La nueva serie de Netflix, Respira, está dando de qué hablar en hospitales y centros sanitarios. Médicos, enfermeras, auxiliares y otros profesionales del sector se han puesto a analizar los fallos y licencias que presenta esta ficción protagonizada por Blanca Suárez, que se ubica en el ficticio hospital público Joaquín Sorolla. “Otra más que no tiene ni pizca de parecido con la realidad”, comentaba el conocido perfil de Enfermera Saturada (@EnfrmraSaturada) en la red social Twitter (ahora X).
No es solo Respira: clásicos como Anatomía de Grey u Hospital Central suelen estar en el punto de mira de sanitarios, molestos tanto por la idealización de su trabajo como la falsa representación de procedimientos médicos y el funcionamiento general de un hospital. Aunque muchas de estas ficciones cuentan con un asesor, el trabajo “no es tan sencillo”, asegura en Twitter el pediatra David Andina. El médico tiene experiencia en este campo, pues colaboró tanto con la serie Madres como con Besos al aire, “una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida. Nunca me pude imaginar el trabajo que hay detrás ni la cantidad de personas que son necesarias para que una serie salga adelante”, afirma.
Por ello, desde la comprensión, pero con mirada crítica, revela cuáles son los errores médicos más frecuentes de estas historias.
Médicos para todo
Pese a que el nombre pueda llevar a error, un médico generalista no puede atender todas las dolencias posibles, mucho menos operarlas. “Los guionistas de Respira leyeron en Wikipedia ‘cirujano general’, entendieron que es el cirujano de todo y decidieron que Blanca Suárez haría todas y cada una de las cirugías de la serie, dando igual si es de la cabeza, del abdomen o de la rodilla”, bromea un usuario de la red social.
Según explica Andina, “es imposible para desarrollar las tramas que haya un médico de cada especialidad, porque hay decenas de especialidades diferentes. Si hubiese un personaje por especialidad no se podría profundizar en ellos”. Algo así ocurre con el resto de profesiones sanitarias: los enfermeros acaban haciendo funciones de auxiliar y viceversa. “Tendrías que tener un personaje por cada categoría sanitaria para evitar por ejemplo que un TCAE ayude a llevar una camilla”.
Tramas y relaciones poco creíbles
El día a día de un sanitario tampoco se ve muy bien reflejado, lo que hace que algunas de las tramas sean “poco creíbles”, critica el pediatra. “Una serie que cuente las rutinas que se producen cada día en un hospital no sería atractiva para el espectador. Para un guionista vale con que algo parecido haya pasado alguna vez en algún hospital para poder construir una trama sobre ello”.
Tampoco convencen las relaciones entre los personajes, ni con los pacientes ni con compañeros de profesión. Sin embargo, reconoce que, pese a que los sanitarios suelen ser cuidadosos con el trato al paciente, “es suficiente con que haya pasado una vez para que pueda ser creíble, aunque lógicamente no forme parte de la cotidianidad”.
Fallan los procedimientos médicos
La reanimación cardiopulmonar es siempre “un desastre”. Primero, porque “desfibrilan ritmos no desfibrilantes”, como la asistolia. Asimismo, en la vida real tampoco se desfibrila varias veces seguidas, sino que “se continúa con el masaje cardiaco durante dos minutos”. Hacerlo de forma tan fidedigna, sin embargo, rompe con el ritmo narrativo: “Se perdería todo el dramatismo si en la serie durante dos minutos dan solo masaje”.
Igual ocurre con el monitoreo del paciente: los parámetros que aparecen en las máquinas no se corresponden con los dispositivos reales. “Un monitor es más visual cuantos más parámetros incluya, pero monitorizar a los ‘pacientes’ en cada toma es complicado”, justifica Andina.
En cuanto a las escenas de pacientes, sorprende siempre verles intubados y capaces de comunicarse con el exterior. “Un paciente intubado en la vida real está sedado, por lo que no puede hablar en susurros ni escribir en una pizarra, pero por razones dramáticas en ocasiones se permiten momentáneamente estas ‘licencias’”, explica el médico. Además, estas personas nunca estarían fuera de la UCI ni sin supervisión.
Es también curioso para estos profesionales ver cómo los enfermos, sin importar lo graves que estén, tienen siembre el cabecero de la camilla levantado, pues en situaciones extremas como un accidente “siempre se trasladará completamente tumbado”.
Respecto a las tensiones de quirófano, quitarse la mascarilla para hablar sería impensable. Tampoco es tan sencillo quitarse el doble guante al finalizar la cirugía, ni los pijamas se quedan con restos de sangre durante horas. Claro que, cumplir todo esto a rajatabla “resta dramatismo”.