La princesa Mette-Marit de Noruega se sienta a hablar con la víctima de su hijo Marius Brog

La charla de la princesa con la víctima, para mitigar las consecuencias hacia la imagen de la monarquía, está al límite de lo legal

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La princesa Mette-Marit en 2018
La princesa Mette-Marit en 2018 (Wikimedia Commons)

El delicado asunto que involucra al hijo de la princesa Mette-Marit de Noruega, Marius Borg Høiby, ha sumido a la Casa Real noruega en una crisis considerable. El joven fue detenido tras ser señalado como presunto agresor en un incidente con una mujer que sufrió una conmoción cerebral. Marius Borg fue retenido por la policía durante 30 horas y luego liberado con cargos, mientras se espera su juicio.

Según diferentes medios noruegos, Mette-Marit ha decidido intervenir y se ha puesto en contacto con la víctima. La Casa Real, a través de un comunicado informado por el medio Aftenposten, confirmó que la princesa realizó esta acción no para favorecer a su hijo, sino para mitigar las consecuencias negativas que podrían afectar la imagen de la monarquía noruega. Este gesto pone a prueba la legalidad, dado que influir en el caso sería ilegal.

La relación de Marius Borg con la Casa Real

Marius Borg, hijo de la princesa de una relación anterior a su matrimonio con el príncipe Haakon, está acusado de agresión verbal y física, incluyendo estrangulamiento, según fuentes policiales. Las investigaciones también han relevado otras pruebas, como la presencia de un cuchillo clavado en la pared del apartamento donde ocurrieron los hechos, además, de una grabación en la que se escucharía al joven, amenazar a la denunciante con prender fuego a su ropa si no hace lo que le pide.

El príncipe Haakon, desde su aparición en los Juegos Olímpicos de París, se refirió brevemente al incidente calificándolo de grave. Concretamente, dijo que “es un asunto serio cuando la policía está involucrada como lo está. No es correcto que yo entre en el caso”. De esta forma, como heredero al trono, Haakon ha optado por no profundizar en el tema relacionado con su esposa y su hijastro.

Marius Borg y la princesa
Marius Borg y la princesa Mette-Marit, en una fotografía de archivo. (Antony Jones/UK Press)

Sin embargo, no es el primer escándalo que envuelve a Marius Borg, quien se ha convertido en una figura problemática para la Corona noruega, aunque oficialmente no forma parte de la Familia Real ni tiene posición en la línea de sucesión. Por ello, el príncipe noruego nunca ha tenido una buena relación con el hijo mayor de su mujer. Incluso, según la revista Lecturas, le llegó a mandar a estudiar a Estados Unidos para que estuviera lejos de Palacio.

La conversación entre la princesa y la víctima

La princesa Mette-Marit, que ha enfrentado problemas de salud crónicos y ha sido diagnosticada con fibrosis pulmonar, realizó un esfuerzo significativo asistiendo a eventos públicos, a pesar de las dificultades. Sin embargo, su ausencia en eventos recientes como los Juegos Olímpicos levantó especulaciones, ahora comprensibles, debido al escándalo de su hijo.

En cuanto a la identidad de la mujer involucrada, se mantiene en estricta privacidad, aunque se presume que era una figura conocida para Marius y posiblemente para su madre. Según ‘Se og Hør’, una publicación que ha seguido el caso de cerca, la princesa heredera se habría acercado a la víctima no con fines de interferir a favor de su hijo, sino únicamente para brindar consuelo y apoyo emocional. Esta interacción habría ocurrido de manera discreta y empática, manteniendo siempre en cuenta la gravedad y privacidad del asunto. Aunque su identidad no ha sido revelada públicamente, se presume que es una persona que ya formaba parte de la vida de Marius Borg.

De este modo, el caso ha planteado cuestiones sobre los límites de la intervención real en asuntos de esta naturaleza. La implicación de Mette-Marit en un tema tan delicado sin buscar influencias indebidas, es un reflejo de su papel de madre preocupada, más que de figura pública, señalada en un contexto donde la discreción y la empatía son esenciales para respetar tanto a la víctima como el proceso policial en curso.

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