Quedarse sin gasolina mientras conduces es una experiencia frustrante y potencialmente peligrosa. Uno de los primeros pasos importantes es señalizar y estacionar de forma segura. En cuanto notes que el nivel de combustible está peligrosamente bajo o que el motor comienza a fallar por falta de gasolina, lo ideal es buscar un lugar seguro para detener el vehículo. Enciende las luces de emergencia de inmediato para advertir a los demás conductores y, si es posible, desplázate hacia el arcén o una zona fuera de la calzada. Si debes salir del coche, asegúrate de utilizar un chaleco reflectante y coloca un triángulo de emergencia para mejorar tu visibilidad, especialmente en la noche o en condiciones de baja visibilidad.
El siguiente paso es contactar a tu seguro de coche. Muchas pólizas incluyen cobertura para asistencia en carretera, lo que puede ser crucial en este tipo de situaciones. Antes de llamar, revisa las condiciones de tu contrato para asegurarte de que cubre la asistencia por falta de combustible. En caso afirmativo, el seguro podrá enviar ayuda en carretera, ya sea para proporcionarte el combustible necesario o para coordinar el traslado de tu vehículo a la gasolinera más cercana.
Sin embargo, si tu seguro no ofrece esta cobertura, llamar a una grúa es la siguiente opción viable. Aunque implica un costo adicional, es una solución efectiva si no tienes otra forma de mover tu coche hasta una estación de servicio. Al llamar a una grúa, es importante comunicar claramente tu ubicación y situación para agilizar el servicio. Una vez que el vehículo haya sido trasladado y repostado, podrás continuar tu viaje sin más inconvenientes.
El método de la garrafa
Otra opción a considerar, si te encuentras cerca de una gasolinera y has estacionado tu vehículo de manera segura, es usar una garrafa de combustible. Este método puede ser práctico si prefieres no esperar asistencia en carretera. Sin embargo, es importante utilizar garrafas homologadas para el transporte de gasolina, ya que están diseñadas para minimizar riesgos y cumplir con las normativas de seguridad.
Una vez que llegues a la estación de servicio, compra la cantidad de combustible que necesites y llena el depósito de tu coche. Es crucial realizar esta operación con cuidado, evitando derrames y tomando en cuenta que el coche debe estar apagado durante todo el proceso. Una vez que hayas repostado, el motor de un vehículo de gasolina debería arrancar sin problemas, permitiéndote continuar tu trayecto.
No obstante, si tu coche tiene un motor diésel, las cosas pueden complicarse un poco más. A diferencia de los motores de gasolina, los motores diésel son más susceptibles a daños cuando se quedan sin combustible. La razón principal es que los inyectores pueden obstruirse debido a la presencia de impurezas en el combustible, lo que podría impedir el correcto funcionamiento del sistema. En estos casos, se recomienda utilizar gasoil Premium con aditivos limpiadores que ayuden a proteger el sistema de inyección. Esto no garantiza una solución definitiva, pero puede reducir las posibilidades de que ocurran problemas graves al intentar volver a arrancar el coche.
Por último, es importante tener en cuenta que, aunque quedarse sin gasolina no constituye una infracción en sí misma, los agentes de tráfico pueden imponerte multas o sanciones si consideran que tu situación pone en peligro la seguridad de otros usuarios de la vía. Esto puede suceder, por ejemplo, si te detienes en un lugar inapropiado o peligroso, o si tu vehículo interfiere con el flujo de tráfico. Para evitar este tipo de inconvenientes, lo mejor es ser precavido y asegurarte de que siempre llevas suficiente combustible para tu trayecto, además de estar preparado para posibles imprevistos.