La factura de la luz es uno de los gastos más grandes que una persona debe afrontar después de pagar el alquiler. La energía eléctrica de la que disponemos en el hogar es básica para nuestro bienestar, pero no por ello es barata: unos 60 euros de media en la factura mensual, según los datos de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
Esta realidad hace que sea casi un imperativo abordar estrategias para reducir el gasto de luz que realizamos en nuestro día a día, más aún si tenemos en cuenta que, añadido al coste económico, existe también un coste ambiental al despilfarrar la electricidad. Un ejemplo bien claro es el uso que hacemos de los electrodomésticos, responsables de más de la mitad de nuestra factura y en muchas ocasiones mal utilizados por sus dueños, que no se percatan de que podrían usarlos de manera mucho más eficiente.
El consumo fantasma de los electrodomésticos
Los electrodomésticos gastan mucha luz, incluso cuando están apagados. A este fenómeno se le conoce como consumo fantasma. Los cargadores enchufados, las cafeteras, las televisiones, los ordenadores, los routers, las impresoras... Todos estos aparatos engordan minuto a minuto la factura final, un 20% más cara cada año gracias a ello.
Por ello, se recomienda para una mayor eficiencia desconectar los aparatos que no estemos usando, así como el uso de regletas con interruptores, que permiten evitar el consumo fantasma de varios dispositivos al mismo tiempo. También se puede operar sobre los mismos aparatos, por si esos tienen alguna opción como temporizadores o un modo de ahorro de energía para que se apaguen o reduzcan al mínimo su consumo.
La televisión, el aparato que más gasta
El electrodoméstico que más consume en nuestra casa es el frigorífico, que supone casi un tercio, aproximadamente, de lo que pagamos por la electricidad cada mes. Sin embargo, su carácter necesario hace que este gasto sea imposible de reducir, puesto que además precisa de no apagarse nunca para que los alimentos se conserven adecuadamente.
Sin embargo, en el ámbito de los electrodomésticos que no requieren estar siempre conectados, el podio lo lideraría la televisión, suponiendo, junto con las consolas de videojuegos, un 12% de la factura, según los datos ofrecidos por el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía. Su consumo es continuo, aunque se encuentre apagada, tal y como evidencia la clásica luz roja que nos indica que está conectada.
Este coste depende mucho del tipo y el modelo de televisor, así como de videoconsolas -en este último caso, las más nuevas suelen ser las más caras en términos energéticos-. Sin embargo, las nuevas generaciones de aparatos electrónicos incluyen cada vez más opciones para reducir su gasto en electricidad, por lo que será más fácil configurarlas. Otros electrodomésticos con un gasto elevado serían las lavadoras y secadoras, que alcanzarían el 11% de la factura, y los hornos, con el 8%.
En el extremo contrario, estarían otros aparatos como las luces LED, los altavoces inteligentes o los ordenadores más modernos. Este tipo de electrodomésticos y herramientas suelen utilizar una menor cantidad de energía en comparación con lo útiles que son y la constancia con que se usan. Por ello, es recomendable utilizarlos en sustitución de otros aparatos cuya función sea similar.