Cincuenta y un hombres se han sentado en el banquillo esta semana en los tribunales de Aviñón, acusados de un delito de violación agravada, por las constantes agresiones que sufrió Gisèle Pélicot. La mujer, de 71 años, fue drogada por su marido, Dominique Pélicot, durante una década para que, una vez inconsciente, decenas de hombres entrasen en su casa y mantuvieran relaciones sexuales con ella. No lo hacía por dinero, sino por voyerismo. Se calcula que la mujer sufrió más de 90 agresiones a lo largo de los años, en las que sus violadores le contagiaron varias infecciones de transmisión sexual.
El caso salió a la luz el 12 de septiembre del año 2020, cuando el señor Pélicot fue detenido por los vigilantes de un supermercado en la ciudad de Carpentras (sur) por haber filmado bajo las faldas de varias mujeres. Los agentes de policía analizaron su material informático para investigar los hechos y entre ellos encontraron una carpeta titulada “abusos”. Dentro, Pélicot almacenaba miles de vídeos en los que aparecía su mujer, inconsciente, y varios hombres agrediéndola.
Este material ha sido clave para localizar a los agresores. Según explicó durante el juicio el comisario Jérémie Bosse Platière, ahora director de la policía interdepartamental (DIPN) de Hautes-Alpes, los investigadores tuvieron un arduo trabajo para identificar a los más de 80 hombres que aparecían en los archivos.
El proceso incluyó varias oleadas de arrestos, desde finales de 2020 hasta septiembre de 2021. Hasta la fecha, solo han podido reconocer a 50 de los agresores, que se enfrentan a penas de 20 años de cárcel junto con Dominique Pélicot.
El reconocimiento facial y los registros telefónicos
El avance en la identificación de los acusados fue posible en parte gracias al software de reconocimiento facial usado por la policía nacional. Mediante este sistema, los investigadores pudieron determinar correspondencias de similitud a partir de las imágenes encontradas, lo que facilitó la identificación de un tercio de los responsables.
El método de análisis incluía la creación de listas para cada individuo según los nombres de las subcarpetas. Se buscaba relacionar nombres descriptivos como “Chris el bombero”, “Quentin”, “Gastón” o “David el Negro” con las identidades reales de los agresores.
Dominique Pélicot también bloqueó numerosos contactos en sus teléfonos, lo cual levantó las sospechas de las autoridades. “Es inusual ver un número tan elevado de contactos bloqueados, y creemos que muchos de ellos están implicados”, explicó Platière. Los investigadores, con el apoyo de operadores telefónicos, buscaron durante casi dos años las relaciones entre estos números y los hechos delictivos.
Las identidades fueron corroboradas a través de múltiples pistas dejadas en los intercambios telefónicos y en línea entre el esposo de la víctima y los agresores. Este proceso meticuloso requirió comparar las fechas de las llamadas con los hechos observados en las imágenes obtenidas. Finalmente, la captura y juicio de estos individuos representa una etapa crucial en la búsqueda de justicia para Gisèle Pélicot, cuya historia de abuso y violencia está siendo desentrañada mediante los esfuerzos judiciales y policiacos en cooperación.