Las orquídeas son aquellas plantas que vemos en los escaparates de las floristerías, luciendo espectaculares y que nos queremos llevar a casa. Conocidas por sus llamativos colores, son también populares por perder sus flores rápidamente y, sin embargo, no es algo común. A la mayor parte de las orquídeas se les suelen caer los pétalos de manera natural a las siete u ocho semanas. Si se empiezan a desplomar antes de tiempo, significa que algún error estamos cometiendo en su cuidado.
Tal y como apunta el blog de Interflora, estas plantas no son tan delicadas como se cree popularmente, aunque sí que precisan de ciertos tratos básicos para que sus hojas y flores estén siempre bonitas. El exceso de frío o calor les afecta. La temperatura ideal para que esté a gusto se sitúa entre los 15 °C y los 30 °C, necesita mucha luz, pero hay que prestar especial atención a las corrientes de aire y a los rayos de sol directos.
Por qué no florece la orquídea
A veces, seguimos estos pasos, pero aun así no logramos que florezca de esa manera que le caracteriza. Eso se debe a una falta de nutrientes, sin embargo, hay una forma sencilla de darle ese empujón que necesita. El truco infalible para impulsar ese crecimiento es utilizar cáscaras de plátano, según asegura Olivia, jardinera y fundadora de Gardening Olivia al medio británico Mirror. “Se crea o no, las cáscaras de plátano pueden ser un abono orgánico estupendo para ayudar a las orquídeas a florecer. ¿Quién iba a pensar que algo que consideramos basura tendría tanto valor para nuestras plantas?”, comenta la experta.
Olivia es consciente de lo marciana que resulta esta idea y admite que ella, en un principio, también era algo reticente y escéptica. Pero, asegura que desde que lo probó es “creyente”. “Mis orquídeas solían florecer esporádicamente, una o dos veces al año si tenía suerte. Pero, desde que uso cáscaras de plátano como abono, florecen como un reloj varias veces al año”, comenta.
Por qué funcionan las pieles de los plátanos
La razón por las que las pieles de los plátanos son tan beneficiosas para las orquídeas es porque son una fuente de potasio, un nutriente esencial para el crecimiento de las plantas. Además, también colaboran en la resistencia de las enfermedades y ayudan al desarrollo de raíces sanas y flores vibrantes. Según explica la jardinera, el potasio “desempeña un papel clave en la floración y ayuda a transportar carbohidratos que las orquídeas necesitan como energía para que sus hojas broten”.
Cómo utilizarlas
Para preparar el abono hay recoger las cáscaras de esta fruta en un recipiente y dejarlas al aire hasta que estén secas y crujientes. Una vez endurecidas hay que aplastarlas hasta que parezcan “pan rallado”. Después, habrá que espolvorearlo por la tierra de la planta para que las cáscaras vayan liberando sus nutrientes poco a poco, a medida que se descompongan.
Aunque sea un truco para mantener a la orquídea sana, se debe hacer con moderación en contadas ocasiones, pues de lo contrario la planta se podría fertilizar en exceso. La jardinera también apunta que el mejor momento para abonarlas es a finales de verano o principios de otoño, para que así tengan tiempo de echar raíces más fuertes de cara al invierno y tengan una floración aún mejor la próxima primavera.
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