La bandera olímpica dejó atrás el bello sueño de París al puro estilo Tom Cruise en Misión Imposible para aterrizar en Los Ángeles, simbolizando la cuenta regresiva para la próxima cita olímpica que tendrá lugar en 2028. En plena resaca deportiva, a Francia le queda todavía una competición más por disputar: la carrera por formar gobierno y designar a un primer ministro. Y el cronómetro ya ha empezado a correr.
Durante estas cinco semanas que han transcurrido desde la cita con las urnas, Francia se encuentra con un gobierno en funciones, donde el presidente de la República, Emmanuel Macron, ha pedido al recién dimitido como primer ministro, Gabriel Attal, de que asuma el cargo “hasta que se designe un candidato”. Según ha adelantado el diario Le Monde este viernes, el jefe de Estado ha elegido el 23 de agosto para comenzar las conversaciones con el resto de líderes políticos.
La cita olímpica ha puesto en stand-by la política francesa, que a día de hoy sigue sin un partido que cuente con apoyos suficientes en la Asamblea Nacional. Tampoco cuenta con un candidato a primer ministro, quien debe ser propuesto por el presidente de la república, tal y como reza la Constitución francesa, pero que él mismo aplazó “hasta que finalizasen los Juegos”.
En un escenario de estabilidad política, designar a un candidato no llevaría mucho tiempo, ya que por lo general la presidencia ha pertenecido a la misma formación política que la del primer ministro. Pero las pasadas elecciones de Francia dejaron una nueva Asamblea Nacional totalmente fracturada y sin un claro ganador, abriendo la puerta a un escenario de cohabitación.
El sector de la izquierda ha acusado de “cancelar el resultado de las elecciones” tras la decisión de estirar el gobierno en funciones después de la cita con las urnas, que dieron el triunfo a la coalición formada por los cuatro principales partidos de izquierda (socialista, comunista, ecologista y Francia Insumisa) bautizada como Nuevo Frente Popular.
Muchos nombres en una guerra de vetos
La primera tarea pendiente es designar a un primer ministro. Descartado desde el principio al ultraizquierdista de La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, la única candidatura acordada oficialmente dentro del NFP ha sido la de Lucie Castets. La candidata parisina no es muy conocida en la Asamblea Nacional, ya que no tiene experiencia política partidista, algo que hasta ahora han mantenido los últimos primeros ministros.
Castets es actualmente la directora de finanzas y compras de la ciudad de París. Con este nombramiento, la izquierda pretendía demostrar que había un consenso en medio de las disputas internas y los vetos cruzados en el bloque progresista.
Pero la propuesta ha sido tajantemente rechazada por Macron desde el primer día. En una entrevista en la televisión francesa, el presidente aseguró que no dará la posibilidad a la coalición gauche de presentar un candidato. Macron, que ya aseguró que agotaría su mandato independientemente del gobierno, reiteró que “nadie había ganado las elecciones”, a pesar de que el NFP es la formación con más apoyos ―controla 193 de 577 asientos― y después del desastroso resultado cosechado por el partido macronista, relegado a la tercera posición.
¿Pero qué otras opciones podrían explorarse? Y sobre todo ¿Qué puede poner de acuerdo a liberales e izquierdistas? Apenas se sabe nada de las consultas que tienen lugar en el Fuerte de Brégançon, la residencia presidencial de vacaciones y donde Macron ha permanecido desde el 28 de julio. Pero entre los nombres que el presidente ha barajado con sus contactos habituales -sin aclarar sus intenciones- se encuentra socialista Bernard Cazeneuve, quien ya fue primer ministro al final del término de François Hollande.
Cazeneuve podría ser la clave para contar con el visto bueno de Macron, ya que, a pesar de ser un candidato del bloque de izquierda, es ajeno al Frente Popular. De hecho, al ser preguntado en una entrevista por esta posibilidad, el socialista afirmó estar “preparado” para un gobierno técnico o unificado “que tenga en cuenta las preocupaciones de la izquierda”. No obstante, hay que recordar que Cazeneuve abandonó el Partido Socialista por los acuerdos de la formación con los insumisos, ahora el partido mayoritario del NFP, por lo que no estaría claro su apoyo a esta candidatura.
Medios como Politico sugieren también la posibilidad de que Macron no optase por una alianza con el Frente y de un vuelco hacia una alianza más propensa a la ideología de su partido: una coalición de centro-derecha. Dentro de esta posible coalición surge entre todos el nombre de Xavier Bertrand, un líder conservador que ya se ha mostrado como un muro de contención frente a Le Pen, que ya demostrado como presidente de la región de Altos de Francia. Esta fórmula les daría 213 asientos, que si bien sería superior al número del NFP, dejaría un gobierno lejos de obtener una mayoría absoluta, fijada en los 289 escaños y vulnerable a bloqueos.
Al conocerse esta posibilidad, Castets quiso lanzar un dardo a Macron en una entrevista para el medio La Marseillaise. “Los votantes han expresado claramente una expectativa de cambio tanto en la política como en el método, y realmente no veo cómo representaría este cambio”.
Prácticamente lo mismo opinó de Cazeneuve: “Él representa una línea política un poco diferente a la de Bertrand y tengo mucho respeto por lo que ha hecho”, aunque ha insistido que la candidatura debe venir del Nuevo Frente Popular “para respetar la resultados de las elecciones”.
Attal mueve ficha para allanar el terreno
La situación, por ahora en completo jaque, parece comenzar a cambiar de tornas. Con la voluntad de preparar el terreno para el momento en el que comiencen las conversaciones en el Elíseo, Attal anunció el pasado 13 de agosto lo que llamó como “Pacto de Acción para los Franceses”, un programa de gobierno en el que se excluiría de la fórmula a La Francia Insumisa y a la extrema derecha, aglutinando así a los ecologistas, el Partido Comunista Francés (PCF), Los Republicanos (LR), el Partido Socialista (PS), además varios partidos centristas.