Cuál es la edad límite para poder cobrar la pensión de incapacidad permanente absoluta

El trabajador debe estar dado de alta en la Seguridad Social o en una situación asimilada al alta y no haber alcanzado la edad de jubilación ordinaria

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Otro conductor logró registrar su imprudente maniobra - crédito Vecteezy
Otro conductor logró registrar su imprudente maniobra - crédito Vecteezy

En la vida laboral, la incapacidad para trabajar debido a una enfermedad o lesión puede llevar a la solicitud de la Incapacidad Permanente Absoluta, una condición que se reconoce a quienes no pueden desempeñar ninguna actividad laboral con un mínimo de rendimiento, eficacia y profesionalidad. Esta situación lleva consigo el derecho a una pensión, cuyo importe equivale al 100% de la base reguladora del trabajador. Sin embargo, existe un límite de edad para acceder a este beneficio, un aspecto crucial para quienes se encuentran en una situación tan delicada.

Para poder solicitar esta pensión, se deben cumplir ciertos requisitos fundamentales. El trabajador debe estar dado de alta en la Seguridad Social o en una situación asimilada al alta, no haber alcanzado la edad de jubilación ordinaria, y contar con un tiempo de cotización determinado. En situaciones excepcionales, como enfermedad profesional o accidente laboral, no se exige un mínimo de cotización.

El límite de edad juega un papel clave. La incapacidad permanente absoluta solo puede solicitarse si la persona no ha alcanzado la edad de jubilación ordinaria que le corresponde. En cambio, si se trata de alguien que está disfrutando de la jubilación anticipada y aún no ha llegado a la edad ordinaria de jubilación, también es posible acceder a este grado de incapacidad.

Excepciones al límite de edad

Existe una importante excepción a la regla del límite de edad. Si una persona ha alcanzado su edad de jubilación ordinaria pero no cumple con los requisitos necesarios para solicitar la pensión de jubilación, todavía podría solicitar la incapacidad permanente absoluta si la contingencia es una enfermedad común o un accidente no laboral. En estos casos, se considera que la persona no puede optar por una jubilación y, por tanto, se permite que acceda a la pensión de incapacidad.

Este detalle es relevante porque, al no poder acceder a la pensión de jubilación ordinaria, el trabajador afectado no queda desprotegido. Por lo tanto, la normativa permite que pueda recibir una pensión que le asegure un ingreso, aun cuando haya superado la edad de jubilación. La cuantía de la pensión también depende de la edad y el tiempo de cotización acumulado. En general, cuanto mayor es la persona y menor es su tiempo de cotización, menor será el importe de la pensión de incapacidad. Por ejemplo, un trabajador de 52 años que ha cotizado 8 años verá reflejado ese tiempo en su pensión, que será inferior al 100% de la base reguladora si no alcanza los 36 años de cotización, necesarios para obtener el total.

Un abogado explica los requisitos para recibir la pensión de incapacidad permanente por ansiedad generalizada.

Varias enfermedades que otorgan la incapacidad permanente absoluta

  • Varias enfermedades pueden causar la incapacidad permanente absoluta, dependiendo de su gravedad y la incapacidad que generan para cualquier tipo de trabajo. Algunas de las más comunes han sido recogidas por el bufete de abogados Toro:
  • Un individuo padece una enfermedad neuromuscular degenerativa que causa una significativa pérdida de movilidad y debilidad muscular. Además, sufre de una enfermedad cardíaca crónica que limita su capacidad para realizar cualquier esfuerzo. Estas dos condiciones combinadas han resultado en una incapacidad permanente absoluta, impidiéndole llevar a cabo cualquier actividad laboral.
  • Una persona presenta una combinación de trastornos psiquiátricos graves, incluyendo esquizofrenia y trastorno bipolar, que afectan profundamente su estabilidad emocional y su capacidad para funcionar en un entorno laboral. Estas enfermedades interfieren en su concentración, toma de decisiones y relaciones interpersonales, resultando en una incapacidad permanente absoluta.
  • Un individuo ha sido diagnosticado con artritis reumatoide, una enfermedad autoinmune que causa dolor, inflamación y rigidez en las articulaciones. Además, sufre de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) que dificulta su respiración. Estas dos enfermedades en conjunto le impiden realizar tareas físicas y mantener un ritmo de trabajo sostenible.
  • Un trabajador ha sufrido múltiples accidentes que han dejado secuelas en su columna vertebral, extremidades y sistema nervioso. Las lesiones acumulativas han ocasionado una disminución significativa en su movilidad y capacidad para realizar actividades cotidianas. A pesar de diversos tratamientos médicos y terapias de rehabilitación, su estado de salud no ha mejorado lo suficiente para volver a trabajar.
  • Una persona enfrenta una serie de enfermedades crónicas, como diabetes, insuficiencia renal y neuropatía periférica. Estas condiciones han llevado a complicaciones médicas constantes, hospitalizaciones frecuentes y la necesidad de tratamientos intensivos. La interacción de estas enfermedades ha limitado drásticamente su capacidad para mantener un empleo, resultando en una incapacidad permanente absoluta.
  • Otras de las enfermedades recogidas suelen ser: cánceres en fases terminales, enfermedades músculo-esqueléticas, enfermedades neurológicas o trastornos mentales graves.
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