Así ayudó un juez de instrucción a Gisèle Pélicot a reconstruir el “puzzle” de las violaciones orquestadas por su marido

La mujer fue víctima de violaciones durante nueve años por parte de su marido y más de 70 hombres

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Gisèle Pélicot y su hija, Caroline Darian, tras la jornada del juicio. (EFE)
Gisèle Pélicot y su hija, Caroline Darian, tras la jornada del juicio. (EFE)

El caso de Gisèle Pélicot, víctima de violaciones durante casi diez años por parte de su marido y 72 hombres, ha conmocionado a Francia y al mundo entero. La investigación y el juicio han revelado detalles sobre la sumisión química y los abusos que sufrió. Parte fundamental de este proceso fue la labor de Anne Martinat Sainte-Beuve, la experta forense que se encargó de realizar el examen ginecológico de Pélicot y de ayudarla a reconstruir los hechos que permanecían en su memoria de manera fragmentada, como ha compartido Franceinfo. El juicio se desarrollan en el tribunal de Aviñón desde este lunes 2 de septiembre, y por ahora, se da como fecha final el 20 de diciembre, debido a la cantidad de acusados que tienen que declarar, por ahora, más de 50.

Gisèle Pélicot conoció a Martinat Sainte-Beuve en diciembre de 2020, semanas después de descubrir que su marido, Dominique Pélicot, la había drogado repetidamente con ansiolíticos, facilitando que otros hombres la violaran mientras estaba inconsciente.

Reconstruir una década de abusos

La investigación policial, que arrancó en 2020, concluyó que Gisèle Pélicot había sufrido al menos 92 violaciones cometidas por más de 70 agresores, de los cuales 51 fueron identificados. Durante la entrevista con la experta, que acompañó el examen ginecológico, Pélicot comenzó a desenterrar los recuerdos borrados por los efectos del potente ansiolítico Temesta, administrado por su marido sin su conocimiento.

El proceso de reconstrucción no fue fácil. Gisèle Pélicot relató cómo sus lagunas de memoria comenzaron en noviembre de 2010, cuando los episodios de abuso empezaron a volverse más frecuentes, especialmente durante los fines de semana. En 2013, cuando la pareja se mudó a Mazan tras jubilarse, en Vaucluse, los episodios se intensificaron. “Los problemas solo ocurrían los fines de semana. No entendía por qué dormía tanto”, explicó Pélicot a la experta. En 2013, una vez instalados en Mazan, los episodios fueron más frecuentes. “Dormía a veces dos o tres días seguidos y luego tenía períodos de insomnio porque ya no podía dormir sin su medicación. Con frecuencia estaba desorientada y tenía problemas de equilibrio,” añadió la forense

Este largo periodo de sumisión química no solo afectó su cuerpo, sino también su mente, al punto que sus hijos creían que padecía Alzheimer. Incluso consideraron internarla en un centro especializado.

Secuelas físicas y psicológicas

El examen ginecológico reveló múltiples signos de violencia sexual forzada y la presencia de cuatro infecciones de transmisión sexual, entre ellas el virus del papiloma humano. Actualmente, la víctima rehúsa tomar cualquier tipo de medicamento, tras años de abuso químico.

Más allá de las secuelas físicas, Sainte-Beuve identificó una profunda huella psicológica. Durante el juicio, explicó que Pélicot hablaba de los horrores que había sufrido con una calma inquietante, un fenómeno común en víctimas de traumas severos, que desarrollan mecanismos de defensa como la disociación emocional.

“Durante toda nuestra entrevista, ella demostró un evidente deseo de contribuir a la búsqueda de la verdad y poco a poco fue armando el rompecabezas”, dijo. Los hechos, que ella había olvidado debido a la medicación, fueron ordenados poco a poco.

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