En una pequeña localidad del sureste de Europa, en Rumanía, una mujer utilizó durante varias décadas una pepita de ámbar de 3,5 kilos como tope de puerta, sin saber que tenía en sus manos una de las mayores piezas de este material en el mundo, valorada en cerca de un millón de euros. Daniel Costache, director del Museo Provincial de Buzau, ha confirmado al diario El País que la anciana había encontrado la extraordinaria piedra en el lecho de un arroyo en el pueblo de Colti, pero fue un pariente quien descubrió su verdadero valor años después.
Al heredar la pepita tras la muerte de la propietaria, dos años después de la caída del régimen comunista en 1989, el familiar en un principio creyó que solo era una roca, pero después la examinó más detenidamente y dedujo que se trataba de una piedra semipreciosa. Fue entonces cuando decidió venderla al Estado rumano, que rápidamente la clasificó como tesoro nacional.
La piedra podría tener entre 38,5 y 70 millones de años
La piedra de ámbar en cuestión ha sido estudiada muy a fondo por el Museo de Historia de Cracovia (Polonia), donde especialistas confirmaron su autenticidad y estimaron que podría tener entre 38,5 y 70 millones de años. Costache ha destacado que su descubrimiento tiene un significado tanto científico como museístico debido a su tamaño y calidad, y la ha descrito como una de las piezas más grandes del mundo y la mayor de su especie.
A pesar de su elevado valor, la pepita ha pasado desapercibida durante décadas, incluso para los ladrones que saquearon la casa de la anciana, y se llevaron solo unas pocas joyas de oro que no tenían mucho valor. El medio citado también ha informado de que la familia de la propietaria ha coincidido en que los ladrones ignoraron el verdadero tesoro, aun cuando lo tenían frente a sus ojos, en su frenética búsqueda de objetos de valor.
El hallazgo no solo destaca por su valor económico, sino también porque se ubica en una región rica en yacimientos de ámbar. El condado de Buzau, precisamente la zona donde fue encontrada la pepita, es conocido por la abundancia de esta piedra semipreciosa, bautizada por el geólogo Oscar Helm como “rumanit” o “ámbar de Buzau”, de acuerdo con la World Record Academy.
La región alberga reservas naturales donde se han encontrado varias pepitas de ámbar. Estos yacimientos son significativos por su calidad y por presentar más de 160 tonalidades de colores, predominantemente oscuros, que van del rojo al negro. Además, algunos de ejemplares encontrados por la zona contienen restos fósiles de diferentes tipos de seres vivos, como arácnidos, escarabajos, moscas, crustáceos, reptiles, plumas de aves y pelo de animales, entre otros.
En la zona protegida se ubica también la antigua mina de ámbar de Stramba, la cual ha sido reconocida como una de las minas más productivas durante la primera mitad del siglo XXI. Sin embargo, esta fue cerrada por el régimen comunista debido a consideraciones de rentabilidad.