La misión Pacific Skies, el viaje alrededor del mundo que llevaron a cabo cazas Eurofighter entre el 26 de junio y el 15 de agosto, les ha dejado un muy buen sabor de boca a los aviadores españoles, especialmente a los 240 militares que participaron en la misma. En palabras del propio jefe del Ejército del Aire y del Espacio, el general del aire Francisco Braco, este despliegue internacional ha demostrado que la fuerza aérea de España se ubica entre “las más punteras de Europa”. El Ejército ha detallado este viernes, desde la Base Aérea de Morón (Sevilla), las lecciones aprendidas, los -muchos- logros alcanzados y las innumerables anécdotas acumuladas a lo largo de esta “experiencia extraordinaria”.
Una de estas anécdotas está muy vinculada a uno de los objetivos que el Ejército del Aire pretendía alcanzar durante este despliegue: la coordinación y complementación con el resto de fuerzas participantes. Y es que España no se embarcó en solitario en este reto sino que contó con la compañía de l’Armée de l’Air et de l’Espace de Francia y la Luftwaffe de Alemania. Justamente, fue esta última la que protagonizó uno de los momentos más desafiantes vividos por la fuerza aérea española: el cambio a contrarreloj del motor de un Eurofighter.
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Alaska fue uno de los muchos destinos a los que llegaron los pilotos españoles en el marco de Pacific Skies y, desde allí, debían continuar viaje hasta Japón. No obstante, en la víspera a emprender el vuelo a tierras niponas el personal de mantenimiento descubrió que uno de los cuatro cazas con los que contaba España presentaba un desperfecto en una de sus turbinas, como consecuencia del impacto contra un ave.
“El cartucho que recopila todos los datos de vuelo fue el que alertó a los mecánicos que había habido una ingesta de pájaro y que ese motor ya no se podía seguir usando”, explica a Infobae España el teniente Pérez López, el piloto del Ala 14 que volaba el avión al momento del impacto. “No sé en qué momento fue. Hasta que no me dijo el mecánico yo no me di cuenta”, detalla el aviador, quien achaca a “la robustez y fiabilidad” del Eurofighter el haber podido concluir el vuelo sin problema alguno. Sin embargo, ese motor no podría soportar las siete horas y media de vuelo hasta Japón.
La ayuda alemana
El único motor disponible para llevar a cabo el recambio pertenecía a la fuerza aérea alemana y, según el capitán Marcial Amor del Ala 11, los germanos “no tuvieron ningún reparo” en cedérselo a los españoles. “Y nos ayudaron incluso a cambiarlo. Los trabajos lo realizaron personal nuestro con apoyo del personal alemán”, afirma a Infobae España el capitán Amor, quien señala que el recambio del motor dañado por el prestado por los aliados alemanes supuso trabajar durante la noche. “Fue de una de una tarde para la mañana siguiente”, asegura.
Asimismo, la hazaña no consistió únicamente en tareas físicas dado que había que configurar todos los sistemas y software para que, hablando mal y pronto, el caza que hablaba español se entendiera con la turbina de acento alemán. “La diferencia horaria con España permitió que se realizaran desde aquí una serie de trabajos virtuales para que el avión reconociera ese motor”, explica el capitán. De esta manera, el Eurofighter español pudo despegar con destino a territorio japonés sin mayores inconvenientes e, incluso, realizar las más de nueve horas de viaje que implicó el salto de Japón a Australia.
En aquel continente, el capitán Amor y el resto del personal de mantenimiento del Ala 11 aguardaban la llegada del contingente español para acometer el reemplazo del motor alemán por uno propio del Ejército de Aire, pero los germanos no tuvieron problemas en que el caza concluyera la vuelta al mundo equipado con su turbina. “Nosotros teníamos un motor en Australia, pero, de acuerdo con ellos, se decidió que la mejor opción era dejarlo en el avión”, sostiene Amor.
Una vez de vuelta en España, el motor fue desmontado del caza y resguardado en un contenedor especial para su envío de regreso a Alemania. “Tuvimos una relación muy estrecha con los oficiales alemanes, nosotros también les dejamos material”, asegura Amor. “Nos enfrentamos muchas veces a los mismos problemas y éramos como un solo equipo”.