En un fallo trascendental emitido el 16 de diciembre de 2014, el Tribunal Supremo aclaró una distinción esencial en el ámbito de las herencias: los usufructuarios no deben ser considerados herederos en el sentido estricto de la ley. Este criterio, asentado en la jurisprudencia, subraya que el usufructuario tiene derechos limitados sobre los bienes heredados, centrados exclusivamente en el uso y disfrute de los mismos, sin asumir las obligaciones completas que recaen sobre un heredero.
¿Y quiénes son los usufructuarios y quiénes los herederos? En muchas situaciones de herencia, es común que el cónyuge viudo sea nombrado usufructuario, mientras que los hijos son designados como herederos. Este esquema es frecuente en el derecho sucesorio español y busca proteger al cónyuge sobreviviente, garantizándole una seguridad económica, pero sin comprometer la plena propiedad de los bienes, que pasa directamente a los descendientes.
Esto tiene sus desventajas -el usufructuario no es propietario de esos bienes, por lo que no podría, por ejemplo, vender la vivienda que pertenecía a su pareja-, pero también sus puntos positivos. Así, el usufructuario no es responsable de las deudas asociadas a dichos bienes, a diferencia de los herederos, quienes heredan tanto los activos como las obligaciones financieras del causante.
El caso de la deuda de un préstamo
Un ejemplo concreto que ilustró esta doctrina, según el Tribunal Supremo, fue el caso en el que un acreedor reclamó el pago de una deuda relacionada con un préstamo que había sido avalado por el fallecido. El testador había otorgado a su esposa el usufructo universal y vitalicio de la herencia, y el acreedor trató de reclamar la deuda directamente a ella. La Audiencia Provincial inicialmente determinó que la esposa debería responder por la deuda, argumentando que, al haber aceptado una adjudicación parcial de la herencia, esto constituía una aceptación tácita de la misma, lo que la hacía responsable. Sin embargo, el Tribunal Supremo revocó esta decisión, reafirmando que la aceptación del usufructo no equivale a la aceptación plena de la herencia y, por tanto, el usufructuario no debe responder por las deudas del causante. Al no ser heredera, la viuda no estaba obligada a pagar la deuda del préstamo avalado por su esposo, quedando dicha responsabilidad en manos de los verdaderos herederos.
En contraste, los herederos, al aceptar la herencia, asumen tanto los bienes como las deudas. Esto significa que, además de recibir los activos del fallecido, como propiedades, dinero o inversiones, también heredan las deudas que este hubiera dejado. En algunos casos, pueden incluso verse obligados a utilizar su propio patrimonio si las deudas exceden el valor de la herencia.
Otro punto clave en esta doctrina es la interpretación de la voluntad del testador, que debe ser respetada en todas las disposiciones testamentarias. El Tribunal Supremo subrayó la importancia del artículo 675 del Código Civil, que establece que la voluntad del testador debe ser interpretada de manera literal, a menos que existan pruebas claras de una intención diferente. Esta doctrina establece un precedente importante, ya que define de manera precisa los límites de la responsabilidad de los usufructuarios y refuerza la idea de que la aceptación de un usufructo no equivale a la aceptación de una herencia.