Marcos Olmedo Burón desapareció el pasado 18 de agosto, en Fuenlabrada. Este miércoles se cumplen 10 días desde que este hombre de 37 años fue visto por última vez. Hacia las 18:00 horas de aquel domingo, Marcos le dijo a su familia que se iba a dar un paseo. Tras coger su coche, llegó hasta la estación de La Serna, en Fuenlabrada. A partir de ahí, ya no se le volvió a ver.
El abogado y portavoz de la familia, Juan Manuel Medina, ha detallado en declaraciones a Telemadrid que la desaparición está calificada de alto riesgo. El motivo es que el hombre se encuentra en un periodo depresivo agudo, por lo que necesita medicación. Ya llevaría 10 días sin ella. Según la descripción difundida, por la asociación SOS Desaparecidos. Marcos vestía la última vez que fue visto un pantalón pirata gris oscuro, camiseta verde y zapatillas negras. Tiene el cabello rapado, ojos marrones, complexión delgada y mide 1,85 metros.
El abogado, en conversaciones con el medio El Español, ha explicado que Marcos había estado atravesando una depresión desde mayo. Aunque estaba recibiendo tratamiento, su comportamiento en los días previos a la desaparición había comenzado a preocupar a su familia. “Llevaba una vida normal dentro de la complejidad de su situación”, señaló Medina, subrayando que el cambio en su conducta fue súbito y desconcertante.
Fue a confesarse y compró Lorazepam
En las horas previas a su desaparición, Marcos exhibió un comportamiento más errático y melancólico que en días anteriores. Según relata su madre, él estaba concentrado en su teléfono móvil cuando ella le sugirió que se tomara un descanso y realizara alguna actividad diferente. Su respuesta fue que estaba “mirando trenes para viajar a algún sitio”. Esa misma mañana, en un acto inusual, Marcos se dirigió a confesarse con un sacerdote, pese a no ser un católico practicante ni asistir regularmente a la iglesia, según aseguró el abogado al medio mencionado.
A partir de las 18:00 horas de aquel domingo, Marcos se volvió ilocalizable. Su teléfono estaba apagado y el último rastro conocido proviene de su actividad bancaria. Según su madre, quien tiene acceso a sus cuentas, Marcos compró una caja de 50 pastillas de Lorazepam en una farmacia de Fuenlabrada. El farmacéutico que le atendió es, hasta ahora, la última persona que le vio antes de su desaparición.
Marcos, quien estaba de baja por depresión, es descrito por su portavoz como una persona altamente cualificada, con estudios en Psicología, Sociología y Audiología. A pesar de su preparación académica, su informe médico reflejaba dificultades para relacionarse y un posible miedo al rechazo, aunque no se registró ningún factor que explicara su desaparición de manera concluyente.
La investigación del caso está a cargo de la Unidad de Atención a la Familia de la Policía de Fuenlabrada y del Juzgado número 5 del mismo municipio, donde la madre de Marcos interpuso la denuncia. Según Medina, la colaboración con las autoridades no ha sido sencilla: “El juzgado es reacio a compartir detalles como la geolocalización del teléfono, por lo que nos hemos personado como acusación particular para solicitar una serie de diligencias”.
En este momento, los esfuerzos de la familia y su abogado se concentran en esclarecer todos los detalles que puedan ayudar a localizar a Marcos. Entre las acciones pendientes, Medina mencionó la revisión de las imágenes de las cámaras de la estación de La Serna, donde se sospecha que Marcos podría haber tomado un tren. La familia sigue esperando respuestas que les permitan resolver el enigma de su desaparición.
Ante cualquier indicio, SOS Desaparecidos pide contactar con el teléfono de Emergencias 112 o a través de los números de la asociación 649952957 o 644712806. También cuentan con el correo de contacto info@sosdesaparecidos.es