La Asociación Científica ArqueoAntro, contratada por la Secretaría de Estado de Memoria Democrática, ha iniciado este martes las catas y prospecciones arqueológicas para encontrar los restos de los brigadistas internacionales enterrados en una fosa común que, se sospecha, puede estar cerca del cementerio de Fuencarral, en Madrid.
Se trata de la primera búsqueda a conciencia de los cuerpos de combatientes extranjeros que vinieron a España para combatir al bando nacional tras el golpe de Estado. Javier Iglesias, Director Antropólogo de ArqueoAntro, explica que esto se debe que “la mayoría de los cuerpos o se abandonaban o se enterraban en las mismas trincheras”.
Él y su compañero arqueólogo tienen, a partir de esta semana, poco más de 20 días para intentar encontrar los cuerpos con una retroexcavadora. Este tiempo es menor que el del permiso que han recibido por parte del Ayuntamiento, pero el antropólogo reconoce que, por temas de financiación, no les da para más tiempo. Sin embargo, el principal motivo de esta semana menos es que la autorización que la Comunidad de Madrid tenía que dar a ArqueoAntro para la intervención arqueológica tardó más de lo previsto, e hizo que, entre unos y otros, acabaran perdiendo siete días del permiso municipal, que llegó antes.
De hecho, el retraso de la Comunidad se queda corto en comparación con los meses de espera que les ha llevado a los investigadores comenzar a trabajar sobre el terreno. “Tardamos seis meses en conseguir el permiso del dueño del terreno”, explica Javier, que también vio como la solicitud entregada al Ayuntamiento acababa siendo archivada por las continuas exigencias de documentos.
Cómo llegaron los brigadistas a las fosas
Hasta 1941, los 451 cuerpos sin vida de los brigadistas estuvieron enterrados en el cementerio de Fuencarral. El Régimen, no obstante, consideró que el cuerpo de estos soldados no merecían estar enterrados en el mismo camposanto que los militares del ejército sublevado, motivo por el cual las tumbas fueron exhumadas ese mismo año y los cuerpos trasladados a una fosa común cercana al cementerio.
Desde entonces, la sospecha de que en ese lugar estaban los cuerpos de los brigadistas ha estado siempre ahí, ya que pese a no quedar testigos sí que existen documentos oficiales que documentan dicha exhumación. Sin embargo, esto no le impidió al Ayuntamiento de Madrid anunciar en noviembre la construcción en el terreno -actualmente un descampado- de una base de 10.000 metros cuadrados para camiones y contenedores de basura, lo que provocó la indignación de diferentes asociaciones: las vecinales -más por el hecho de tener una base de limpieza y residuos en el barrio- y las de memoria democrática.
Una de las que más protestó desde el anuncio fue la Asociación de Amigos de Brigadistas Internacionales (AABI), responsable de haber alertado al Gobierno de las intenciones de la administración de Almeida y de solicitar que se intentaran recuperar los cuerpos. Finalmente, el Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática tomó la decisión de intervenir en la zona y averiguar si los cuerpos estaba realmente ahí, paralizando el proceso de la obra.
El Ayuntamiento pone trabas... y saca fotografías
El secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, también ha manifestado que, en su opinión, la investigación se ha iniciado “con varios meses de retraso”. Pero esta no es la única anomalía que desde ArqueoAntro han percibido desde que presentaron la solicitud. Una de las más evidentes es el tamaño del recinto en el que se les ha permidido excavar. 100 metros cuadrados, de los 10.000 que tiene el solar.
“El Ayuntamiento pasó un georradar”, cuenta Javier Iglesias. Tras el procedimiento, el Consistorio afirmó haber detectado en esos 100 metros unas interrupciones en la tierra muy compatibles con la presencia de una fosa, si bien también había indicios de lo contrario. “Es un trabajo que debería hacerse en toda la parcela”, opina él, aunque se abstiene de hacer una lectura de por qué se les ha restringido de ese modo.
Con todo, este tipo de situaciones le hace no saber qué podría ocurrir en caso de que, en estas tres semanas, acabaran concluyendo que los cuerpos no están en esa parte del descampado. Ante la pregunta de si creen que les permitirían excavar en otra zona para rescatar los restos de los brigadistas, Javier deja caer que, hasta ahora, no ha visto “muy receptivo al Ayuntamiento”.
La última de esas manifestaciones ‘poco receptivas’ ha sido la presencia, desde el primer día, de varios técnicos del Consistorio a lo largo de la jornada, sacando fotografías de cómo se encontraba todo. “Me enfada mucho porque estoy seguro de que a Florentino Pérez, con las obras del Bernabéu, no se ponen a sacarle fotos”.
Sin embargo, parece muy difícil que los cuerpos estén ahí, ya sea dentro o fuera de esos 100 metros cuadrados. Cuentan, de hecho, con el testimonio de la nieta del enterrador que movió los cuerpos. Un día, este le dijo a la niña dónde se encontraban los restos de los brigadistas, una información poco precisa, dado que han pasado 60 años desde entonces, pero que se ve reforzado por la costumbre, en el franquismo, de crear fosas comunes al lado de los cementerios locales para todos aquellos soldados que lucharon en el bando republicano.