En la oscuridad, con un colchón tirado en el suelo, sin electricidad ni agua. Simone y su hermana gemela, Christiane Aubert, vivieron durante dos años, hasta su muerte, en el sótano del edificio donde se encontraba el apartamento que ocuparon toda su vida en Niza, Francia, tras ser expulsadas por el nuevo propietario.
A pesar de tener que desalojar su hogar, las hermanas decidieron continuar su vida en aquel sótano como gesto de protesta hasta poder recuperar su antiguo hogar. A pesar de sus reiteradas demandas, las dos mujeres, de 75 años, murieron recientemente con pocas semanas de diferencia, en mayo y agosto de este mismo año, según adelantó la cadena de televisión francesa BFM Nice Côte d’Azur.
Las hermanas mostraron en un reportaje para esta cadena cómo era vivir en aquel habitáculo día a día. Una de ellas mostraba la entrada de la ‘cueva’ con una linterna en la mano. A continuación, se tumbó en el único cochón que había sobre aquel suelo de hormigón ―tampoco había espacio para más―, tapada con un edredón ante la falta de calefacción. A su alrededor había cajas, cuadros, un rollo de papel higiénico y botellas. Todo en el suelo salvo una pequeña mesilla en la que reposaban cajas de la mudanza. En el techo se podían observar tuberías que colgaban a la altura de la cabeza. En definitiva, un lugar que no no apto para vivir.
A pesar de las numerosas ofertas de realojamiento ofrecidas por el Ayuntamiento de Niza, los gemelos se mantuvieron firmes en su postura: su apartamento o nada. En noviembre de 2023, un año después de su desalojo, Christiane declaró en esta cadena: “Estoy seguro de que la gente piensa: ‘podrían haber encontrado otro apartamento y ya está’. Yo soy fiel, eso es todo [...] Es toda una vida la que se nos pide que dejemos atrás”.
Consideraron comprar la propiedad, pero el propietario nunca contestó
En octubre de 2022, el nuevo dueño del apartamento decidió recuperar la propiedad. Es por eso que estas dos mujeres no fueron desalojadas por problemas de alquiler, ya que su título indicaba que vivían allí gratuitamente, sino el cambio de propietario lo que las forzó a dejar su hogar.
Las inquilinas consideraron comprar la propiedad, pero aseguraron que no lograron contactar con el propietario. Según afirmaron, no se trataba de una cuestión de medios, sino de la “imposibilidad de abandonar una vida llena de recuerdos”.
Es por eso que dos meses después de notificarse el desalojo, en diciembre de 2022, las mujeres se plantaron delante de la puerta de su antigua casa y expresaron con firmeza: “¡Estamos listas para vivir en este sótano hasta que regresemos aquí, a nuestro apartamento!”. Pero finalmente nunca pudieron regresar.