Noviembre de 2021. La isla de la Palma se ve sacudida por la erupción de un volcán en el centro de la isla, en el municipio de El Paso. La tierra tiembla, la lava brota, y muy pronto la administración debe llevar a cabo labores de rescate y evacuación para aquella población que viva en zonas cercanas. Y es que el fuego aterroriza, pero son muchos los peligros que el volcán trae consigo: los gases, por ejemplo, los corrimientos de tierra y de ceniza, que puede sepultar incluso construcciones enteras.
Esto último es lo que le ocurrió a la casa de Amanda Melián. Una grieta se abrió muy cerca de su casa, ahora enterrada bajo la ceniza del volcán. En su momento, esta mujer y sus hijos fueron evacuados. Algo lógico que, sin embargo, pierde su sentido si se tiene en cuenta que, tres años después, todos siguen viviendo en una construcción de módulos prefabricados sin saber cuándo podrán volver a casa.
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Este caso ha sido difundido por la asociación para los afectados del Tajogaite, Tierra Bonita, en su periódico solidario El Valle -elvalledearidane.com-. Es allí donde la mujer protesta por una incertidumbre “tan dolorosa como la propia erupción”. Las imágenes de su hogar, bautizado como La casa de la grieta y convertido en uno de esos lugares visitados por los curiosos que desean ver las huellas de la erupción volcánica, se han convertido en un clásico de los medios de comunicación.
No obstante, este interés turístico contrasta con un aparente desinterés de la administración pública por posibilitarle a ella y a sus hijos -menores de edad- volver a su casa. “Estoy harta de ver mi casa en medios de comunicación y en redes sociales como si solo fuera una atracción turística mientras yo llevo casi tres años sin que nadie de ningún organismo público me explique absolutamente nada sobre qué pasará con mi vivienda” protesta ella en el artículo de la Asociación.
Cubierto con una lona de plástico
El inmueble ha aparecido en todos los periódicos nacionales e incluso ha aparecido también en prensa internacional, como en The Times. La mujer ha contado que incluso una vez se encontró a un grupo guiado de turistas que paró junto a la casa para sacarle fotografías, lo que provocó que ella discutiera con el guía. “Luego le pedí perdón, porque sé que la casa no tiene derecho de imagen”, ha recordado. Con todo, la situación cada vez estaba más clara: “Todo son problemas burocráticos para mí pero facilidades para que otras personas se beneficien con el que era mi hogar”.
Por ello, y debido a que la situación parece no dar muestras de resolverse próximamente, Amanda ha decidido pasar a la acción para denunciar la situación que vive su familia. Se ha desplazado hasta su antiguo domicilio, ese que no dejan de fotografiar turistas y medios de comunicación, y lo ha cubierto con una lona de plástico, asegurando que lo hace “porque no es justo lo que nos ha pasado”.
“Lo que quiero es desenterrarla y rehabilitarla”
El descontento de Amanda viene también motivado por el hecho de que, después de tres años, solo ha contactado con ella el alcalde del municipio, quien le anunció que su casa se podría reconstruir y rehabilitar según estipulaba el último decreto del Gobierno de Canarias. Pese a ello, la falta de accesos y la inestabilidad del terreno hacen que esto, por el momento, resulte más bien imposible, y que la mantenga a ella y a sus seres queridos en la misma incertidumbre mientras cada vez más gente se acerca a la ya famosa Casa de la grieta.
“Yo no quiero ni que me la expropien ni dejarla como está para excursiones turísticas, aunque me paguen por ello; lo que quiero es desenterrarla y rehabilitarla”, se ha reafirmado ella. El inmieble había sido reformado poco antes de la erupción, unas obras para las que tuvieron que hipotecarlo. Préstamo con el que gastaron todos sus ahorros. “Nadie se imagina el sacrificio que nos había supuesto a nosotros y a mis suegros, ya que ellos nos ayudaron mucho con la casa”.
Es, al fin y al cabo, su casa, como la de muchos otros isleños que viven una situación parecida y que, sin embargo, acusan la falta de información por parte de las autoridades. El volcán es fotografiado, mostrado en los periódicos y en las televisiones. Ellos, en cambio, parecen cada vez más invisibles.