Marius Borg, el primogénito de Mette-Marit, admite la agresión a su novia: “Nunca debió haber sucedido”

El hijastro del príncipe Haakon de Noruega ha emitido un comunicado en el que ha explicado los motivos que le han llevado a protagonizar su mayor polémica

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Marius Borg en una imagen
Marius Borg en una imagen de archivo (Lise Aaserud POOL/ NTB NTB/via REUTERS)

La casa real de Noruega se encuentra haciendo frente a una fuerte crisis tras conocer que el pasado domingo, 11 de agosto, Marius Borg Høiby, el hijo de la princesa Mette-Marit, fue detenido por una presunta agresión y amenazas a una mujer de veinte años de edad y con la que mantiene una relación. Después de haber pasado más de 30 horas bajo custodia policial, el hijastro del príncipe Haakon fue liberado, aunque esto no significaba el fin de sus problemas. El joven fue liberado con cargos y, actualmente, se encuentra a la espera de un juicio.

Marius Borg está acusado de atacar físicamente a la víctima, quien tuvo que recibir asistencia médica debido a la conmoción cerebral que presentaba la joven. Hasta ahora, el primogénito de la royal noruega no había realizado ningún comentario al respecto de este delicado asunto. No obstante, en las últimas horas, accedió a prestar su testimonio en exclusiva en el medio noruego NRK, donde ha asumido todo lo ocurrido en su casa.

“El fin de semana pasado sucedió algo que nunca debió haber sucedido. Cometí lesiones corporales y destruí objetos en un apartamento en estado de ebriedad tras haber consumido alcohol y cocaína después de una discusión”, han sido las primeras palabras que ha pronunciado Marius y en las que ha confesado que el episodio violento tuvo lugar bajo los efectos de sustancias nocivas.

El príncipe Haakon y Marius
El príncipe Haakon y Marius Borg, en una fotografía de Instagram.

Tengo varios trastornos mentales, lo que significa que a lo largo de mi infancia y de mi vida adulta he tenido y sigo teniendo varios desafíos. He luchado contra el abuso de sustancias durante mucho tiempo, algo por lo que he estado en tratamiento en el pasado. Ahora, retomaré este tratamiento y lo retomaré muy en serio”, ha continuado afirmando, quien ha confesado que tiene un problema con las drogas.

El consumo de drogas y mis diagnósticos no excusan lo que pasó en el apartamento de Frogner la noche del domingo del fin de semana pasado. Quiero ser responsable de lo que he hecho y daré mis explicaciones sinceras a la policía”, ha manifestado Marius, dejando entrever que es consciente de la gravedad de la situación.

Un año de cárcel

“Para mí, lo más importante es pedirle perdón a mi novia. No merecía lo que pasó esa noche, ni la presión extrema de la prensa noruega y extranjera después. Ser perseguida por fotógrafos y periodistas en un momento como este, sé que ha sido difícil de soportar”, ha dicho el joven al ya citado medio, poco antes de centrar el foco en su familia y en su condición como royal noruego. “También quiero pedir disculpas a mi familia. Sé que mis acciones os han afectado en gran medida”.

Marius Borg y la princesa
Marius Borg y la princesa Mette-Marit, en una fotografía de archivo. (Antony Jones/UK Press)

“Así que para ti, mi amor, lo siento. Esto nunca debería haber sucedido y asumo toda la responsabilidad por mis acciones”, ha concluido. La condición del joven podría empeorar tras las últimas pruebas recabas. Horas después de que se produjera su detención, la revista noruega Se og Hør sacó a la luz varias imágenes en las que se puede ver el apartamento donde tuvo lugar el episodio violento. Una escena impactante en la que se muestra una lámpara rota o un cuchillo clavado en la pared.

Por si fuera poco, el mismo medio revela que dos fuentes anónimas aseguraron que la policía tiene en su poder grabaciones de audio en las que Marius se dirige a la presunta víctima y amenaza con quemar su ropa y sus pertenencias. Ante esto, el hijo de la princesa se encuentra en una delicada situación en la que podría enfrentarse a un año de cárcel por un delito de lesiones corporales. Esa pena podría elevarse a hasta seis años de prisión si se califican como graves las lesiones sufridas por la víctima, aunque la policía afirma que no tiene constancia de que lo fueran.

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