoles, 11 de septiembre, Roger Arata, el presidente del Tribunal, el orquestador de dichas violaciones lleva varios días enfermo. Sin embargo, su estado de salud “ha empeorado” y no se sentará a declarar, por ahora, ni mañana, jueves ni el viernes. “No podrá comparecer el jueves y el viernes. Creo que será hospitalizado y atendido localmente. No podremos ver al señor Pélicot hasta el lunes como muy pronto”, declaró Arata.
La abogada del acusado, Béatrice Zavarro, ha explicado al inicio de la audiencia de este miércoles que Pélicot “había vomitado, se sentía mal y le dolían los riñones”. “Físicamente, está ahí, pero no estoy seguro de que pueda seguir el proceso con tranquilidad”, ha añadido este miércoles. Dominique Pélicot, que sufre dolor intestinal e infección urinaria, fue hospitalizado este martes, pero según su abogada, los problemas ya había comenzado el pasado viernes. Este miércoles por la mañana, el acusado llegó a su palco ayudado por su bastón porque sufre dolores de cadera. Sin embargo, finalmente, abandonó la sala al mostrarse indispuesto por tercer día consecutivo.
“No accedió, así que la drogué”
Sin embargo, durante la jornada de este lunes, familiares, psicólogos y psiquiatras han subido al estrado para desgranar la vida y la mente de Dominique Pélicot. Los expertos ya han resaltado que tiene una “personalidad perversa” marcada por varias desviaciones sexuales, entre las que citan el sadismo y el voyerismo sexual, así como una “peligrosidad criminal muy elevada”. Cuando Dominique conoció a Gisèle, la describía como “una santa”. La pareja se casó en 1973 y tuvo tres hijos, el último de ellos en 1986.
Algunos testimonios lo describen como un “padre protector”, siempre presente para su familia. Sin embargo, sus hijos lo ven de manera diferente, calificándolo de mentiroso y violento, incapaz de tolerar ser contradicho, y propenso a una ira fría ante sus fracasos. Caroline, una de sus hijas, declaró la semana pasada que, antes de descubrir los abusos, veía a su familia como “unida” y consideraba a su padre como un “hombre sano, cariñoso y considerado”. No fue hasta noviembre de 2020 que se dio cuenta de que su padre también la había fotografiado sin su consentimiento. Céline, esposa de David Pélicot, y Aurora, exmujer de Florian Pélicot, también fueron fotografiadas por Dominique sin saberlo.
Respecto al inicio de los abusos, la psicóloga Annabelle Montagne indicó que se debieron al rechazo de Gisèle a participar en intercambios de pareja. “No accedió, así que la drogué”, habría dicho Pélicot en una sesión en diciembre de 2020.
Los expertos que han tratado a Dominique durante su encarcelamiento afirman que no muestra remordimiento por sus acciones, sino únicamente por las consecuencias, como no poder ver a sus nietos. Para él, el verdadero problema ha sido el procedimiento judicial, no las violaciones. “Todo habría seguido igual si no fuera por este proceso. Gisèle no habría sabido nada y habríamos sido felices”, habría comentado tras varios meses en prisión en 2021