Uno de los debates más candentes de la actualidad en el mundo del trabajo es el de la reducción de la jornada laboral. Este concepto es de por sí muy amplio, dado que puede significar una reducción de días, de horas, o de carga de trabajo e implicación de los trabajadores. Y es que, ligada a esta idea de ‘trabajar menos’ está también la de la ‘renuncia silenciosa’ de las nuevas generaciones, que entienden que hay que trabajar para vivir, pero no vivir para trabajar.
La cuestión es que en algunos países el objetivo es, directamente, no morir por trabajar. En Japón, Karoshi es el término utilizado para aquellas muertes asociadas al exceso de trabajo. Un concepto difícil de evaluar, dado que los fallecimientos pueden darse de forma más o menos directa, pero que maneja cifras que van de las 50 a las 10.000 muertes anuales en un país donde se manejan jornadas laborales que alcanzan, incluso, las 70 horas a la semana.
Poco interés en una medida necesaria
No en vano, Japón es un país famoso por su cultura del trabajo que, a pesar de esto, ha visto necesaria la implantación de nuevos modelos de jornadas laborales, más flexibles respecto a las necesidades de sus trabajadores. De este modo, ya desde 2021, el Gobierno japonés reguló la posibilidad de que se pudieran trabajar solo cuatro días a la semana, una opción, que sin embargo, solo han implementado el 8% de las empresas, casi el mismo porcentaje que las que solo ofrecen una jornada laboral de seis días.
Ante esta momentánea derrota, el ejecutivo nipón ha decidido también ofrecer una consultoría y diferentes ayudas y subvenciones para aquellas empresas que quieran subirse al carro de este tipo de jornada. “Al crear una sociedad en la que los trabajadores puedan elegir entre una variedad de estilos de trabajo en función de sus circunstancias”, explican en una página web del ministerio de Trabajo, “pretendemos crear un círculo virtuoso de crecimiento y distribución y permitir que todos y cada uno de los trabajadores tengan una mejor perspectiva de futuro”.
Y es que, si bien el exceso de trabajo puede cobrarse las vidas de los empleados, también puede acabar por ser el detonante del propio mercado laboral que lo sustenta. A la prematura muerte o renuncia por desgaste de sus empleados, hay que sumarle el escaso sentimiento de compromiso que los japoneses sienten por su trabajo. Si en esta encuesta, realizada por Gallup, la media mundial de compromiso laboral fue del 23%, en el país asiático fue solo del 6%.
El exceso de trabajo también conlleva un descenso del rendimiento laboral, y más allá de eso, también es una de las principales causas de la baja natalidad que se ha registrado en las últimas décadas, por la que se espera que la cantidad de gente en edad de trabajar descienda un 40% en los próximos 40 años.
Los trabajadores también recelan
En un reportaje realizado por la periodista Yuri Kageyama en el medio británico Independent, esta reportera señala que pese a las obvias ventajas -más tiempo, menos estrés- de las semanas laborales con tres días de descanso, este modelo cuenta también con muchos detractores que alegan que “las personas sometidas a jornadas de cuatro días suelen acabar trabajando igual de duro por menos dinero”.
Este tipo de ideas hace que, aunque las empresas acaben ofreciendo la posibilidad de trabajar menos días, sean muy pocos los trabajadores que se adhieran a ella. El reportaje de Kageyama pone el foco en Panasonic Holdings Corp., la famosa compañía de aparatos electrónicos. Allí, tan solo 150 empleados -de un total de 63.000- han optado por tomar la jornada de cuatro días. En contraste, las horas extras -no remuneradas- suelen ser algo habitual.
Más allá de eso, el trabajo forma parte también de la vida social de los empleados y trasciende lo meramente laboral. Las relaciones entre compañeros de trabajo, con quienes también suelen compartir el tiempo de ocio, son habituales y muy estrechas. ”El trabajo es muy importante aquí”, explica al medio británico Tim Craig, autor de un libro llamado Cool Japan: Case Studies from Japan’s Cultural and Creative Industries. “No es solo ganar dinero, aunque también lo es”.
El trabajo, en cualquier caso, es un baremo importantísimo en la sociedad nipona que, casi siempre, forma parte del estatus social que se le otorga a una persona. “En Japón, la idea es que cuantas más horas trabajas y más horas extra haces, mejor eres”, confiesa una empresaria, “pero en una vida así no hay sueños”.