‘Vivir para contarla’. Este fue el título que eligió Gabriel García Márquez para titular sus memorias. Ahora, Shakira ha utilizado estas palabras para justificar una carta enviada en exclusiva al periódico El Mundo, para dar su versión sobre lo ocurrido con el juicio que tuvo por fraude fiscal en España. “Pues bien, de una manera parecida yo «la cuento para vivir», para poder recuperar mi vida, para que nadie escriba mi relato por mí. Igual que con mis canciones, canto para volver a vivir tranquila, para pasar página”.
A finales de 2023 la cantante aceptó una pena de tres años de cárcel y una multa de 7,3 millones por haber defraudado 14,5 millones de euros a la Hacienda española entre 2012 y 2014, con una sustitución de la pena de prisión por el pago de otra multa, de 432.000 euros. Ahora en el escrito, asegura que todo lo que hizo, lo hizo para proteger a sus hijos, “no por cobardía ni por culpabilidad”.
Culpabiliza de forma directa a la Agencia Tributaria española, denunciando que “las cosas no se solucionan quemando en la hoguera a una figura pública al año como si se tratara de un proceso de la Inquisición para así recuperar el prestigio perdido”, por lo que ha decidido escribir esta artículo explicando que en el mismo “hay más verdad sobre mí que en todo lo que se publicó en 2023″.
El “prejuicio machista”
Comienza relatando como todo lo vivido en 2023, desde el juicio al divorcio, fue un “espectáculo demasiado jugoso para dejarlo pasar” en el que todas las cámaras buscaban ver cómo se “quebraba”. Sin embargo, lo que describe como lo “más frustrante” fue “comprobar que una institución del Estado parecía más interesada en quemarme públicamente en la hoguera que en escuchar mis razones”.
Según su versión, la Agencia Tributaria confundió “dos intenciones completamente diferentes: una era el deseo de establecerse en un país y otra, muy distinta, el deseo de que prosperara una relación que se desarrollaba en ese país”.
“En 2011 yo deseaba que prosperara mi relación con Gerard Piqué, que en ese momento estaba atado a España por motivos laborales, pero viajar a España me generaba muchísimas complicaciones, porque me forzaba a estar lejos de mis centros de actividad laboral. Siempre que regresaba, lo hacía para que prosperara esa relación, no por ‘vocación de permanencia’”, sigue contando.
Añade que fue “una estrategia en la que además subyace un prejuicio machista. Si el cantante hubiera sido un hombre estadounidense, se hubiera enamorado de una española y la visitara regularmente, me cuesta creer que la Agencia Tributaria hubiera considerado que tenía una intención de arraigo. Hay un machismo estructural que da por descontado que una mujer solo puede seguir a un hombre, incluso cuando no le conviene. Un machismo que sobrevive en sectores de la burocracia estatal en una sociedad que -por suerte- ya piensa muy distinto”.
“Nunca encontraron ni la menor seña de ilegalidad”
En el artículo de El Mundo defiende que ella siempre cumplió con sus obligaciones y para justificarse explica que sus finanzas fueron investigadas por “instituciones tan poco sospechosas” como la Casa Blanca o el IRS y aprobadas por otros países de la Unión Europea, y “en todo ese tiempo nunca encontraron ni la menor seña de ilegalidad”.
Mientras tanto, “un director general de inspección de la Agencia Tributaria española se permitió criminalizarme en un programa de la televisión antes incluso de que se celebrara el juicio”. “La Agencia Tributaria no trata de castigar a quien no cumple, sino de mostrar trofeos de caza para reconstruir una credibilidad en entredicho”, denuncia y agrega que “si se suman todas las cantidades de lo que pagué voluntariamente y las multas injustificadas, se verá que el Estado español se quedó con una suma superior a la totalidad de mis ganancias de esos años”.