El fallecimiento de una niña de 10 años el pasado 4 de agosto ha conmocionado al concejo de Coaña, en Asturias. La causa señalada ha sido la ingesta de algún alimento o bebida con proteína de la leche, una molécula a la que la pequeña, residente en Madrid, tenía alergia.
Nada más producirse el contacto, tal y como ha informado recientemente el medio autonómico La Nueva España, la niña sufrió un shock anafiláctico, una reacción adversa en la que el cuerpo libera una serie de sustancias -como la histamina- que constriñen las vías respiratorias, algo que ulteriormente le provocó un paro cardíaco.
Los equipos de emergencia actuaron con gran rapidez y las maniobras de reanimación fueron iniciadas por una unidad UVI móvil del SAMU en pocos minutos, dentro del domicilio de sus abuelos. Era allí donde se encontraba pasando unos días de vacaciones.
Tras esta primera intervención, fue intubada e inmediatamente transportada al Hospital comarcal de Jarrio, cerca del domicilio familiar. Una vez estabilizada en dicho centro, fue de nuevo movida al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), donde sería atendida en mejores condiciones en la UVI pediátrica. Pese a ello, y a los esfuerzos realizados por parte del personal sanitario, resultó imposible salvarla.
Un caso extremo en una alergia frecuente
La Alergia a la Proteína de la Leche de Vaca (APLV) es un trastorno bastante común dentro de las reacciones inmunológicas frente a los alimentos, especialmente manifestada en niños y niñas en edad lactante. Se produce debido a una respuesta anormal del sistema inmunológico frente a las proteínas de la leche que, en primera instancia, proviene de la leche del pecho materno.
La reacción pueden ser inmediata, como ocurre generalmente, pero también tardía, si bien es cierto que en cualquier caso los síntomas no suelen conllevar un peligro mortal. Los más habituales son, según explica la Clínica Universidad de Navarra, el picor en boca y paladar, las ronchas en la piel, rinitis o conjuntivitis, problemas respiratorios o una crisis asmática. Solo en los casos más graves se puede desarrollar un shock anafiláctico.
Además, con ayuda de un tratamiento la APLV es superada por un gran porcentaje de niños que la padecen a esta temprana edad, manteniendo una incidencia de solo un 1% entre los niños mayores de cinco años. Sin embargo, como los síntomas son diversos, así como la velocidad con la que se manifiestan, su diagnóstico es más difícil de lo habitual. Hasta el momento, se desconoce si la familia de la niña fallecida tenía constancia de la alergia.
Con todo, aún en el caso de que se tuviera conocimiento de la afección, el peligro de sufrir una reacción adversa seguía estando presente. La proteína de la leche no solo se encuentra en los lácteos y sus derivados, sino que se utiliza en la elaboración de muchos otros alimentos. Por ello, se recomienda siempre a quienes padecen APLV y su entorno que presten atención a los etiquetados.
La proteína de la leche no es lo mismo que la lactosa
Un error frecuente en relación a la APLV es confundirla con la intolerancia a la lactosa. Esta última se debe a una incapacidad del cuerpo de digerir un determinado componente de un alimento, en este caso, un azúcar natural presente en los lácteos. Esto se debe a un déficit de enzimas, y no a una respuesta inmunitaria, por lo que los síntomas suelen ser mucho más leves y de carácter digestivo.