El salario que se puede recibir por un trabajo depende de muchas variables. La preparación previa y nivel de estudios que requiera, por ejemplo, el nivel de dificultad que pueda requerir la tarea a realizar o la importancia del trabajo realizado.
También el sector puede ser determinante, dado que en algunos ámbitos del mundo laboral las retribuciones son más altas debido al “valor” del trabajo, variable en función de lo que genere. El ejemplo más claro de esto último sería, por ejemplo, el sueldo de un futbolista profesional.
Sin embargo, no hace falta recurrir a casos tan extremos, dado que en el mundo se pueden encontrar puestos de trabajo realmente singulares, con un salario y unas condiciones que, rarezas aparte, son deseables para muchos y muchas demandantes de empleo.
No hace mucho, por ejemplo, informamos en Infobae España de una oferta de trabajo de 1.000 euros por ir de público a conciertos. Ahora, el trabajo que nos ha llamado la atención es otro mucho mejor remunerado, dado que son más de 3.000 euros mensuales, 40.000 al año, pero también mucho más peligroso pese a que el objetivo sea simple: cambiar una bombilla.
Muy lejos del suelo
Su nombre es Kevin Schmidt y se podría decir que es ya todo un experto. No en vano, lleva siete años trabajando en Vikor Teleconstruction como técnico de torres de comunicación. Y es que el trabajo de Schmidt consiste en subir a lo alto de las torres de telecomunicaciones para realizar labores de mantenimiento y, sobre todo, cambiar la bombilla que tienen en la cúspide.
Este elemento es obligatorio para todas las estructuras que se eleven de tal forma en el cielo. Así, los pilotos de aviones y otros vehículos aéreos pueden verlos en el cielo con antelación y no chocar contra ellos.
Las torres de telecomunicaciones, cuya función es la de servir como grandes antenas para que estas comunicaciones por ondas y electricidad se puedan producir, suelen tener una altura no muy superior a los 100 metros.
Buenas o malas condiciones
Schmidt afronta labores a una altura mucho mayor de vez en cuando, como se ha podido ver un vídeo viral en redes sociales en el que asciende a más de 450 metros. Con calma, eficiencia y velocidad realiza su trabajo como si lo hiciera a ras de suelo, e incluso le vemos sacarse un selfie mostrando el impresionante paisaje que se extiende bajo sus pies.
Él tiene que escalar las torres de su empresa cada seis meses, llegando a ascender por ocho estructuras distintas en una sola jornada. En la otra cara de la moneda, no obstante, queda el hecho de que solo tiene que trabajar dos días al año, y que cada jornada se ve remunerada con 20.000 euros.
De este modo, al final del año el técnico cuenta en su haber con unos 40.000 euros. Una cantidad que, según han expresado muchos en redes sociales, sigue siendo escasa en relación a la dificultad y peligrosidad de las labores que realiza.